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El cambio climático podría volver a Estados Unidos más cálido, y favorecer al virus del Nilo Occidental

Michael Keasling, de Lakewood, Colorado, era un electricista al que le gustaban las camionetas grandes, los autos rápidos y las Harley-Davidson. Había luchado contra la diabetes desde la adolescencia y necesitó un trasplante de riñón de su hermana para seguir vivo. En agosto ya estaba bastante enfermo cuando contrajo el virus del Nilo Occidental, tras la picadura de un mosquito infectado.

Keasling pasó tres meses en hospitales y en rehabilitación. Murió el 11 de noviembre, a los 57 años, por complicaciones del virus del Nilo Occidental y la diabetes, según su madre, Karen Freeman quien dijo que lo echaba mucho de menos.

“No creo que pueda soportar esto”, expresó Freeman poco después de su muerte.

Las lluvias de la primavera, la sequía del verano y el calor crearon las condiciones ideales para que los mosquitos propagaran el virus del Nilo Occidental por Colorado el año pasado, según expertos. En Colorado, el virus mató a 11 personas y causó 101 casos de infecciones neuroinvasivas —las relacionadas con enfermedades graves como la meningitis o la encefalitis— en 2021, la cifra más alta en 18 años.

El aumento de los casos puede ser una señal de lo que está por venir. A medida que el cambio climático trae más sequía y empuja las temperaturas hacia lo que se denomina la “zona cálida” para los mosquitos —ni demasiado calor, ni demasiado frío— los científicos esperan que la transmisión del virus aumente en todo el país.

“El virus del Nilo Occidental es un caso de estudio realmente importante” de la conexión entre el clima y la salud, dijo el doctor Gaurab Basu, médico de atención primaria y becario de equidad sanitaria en el Centro para el Clima, la Salud y el Medio Ambiente Global de la Escuela de salud pública de Harvard.

Aunque la mayoría de estas infecciones son leves, el virus es neuroinvasivo en aproximadamente 1 de cada 150 casos, causando una enfermedad grave que puede provocar inflamación en el cerebro o la médula espinal, parálisis o la muerte, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Las personas mayores de 50 años y los pacientes de transplante como Keasling corren un mayor riesgo.

En la última década, en Estados Unidos se ha registrado una media anual de unos 1,300 casos neuroinvasivos del virus del Nilo Occidental. Basu vio el primero en Massachusetts hace varios años, un paciente de 71 años que tenía una inflamación en el cerebro y un grave deterioro cognitivo.

“Me hizo comprender el costo humano de las enfermedades transmitidas por los mosquitos y me hizo reflexionar sobre cómo el calentamiento del planeta redistribuirá las enfermedades infecciosas”, señaló Basu.

El aumento de las enfermedades infecciosas emergentes “es uno de nuestros mayores retos” a nivel mundial, resultado de la mayor interacción del ser humano con la vida silvestre y de los “cambios climáticos que crean nuevos patrones de transmisión de enfermedades”, según un amplio informe de Naciones Unidas sobre el clima publicado el 28 de febrero. El informe señala que los cambios climáticos ya han sido identificados como causantes de las infecciones por el virus del Nilo Occidental en el sureste de Europa.

La relación entre la falta de lluvia y el virus del Nilo Occidental es contraria al sentido común, apuntó Sara Paull, de la Red Nacional de Observatorios Ecológicos de Boulder, Colorado, que estudió las conexiones entre los factores climáticos y el Nilo Occidental en Estados Unidos, como investigadora postdoctoral en la Universidad de California-Santa Cruz.

“El factor más importante en todo el país fue la sequía”, dijo, y a medida que la sequía se intensifica, el porcentaje de mosquitos infectados aumenta, según un estudio de 2017.

¿Por qué es importante la sequía? Tiene que ver con las aves, explicó Paull, ya que los mosquitos recogen el virus de las aves infectadas antes de transmitirlo a los humanos.

Cuando el suministro de agua es limitado, las aves se reúnen en mayor número alrededor de las fuentes de agua, lo que las convierte en blancos más fáciles para los mosquitos. La sequía también puede reducir la reproducción de las aves, lo que aumenta la proporción de mosquitos por ave y hace que cada ave sea más vulnerable a las picaduras y a la infección, señaló Paull. Y las investigaciones demuestran que cuando sus hormonas del estrés son elevadas, las aves son más propensas a contraer cargas virales infecciosas del Nilo Occidental.

El aumento de los casos en un solo año no puede atribuirse al cambio climático, ya que los casos fluctúan de forma natural cada año, en parte debido a los ciclos de inmunidad de los seres humanos y las aves, según Paull, y añadió que se puede esperar un aumento de los casos con el cambio climático.

El aumento de la sequía podría casi duplicar el número de casos anuales del Nilo Occidental neuroinvasivo en todo el país a mediados del siglo XXI, y triplicarlo en las zonas de baja inmunidad humana, según las proyecciones de la investigación de Paull, en comparación con las medias de 1999 a 2013.

La sequía se ha convertido en un problema importante en el oeste. El suroeste soportó una “sequía implacable, sin precedentes y costosa” desde enero de 2020 hasta agosto de 2021, con las precipitaciones más bajas registradas desde 1895 y las terceras temperaturas medias diarias más altas en ese periodo de tiempo, según un informe de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica.

“Las temperaturas excepcionalmente cálidas debidas al calentamiento provocado por el ser humano” han hecho que el suroeste sea más árido, y las temperaturas cálidas y la sequía continuarán y aumentarán si no se reducen seriamente las emisiones de gases de efecto invernadero, concluyó el informe.

La ecologista Marta Shocket ha estudiado cómo el cambio climático puede afectar a otro factor importante: la temperatura “Ricitos de Oro”. Ese es el punto óptimo en el que es más fácil para los mosquitos propagar un virus. Para las tres especies de mosquitos Culex que propagan el virus del Nilo Occidental en Norteamérica, la temperatura “cálida” es de 75 grados Fahrenheit, según descubrió Shocket en su investigación postdoctoral en la Universidad de Stanford y la UCLA. Se mide por la temperatura media a lo largo de un día.

“La temperatura tiene un impacto realmente grande en la forma en que se propagan las enfermedades transmitidas por los mosquitos, porque estos insectos son de sangre fría”, dijo Shocket. La temperatura exterior afecta a su ritmo metabólico, lo que “cambia la rapidez con la que crecen, la duración de su vida y la frecuencia con la que pican a la gente para alimentarse. Y todo ello influye en el ritmo de transmisión de la enfermedad”, afirmó.

En un artículo de 2020, Shocket descubrió que el 70% de los habitantes de Estados Unidos viven en lugares en los que las temperaturas medias de verano están por debajo de la temperatura “Ricitos de Oro”, basándose en las medias de 2001 a 2016. Se espera que el cambio climático cambie eso.

“Se podría esperar que la transmisión del Nilo Occidental aumente en esas áreas a medida que las temperaturas aumenten”, apuntó. “En general, el efecto del cambio climático en la temperatura debería aumentar la transmisión del Nilo Occidental en todo el país, aunque la disminuya en algunos lugares y la aumente en otros”.

Janet McAllister, entomóloga investigadora de la División de Enfermedades Transmitidas por Vectores de los CDC en Fort Collins, Colorado, dijo que los factores influidos por el cambio climático, como la sequía, podrían aumentar el riesgo de contraer el virus del Nilo Occidental, pero advirtió que no se podían hacer predicciones claras, ya que hay muchos factores en juego, como la inmunidad de las aves.

Las aves, los mosquitos, los seres humanos y el propio virus pueden adaptarse con el tiempo, aseguró, y puso como ejemplo el hecho de que el aumento de las temperaturas puede hacer que los seres humanos pasen más tiempo en el interior, con aire acondicionado, y menos tiempo al aire libre, expuestos a las picaduras de insectos.

Los factores climáticos, como la lluvia, son complejos, añadió McAllister: aunque los mosquitos necesitan agua para reproducirse, las lluvias intensas pueden hacer desaparecer los lugares de cría. Pero como los mosquitos Culex, que propagan el virus, viven cerca de los seres humanos, suelen obtener suficiente agua de los aspersores y los baños para pájaros para reproducirse, incluso durante una primavera seca.

El virus del Nilo Occidental se puede prevenir, señaló. Los CDC sugieren limitar la actividad al aire libre durante el atardecer y el amanecer, llevar mangas largas y repelente de insectos, reparar las mosquiteras de las ventanas y drenar el agua estancada de lugares como los baños para pájaros y los neumáticos desechados. Algunas autoridades locales también pulverizan larvicidas e insecticidas.

“La gente tiene un papel que desempeñar para protegerse del virus del Nilo Occidental”, enfatizó McAllister.

En los suburbios de Denver, Freeman, de 75 años, dijo que no sabe dónde se infectó su hijo.

“Lo único que se me ocurre es que en su casa tiene una pequeña piscina para bebés de la que beben los perros”, contó. “Así que tal vez los mosquitos estaban por ahí, no lo sé”.

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