Para las latinas embarazadas, la elección de los alimentos podría reducir el riesgo de preeclampsia, un tipo especialmente peligroso de hipertensión. Un nuevo estudio muestra que es más probable que una dieta basada en preferencias alimentarias culturales, en lugar de las guías oficiales, ayude a prevenir esta enfermedad.
Investigadores de la Escuela de Medicina Keck de la USC encontraron que una combinación de grasas sólidas, granos refinados y queso se relacionaba con mayores tasas de preeclampsia entre un grupo de latinas de bajos ingresos de Los Ángeles. Por el contrario, las mujeres que consumían vegetales, frutas y comidas preparadas con aceites saludables tenían menos probabilidades de desarrollar la enfermedad.
La combinación de vegetales, frutas y aceites saludables, como el de oliva, mostró una correlación más fuerte con tasas más bajas de preeclampsia que el Índice de Alimentación Saludable-2015, una lista de recomendaciones nutricionales diseñadas por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) y el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS).
El estudio, publicado en la edición de febrero de la revista de la Asociación Americana del Corazón (AHA), proporcionó información importante sobre qué combinaciones de alimentos afectan a las latinas embarazadas, explicó Luis Maldonado, investigador principal y becario postdoctoral del Departamento de Ciencias de la Población y Salud Pública de USC Keck. El trabajo sugiere que las recomendaciones dietéticas para estas latinas deberían incorporar más alimentos propios de sus culturas, apuntó.
“Muchos estudios que se han realizado con mujeres embarazadas en general han sido predominantemente blancos [no hispanos], y la dieta está muy ligada a la cultura”, dijo Maldonado. “Tu cultura puede facilitar cómo comes porque sabes cuál es tu comida favorita”.
En Estados Unidos, se estima que la preeclampsia ocurre en aproximadamente el 5% de los embarazos, y está entre las principales causas de morbilidad materna, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Suele presentarse durante el tercer trimestre de gestación y está asociada con la obesidad, la hipertensión y la enfermedad renal crónica, entre otras afecciones.
No hay una forma de curar o predecir la preeclampsia. La enfermedad puede dañar el corazón y el hígado, y causar otras complicaciones tanto para la madre como para el bebé, incluido el parto prematuro e incluso la muerte.
Las tasas de preeclampsia han aumentado en las últimas dos décadas a nivel nacional. En California, aumentaron un 83%, y las tasas de hipertensión un 78% entre 2016 y 2022, según los datos más recientes disponibles, y son más altas entre las residentes negras y las habitantes de las islas del Pacífico.
Maldonado dijo que el 12% de las 451 mujeres latinas que participaron en el estudio desarrollaron preeclampsia, un número que representa casi el doble del promedio nacional. Más de la mitad de las participantes, de 28 años promedio, tenían factores de riesgo antes de embarazarse, como índice de masa corporal alto y diabetes.
Maldonado y su equipo utilizaron datos del Maternal and Developmental Risks from Environmental and Social Stressors Center, un grupo de investigación de la USC que estudia los efectos de las exposiciones ambientales y disparadores sociales de estrés en la salud de las madres y sus hijos.
Las participantes, que eran predominantemente latinas de bajos ingresos de Los Ángeles, completaron dos cuestionarios sobre su dieta durante el tercer trimestre de sus embarazos. Los investigadores identificaron dos patrones alimenticios significativos: uno en el que los alimentos más consumidos eran vegetales, aceites, frutas, granos enteros y yogur; y un segundo en el que la dieta de las mujeres consistía principalmente en grasas sólidas, granos refinados, queso, azúcar agregado y carne procesada.
El grupo de mujeres que siguió el primer patrón nutricional tuvo una tasa más baja de preeclampsia que el que se ajustó al segundo patrón.
Cuando Maldonado y su equipo buscaron una correlación entre tasas más bajas de preeclampsia y el Índice de Alimentación Saludable-2015, encontraron que no era estadísticamente significativa excepto en las mujeres que tenían sobrepeso antes del embarazo.
El Índice de Alimentación Saludable incluye combinaciones de nutrientes y alimentos, como lácteos y ácidos grasos. Maldonado dijo que se necesita más investigación para determinar el perfil exacto de frutas, vegetales y aceites que podría beneficiar a las mujeres latinas.
Cuando se trata de la dieta, el mensaje y las recomendaciones adecuadas son vitales para ayudar a las latinas embarazadas a tomar decisiones informadas, expresó A. Susana Ramírez, profesora asociada de comunicación de salud pública en la Universidad de California-Merced.
Ramírez ha realizado estudios sobre por qué los mensajes de alimentación saludable, aunque bien intencionados, no han tenido éxito en las comunidades hispanas. Encontró que estos mensajes han llevado a algunos latinos a creer que la comida mexicana es menos saludable que la comida estadounidense.
Ramírez dijo que necesitamos pensar en promover dietas que sean relevantes para una población particular. “Ahora entendemos que la dieta es tremendamente importante para la salud, y por lo tanto, en la medida en que cualquier asesoramiento nutricional sea culturalmente acorde, esto mejorará la salud en general”, dijo Ramírez.
Esta historia fue producida por KFF Health News, que publica California Healthline, un servicio editorialmente independiente de la California Health Care Foundation.
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