Autoridades quieren retrasar la vacuna contra la hepatitis B. Lo que los padres deben saber

A photo of Robert F. Kennedy Jr. at a Senate hearing.

En un hospital propiedad de una tribu en Anchorage, Alaska, el especialista en hígado Brian McMahon ha pasado décadas enfrentando las secuelas de la hepatitis B. Antes de que existiera una vacuna en los años 80, vio cómo el virus cobraba vidas jóvenes en comunidades del oeste del estado con una rapidez alarmante.

Una de sus pacientes tenía 17 años cuando la examinó por dolor estomacal. McMahon descubrió que había desarrollado cáncer de hígado causado por hepatitis B, apenas unas semanas antes de graduarse de la secundaria como la mejor estudiante.

Murió antes de la ceremonia.

McMahon también recuerda a un niño de 8 años que no mostraba signos de enfermedad hasta que se quejó de dolor: resultó ser un tumor de rápido crecimiento en el hígado. Aún puede escuchar su voz.

“Gemía de dolor diciendo: ‘Sé que voy a morir pronto’”, recordó. “Todos estábamos llorando”. El niño murió en casa una semana después.

El virus de la hepatitis B se transmite a través de la sangre y otros fluidos corporales, incluso en cantidades microscópicas, y puede sobrevivir en superficies durante una semana. Como muchos de sus pacientes, McMahon explicó que ambos niños contrajeron hepatitis B al nacer o en la infancia temprana.

Ese desenlace hoy se puede prevenir.

Una dosis de la vacuna al nacer, recomendada para recién nacidos desde 1991, es hasta 90% efectiva para prevenir la infección transmitida por la madre si se administra en las primeras 24 horas de vida. Si los bebés reciben las tres dosis, el 98% desarrolla inmunidad contra este virus incurable, con una protección que dura al menos 30 años.

En las comunidades del oeste de Alaska, años de pruebas dirigidas y campañas amplias de vacunación lograron que los casos se redujeran dramáticamente.

“El cáncer de hígado ha desaparecido en los niños”, dijo McMahon. “No hemos visto un solo caso desde 1995. Tampoco tenemos, que sepamos, nadie menor de 30 años que se haya infectado”.

Le preocupa que estos avances obtenidos con mucho esfuerzo puedan retroceder.

¿Retrasar la dosis?

Un comité asesor sobre vacunas de los Centros para el Control y  Prevención de Enfermedades (CDC, por su siglas en inglés), nombrado por el secretario de Salud y Servicios Humanos Robert F. Kennedy Jr., tiene previsto discutir y votar el 4 de diciembre si se mantiene la recomendación de administrar la dosis de hepatitis B al nacer.

La medida podría limitar el acceso de los niños a la vacuna.

En el podcast de Tucker Carlson en junio, Kennedy afirmó falsamente que la dosis de hepatitis B al nacer es una “causa probable” de autismo.

También dijo que el virus de la hepatitis B no es “casualmente contagioso”. Pero décadas de estudios demuestran que el virus puede transmitirse por contacto indirecto, cuando restos de fluidos infectados, como la sangre, entran al cuerpo al compartir objetos personales como rasuradoras o cepillos de dientes.

Las recomendaciones de este comité tienen gran influencia. La mayoría de los seguros privados están obligados a cubrir las vacunas que el Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP, por sus siglas en inglés) aprueba, y muchas políticas estatales de vacunación se basan directamente en esas guías.

Pero ni el ACIP ni los CDC tienen funciones regulatorias: no pueden imponer vacunas obligatorias. Esa responsabilidad recae en los estados. Sin embargo, mantener la recomendación de administrar la vacuna al nacer permite que las familias tengan la mayor cantidad de opciones: pueden elegir vacunar desde el nacimiento, esperar hasta más adelante o no vacunar. Y el seguro continuará cubriendo el costo de la vacuna mientras siga estando aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés).

Dos altos funcionarios de la FDA —el comisionado Marty Makary y el principal regulador de vacunas Vinay Prasad— sugirieron a finales de noviembre que podrían venir cambios en el proceso de aprobación de vacunas. Todas las vacunas deben estar aprobadas por la FDA para ser administradas en Estados Unidos.

En correos internos obtenidos por PBS NewsHour y The Washington Post, Prasad cuestionó la práctica rutinaria de “aplicar múltiples vacunas al mismo tiempo”.

No está claro si se refería a las vacunas combinadas, que protegen contra varias enfermedades en una sola dosis. Tres de las nueve vacunas contra la hepatitis B actualmente aprobadas por la FDA son combinadas. Sin embargo, la dosis al nacer se aplica solamente como una vacuna individual.

“Sembrando desconfianza”

Aunque los seguros privados continúen cubriendo esta vacuna, la desinformación que surja de esa reunión podría llevar a que algunas familias crean erróneamente que puede hacerle daño a sus bebés, advirtió Sean O’Leary, presidente del Comité de Enfermedades Infecciosas de la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) y profesor asistente en la Escuela de Medicina de la Universidad de Colorado.

“Lo que salga de este desastre de reunión en diciembre estará principalmente diseñado para sembrar desconfianza y esparcir miedo”, expresó.

El presidente Donald Trump, Kennedy y algunos de los nuevos miembros del ACIP han distorsionado cómo se transmite esta enfermedad hepática, ignorando o minimizando el riesgo del contagio indirecto.

El virus de la hepatitis B es mucho más contagioso que el VIH. Las personas no vacunadas, incluidos los niños, pueden infectarse con cantidades microscópicas de sangre en una mesa o un juguete, incluso si la persona infectada no presenta síntomas.

McMahon ha atendido a niños que dieron negativo al nacer y luego se infectaron por contacto indirecto. En un estudio de la década de 1970, casi un tercio de esos niños desarrolló hepatitis B crónica sin mostrar síntomas, explicó.

“Es un virus muy contagioso”, dijo McMahon. “Por eso dar la dosis al nacer a todos es la mejor manera de prevenirlo”.

Los CDC recomiendan que todas las personas embarazadas se hagan la prueba de hepatitis B, pero estiman que hasta un 16% no se la realiza y queda fuera de los registros. O’Leary y otros expertos dicen que hacer pruebas justo antes o después del parto no es factible, ya que la mayoría de los hospitales no tiene el personal ni los recursos suficientes.

La vacuna de tres dosis tiene un historial largo de seguridad. Numerosos estudios demuestran que no está asociada con un mayor riesgo de muerte infantil, fiebre o sepsis, esclerosis múltiple ni enfermedades autoinmunes. Las reacciones graves son poco comunes.

“Tenemos un perfil de seguridad excelente”, dijo O’Leary. “Nadie espera chocar en auto, ¿cierto? Pero igual todos usamos el cinturón de seguridad. Esto es similar”.

Los CDC estiman que 2,4 millones de personas en el país tienen hepatitis B, y que la mitad no sabe que está infectada. La enfermedad puede ir desde una infección aguda hasta una crónica, a menudo sin síntomas. Si no se trata, puede provocar cirrosis, insuficiencia hepática y cáncer de hígado. No tiene cura.

Recomendación para padres: hablar con su doctor

William Schaffner, profesor de medicina preventiva en la Escuela de Medicina de la Universidad de Vanderbilt y ex miembro con voto del ACIP, dijo que algunos padres tienen dificultad para entender por qué un recién nacido sano necesita una vacuna tan pronto, especialmente contra un virus que están convencidos de no tener y que a menudo asocian solo con conductas de riesgo. Esa percepción, señaló, se mezcla con la creciente desconfianza en la salud pública y el escepticismo hacia las vacunas.

Su consejo para futuros padres que están indecisos es hablar con su médico sobre las vacunas. Incluso si la embarazada dio negativo en la prueba, dijo, sigue siendo importante administrar la dosis al nacer, ya que pueden ocurrir falsos negativos y el virus se puede propagar fácilmente a través del contacto con superficies.

Los bebés que reciben la serie completa de vacunas desde el nacimiento tienen 84% menos probabilidad de desarrollar cáncer de hígado.

“Si uno espera un mes y la madre resulta ser positiva, o el bebé se contagia de un cuidador, para entonces la infección ya está establecida en el hígado del bebé”, explicó Schaffner. “Ya es demasiado tarde para prevenirla”.

Agregó que, si menos personas se vacunan, la hepatitis B circulará más en las comunidades estadounidenses y el riesgo de infección aumentará para quienes no se vacunen.

Y más casos de hepatitis B también podrían significar mayores costos tanto para los pacientes como para el sistema de salud.

Los CDC calculan que tratar a una persona con una forma menos grave de la enfermedad cuesta entre $25.000 y $94.000 al año. Para quienes necesitan un trasplante de hígado, los gastos médicos anuales pueden superar los $320.000, dependiendo del tratamiento.

Durante los últimos 30 años, los principales efectos secundarios que han reportado los padres tras la aplicación de la dosis al nacer han sido llanto e irritabilidad, síntomas que desaparecen rápidamente. Schaffner dijo que eso demuestra un perfil de seguridad muy sólido para una vacuna en recién nacidos que protege contra una enfermedad incurable.

“Los datos son clarísimos sobre esto”, agregó. “Ahora hay toda una serie de países que han iniciado este programa. Lo han tomado como modelo del nuestro”.

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