Para los padres que viven en la pobreza, la “matemática del pañal” es un cálculo diario, apremiante y angustiante, con el que están familiarizados.
En los Estados Unidos, los bebés usan de seis a 10 pañales desechables al día, a un costo promedio de $70 a $80 al mes. Los pañales de marca con alta absorción se venden hasta por medio dólar cada uno, un gasto de más de $120 al mes.
Una de cada tres familias estadounidenses no puede pagar por suficientes pañales para mantener a sus bebés y niños pequeños limpios, secos y saludables, según la National Diaper Bank Network. Para muchos padres, eso lleva a elecciones desgarradoras: ¿pañales, comida o renta?
La pandemia de covid-19 ha agravado la situación, engrosando las listas de desempleados y causando interrupciones en la cadena de suministro que han generado precios más altos para una multitud de productos, incluidos los pañales.
Los bancos de pañales, programas financiados por la comunidad que ofrecen pañales gratis a familias de bajos ingresos, distribuyeron un 86% más de pañales en promedio en 2020, comparado con 2019, según la red nacional. En algunos lugares, la distribución aumentó hasta en un 800%.
Sin embargo, ningún programa federal ayuda a los padres a pagar por este producto esencial de la niñez. El programa de asistencia alimentaria del gobierno no cubre pañales, ni la mayoría de los programas de ayuda pública a nivel estatal.
California es el único estado que financia directamente los pañales para las familias, pero el apoyo es limitado. CalWORKS, un programa de asistencia financiera para familias con niños, proporciona $30 al mes para ayudar a las familias a pagar por los pañales para los menores de 3 años.
También se pueden producir cambios en las políticas federales: los legisladores demócratas están presionando para incluir $200 millones para la distribución de pañales en el paquete masivo de reconciliación presupuestaria.
Sin los recursos adecuados, los padres de bajos ingresos luchan por encontrar formas de aprovechar al máximo cada pañal. Esta tarea estresante es el tema de un artículo reciente en American Sociological Review de Jennifer Randles, profesora de sociología en la Universidad Estatal de California en Fresno. En 2018, Randles realizó entrevistas telefónicas con 70 madres en California durante nueve meses. También trató de reclutar padres, pero solo respondieron dos hombres.
Randles habló con Jenny Gold de KHN sobre cómo el costo de los pañales pesa en las mamás de bajos ingresos y la “maternidad creativa” que muchas mujeres adoptan para proteger a sus hijos de los daños de la pobreza.
¿Qué rol juegan los pañales en las ansiedades cotidianas de las madres de bajos ingresos?
En mi muestra, la mitad de las madres me dijeron que se preocupaban más por los pañales que por la comida o la vivienda.
Comencé a preguntarles a las madres: “¿Pueden decirme cuántos pañales tienen a mano en este momento?” Casi todas me dijeron con precisión exacta cuántos tenían: cinco, siete o 12. Y sabían exactamente cuánto duraría esa cantidad, según la frecuencia con la que sus hijos defecaban y orinaban, si su hijo estaba enfermo, o si tenía una dermatitis del pañal en ese momento.
Llevar un registro tan cuidadoso de los suministros de pañales es todo un trabajo emocional y cognitivo.
Estaban preocupadas y pensando: “Está bien, me he quedado casi con mi último pañal. ¿Qué hago ahora? ¿Voy a buscar algunas latas [para vender]? ¿Voy a vender algunas cosas en mi casa? ¿Quién en mi red social podría tener algo de dinero extra en este momento?”. Hablé con mamás que venden plasma sanguíneo solo para comprar pañales a sus bebés.
¿Qué estrategias para afrontar esto le llamaron la atención?
Los que estudiamos los pañales a menudo los llamamos estrategias para estirar los pañales. Una le dejaba puesto un pañal a su niño un poco más de lo habitual, hasta que se llenara por completo. Algunas madres se dieron cuenta de que si compraban un pañal [más caro] que aguantaba más y goteaba menos, podían dejarlo puesto por más tiempo.
También hacían cosas como dejar que el bebé se quedara sin pañal, especialmente cuando estaban en la casa y sentían que no serían juzgadas por esto. Y utilizaban todos los bienes domésticos que puedas imaginar para hacer pañales improvisados: telas, sábanas y fundas de almohada. Están usando cosas que son desechables como toallas de papel con cinta adhesiva. Están haciendo pañales con sus propios suministros para la menstruación o suministros para la incontinencia de adultos cuando pueden obtener una muestra gratis.
Una de las preguntas que me hacen a menudo es: “¿Por qué no usan simplemente tela?” Muchas de las madres con las que hablé habían probado los pañales de tela y descubrieron que eran muy costosos y la mano de obra, prohibitiva. Si pagas por un juego completo de pañales de tela para comenzar, estamos hablando de entre $500 y $1,000. Y estas mamás nunca tuvieron tanto dinero. La mayoría no tenían lavadoras ni secadoras en casa. Algunas ni siquiera tenían casa o acceso consistente a agua, y es ilegal en muchas lavanderías comunitarias y públicas lavar pañales usados. Por lo tanto, las mismas condiciones que evitarían que las mamás puedan pagar fácilmente pañales desechables son las mismas condiciones que les impiden usar telas.
Descubrió que el concepto de muchas mujeres de ser “una buena madre” está relacionado con el cambio de pañales. ¿Por qué es eso?
Los pañales y el manejo de los pañales eran fundamentales para su identidad como buenas mamás. La mayoría de las madres de mi muestra se privaban de su propia comida. No estaban pagando una factura de teléfono celular o comprando sus propios medicamentos o sus propios suministros menstruales, como una forma de ahorrar dinero para pañales.
Hablé con muchas mamás que dijeron que cuando su bebé tiene hambre, eso es horrible. Obviamente, haces todo lo posible para evitarlo. Pero hay algo en un pañal que cubre esta parte vulnerable del cuerpo de un bebé muy pequeño, esta piel tan delicada. Y poder hacer algo para satisfacer esta necesidad humana que todos tenemos, y mantener la dignidad y la limpieza.
Muchas de las mamás habían pasado por el sistema de asistencia social, por lo que viven con este miedo constante [de perder a sus hijos]. Esto es especialmente cierto entre las madres de color, que son mucho más propensas a ser parte del sistema de bienestar infantil. Las personas no necesariamente pueden ver cuándo un bebé tiene hambre. Pero la gente puede ver un pañal en mal estado. Esa será una de las cosas que la etiquetará como mala madre.
¿Su trabajo con los pañales se vio influenciado por su experiencia como madre?
Cuando estaba haciendo estas entrevistas, mi hija tenía alrededor de 2 o 3 años. Así que todavía estaba en pañales. Cuando mi hija orinaba durante un cambio de pañal, pensaba: “Oh, puedo tirar ese. Déjame conseguir otro limpio”. Esa es una elección realmente fácil. Para mi. Pero es una crisis para las madres que entrevisté. Muchas me dijeron que tienen un ataque de ansiedad con cada cambio de pañal.
¿Ve una solución política clara para el estrés relacionado con los pañales?
Lo que resulta un tanto irónico es la cantidad de trabajo físico, emocional y cognitivo que implica la gestión de algo que la sociedad y los legisladores ni siquiera reconocen. Los pañales todavía no se reconocen realmente como una necesidad básica, como lo demuestra el hecho de que todavía están sujetos a impuestos en 35 estados.
Creo que lo que está haciendo California es un excelente comienzo. Y creo que los bancos de pañales son un tipo de organización comunitaria fabulosa, que está satisfaciendo una gran necesidad que no está siendo cubierta por las políticas de la red de seguridad. Entonces, apoyo público a los bancos de pañales.
La ayuda directa en efectivo que forma parte de la red de seguridad social prácticamente se ha desmantelado en los últimos 25 años. California es bastante generosa. Pero hay algunos estados donde solo el costo de los pañales usaría casi la mitad del beneficio estatal promedio de TANF [Asistencia Temporal para Familias Necesitadas] para una familia de tres. Creo que realmente tenemos que abordar el hecho de que el valor de la ayuda en efectivo compra mucho menos de lo que solía hacerlo.
Su trabajo sobre el matrimonio y la familia es fascinante e inusual. ¿Hay una pregunta central detrás de su investigación?
El hilo conductor es: ¿Cómo apoyan nuestras políticas de red de seguridad los objetivos de crianza de los hijos de las familias de bajos ingresos? ¿Son igualitarias las condiciones de la crianza de los hijos? Lo considero un problema de justicia reproductiva. La capacidad de tener un hijo o no tener un hijo, y luego criar a ese hijo en condiciones en las que se satisfagan las necesidades básicas del niño.
Nos gusta decir que somos aptos para tener niños y familias. El tema de los pañales es solo uno de muchos, muchos problemas en los que realmente no ponemos nuestro dinero o nuestras políticas en lo que decimos que haremos, en términos de apoyo a las familias y apoyo a los niños. Creo que mi trabajo está tratando de hacer que la gente piense de manera más colectiva acerca de tener una responsabilidad social con todas las familias y con el otro. Ningún país, pero especialmente el país más rico del planeta, debería tener 1 de cada 3 niños muy pequeños sin satisfacer una de sus necesidades básicas.
Entrevisté a un padre que estaba preso porque escribió un cheque sin fondos. Y como me lo describió, tenía una cierta cantidad de dinero y necesitaban tanto pañales como leche para el bebé. Y nunca lo olvidaré, dijo, “No tomé una buena decisión, pero tomé la correcta”.
Estos no son zapatos elegantes. No se trata de ropa de marca. Este era un padre que necesitaba leche y pañales. No creo que haya nada más básico que eso.
KFF Health News is a national newsroom that produces in-depth journalism about health issues and is one of the core operating programs at KFF—an independent source of health policy research, polling, and journalism. Learn more about KFF.Some elements may be removed from this article due to republishing restrictions. If you have questions about available photos or other content, please contact NewsWeb@kff.org.