Hasta hace unos años, cualquier indicio de piojos solía ser suficiente para que mandaran al estudiante de vuelta a casa. Recién se le permitía regresar a la escuela cuando tenía la cabeza libre de bichitos.
Pero las normas de “cero liendres” fueron reemplazadas por otras de “no exclusión”, que priorizan la asistencia a clase por encima de las molestias que representan estos parásitos del tamaño de una semilla de sésamo.
Esa flexibilidad, sin embargo, empieza a generar problemas en algunas escuelas.
Padres de Massachusetts, Texas, Ohio y Georgia les están pidiendo a sus distritos escolares que vuelvan a establecer reglas estrictas sobre liendres y piojos. Atribuyen los brotes recientes a las recomendaciones inclusivas de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), que permiten que los estudiantes con piojos vivos permanezcan en las aulas.
Antes del inicio de este ciclo lectivo el distrito escolar del condado de Hernando, al norte de Tampa, Florida, decidió reinstaurar una política que había abandonado en 2022.
“Es una reinfestación, una y otra y otra vez”, dijo Shannon Rodríguez, presidenta de la junta escolar del condado de Hernando.
En julio, les comentó a otros miembros de la junta que había visto repetirse el ciclo entre las familias. “¿Qué haces como padre? ¿Mandas de nuevo a tus hijos a la escuela con los mismos niños que ya tienen piojos? Es una batalla sin fin”.
Las autoridades de salud pública consideran que los piojos son una molestia, pero no una amenaza para la salud. Además de algunos estudios pequeños, los datos disponibles son escasos. Con tan poca información sobre las infestaciones, es difícil saber si las políticas más inclusivas están relacionadas con estos brotes aislados.
Las estimaciones más recientes sobre infestaciones anuales en Estados Unidos son amplias y poco confiables, ya que muchos casos no se reportan. Los CDC calculan que hay entre 6 y 12 millones de casos, que afectan principalmente a niños en edad preescolar y de primaria.
“En realidad se trata de educación, porque hay muchos mitos y muchos malentendidos sobre los piojos”, dijo Katheryn Smith, de la sección Tennessee de la National Association of School Nurses (NASN). “Este no es un tema del que mucha gente hable”, reflexionó.
Desde el 2022, la NASN y la American Academy of Pediatrics (AAP) apoyan un manejo no excluyente de los piojos. Pero las recomendaciones se tomaron más en serio después de la pandemia de covid-19, que confirmó la importancia de la enseñanza presencial.
“Creo que la gente está empezando a entender el valor de la escuela presencial y que cualquier cosa que impida la asistencia debe ser cuestionada”, dijo la doctora Dawn Nolt, de la Oregon Health & Science University, entrevistada por NPR y KFF Health News. “Tener piojos no es una razón válida para que un niño falte a clases o sea excluido de la escuela”.
Nolt fue coautora de la guía más reciente publicada por la AAP en 2022, que incorpora nuevas investigaciones y en gran medida confirma las recomendaciones anteriores.
Por ejemplo, desaconseja hacer revisiones masivas de piojos en las escuelas, ya que un estudio publicado en la revista Pediatric Infectious Disease Journal encontró que frecuentemente se hacen identificaciones erróneas, lo que lleva a tratamientos innecesarios y a aislar a niños que en realidad no tienen piojos.
Los piojos tardan entre cuatro y seis semanas en pasar de ser liendres a una infestación completa. Solo en ese momento el niño empieza a rascarse la cabeza de manera incontrolable, debido a una reacción alérgica a la saliva del parásito.
“Expulsar a un niño cuando ya lleva de cuatro a seis semanas con piojos no va a servir de nada. Pero lo va a sacar de la escuela y lo va a avergonzar, a él y a su familia”, dijo Nolt. “Sinceramente, creo que no es aceptable”.
La inclusión es la prioridad, aunque pueda causar molestias a otros o generar costos económicos. Los remedios de venta libre —como cremas, geles o champús— pueden representar un gasto considerable. El tratamiento profesional, que muchas veces incluye sacar manualmente los piojos y las liendres, puede costar cientos de dólares por persona. Y a veces los piojos afectan a toda la familia.
Este verano, un preescolar de las afueras de Nashville, Tennessee, enfrentó el mayor brote de su historia. Aproximadamente un tercio de los niños del Creative Youth Enrichment Center tuvo piojos.
La propietaria, Tonya Bryson, sabía que las recomendaciones actuales eran mantener la calma. Así que permitió que todos siguieran asistiendo y enfrentaron juntos esa incómoda “palabra de seis letras”. Luego habló abiertamente sobre la experiencia.
“No es tan grave como uno cree”, dijo Bryson. “Tuvimos varios niños con piojos y se contagiaron los padres y los hermanos. Pero es algo manejable”.
Una de las familias afectadas fue la de Stephanie Buck, quien también es maestra en el mismo preescolar. Los piojos se esparcieron por toda su casa y fue necesario usar tratamientos costosos para eliminarlos.
Buck dijo que se siente indecisa sobre la mejor manera de controlar los piojos, y busca un punto medio entre la vergüenza que da tener piojos con la necesidad práctica de contener el brote.
“Mi hija se sintió muy avergonzada cuando supo que ella fue la primera en ser revisada y resultó que tenía piojos”, contó Buck. “Es difícil. Quieres proteger el corazón de tus hijos, pero también quieres evitar que se infesten con piojos”.
Este artículo es parte de una alianza entre WPLN y NPR.
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