Recuerdo vívidamente ese viernes por la tarde cuando mi presión ocular se disparó y tuve que ir tambaleando hasta el consultorio de mi oftalmólogo. Mi visión se volvía cada vez más borrosa y veía nublados los autos y los semáforos.
El consultorio ya había cerrado, pero todo el equipo estaba allí esperándome. Uno de ellos me pinchó los globos oculares con un instrumento punzante para drenar el líquido que se había acumulado. Eso alivió la presión y me devolvió la visión.
Pero era el cuarto pico de presión ocular que amenazaba mi visión en nueve días, y los doctores temían que volviera a suceder durante el fin de semana. Así que me fui a la sala de emergencias, donde pasé la noche conectado a un tubo intravenoso que suministraba un poderoso agente antiinflamatorio.
Más tarde, cuando le contaba esta historia a mis amigos y colegas, algunos de ellos no entendían la importancia de la presión ocular o ni siquiera lo que era. “No sabía que se podía medir la presión sanguínea en los ojos”, me dijeron.
La mayoría de las personas consideran que su visión es de suma importancia. Sin embargo, muchas de ellas saben muy poco sobre las enfermedades oculares más graves.
En un estudio de 2016 publicado en JAMA Ophthalmology, basado en una encuesta nacional en línea, casi la mitad de los encuestados dijeron que temían perder la vista más que la memoria, el habla, el oído o sus extremidades. Sin embargo, muchos “no tenían conciencia de enfermedades oculares importantes”, según el estudio.
Un estudio publicado este mes, realizado por Wakefield Research para las organizaciones sin fines de lucro Prevent Blindness y Regeneron Pharmaceuticals, reveló que una cuarta parte de los adultos con mayor riesgo de desarrollar enfermedades de la retina, como degeneración macular y retinopatía diabética, atrasaron la búsqueda de atención médica para sus problemas de visión.
“Se hace mucho menos énfasis en la salud ocular que en la salud general”, afirma Rohit Varma, director fundador del Southern California Eye Institute de Hollywood Presbyterian Medical Center.
Varma dice que, debido a que muchas veces las enfermedades de los ojos no causan dolor y avanzan lentamente, “la gente se acostumbra, y a medida que envejece empieza a pensar, ‘esto es una parte normal del envejecimiento'”. Pero si sintiera un dolor intenso, agrega, la misma persona buscaría atención médica.
Pero para muchos no es fácil tener un examen de la vista o recibir tratamiento. Millones no tienen seguro de salud, otros no pueden pagar su parte del costo, o viven en comunidades donde no hay muchos oftalmólogos.
“El hecho de que la gente sepa que necesita atención médica no significa que pueda pagarla o que tenga acceso a ella”, dice Jeff Todd, director y presidente de Prevent Blindness.
Otro reto que refleja la brecha entre la atención oftalmológica y la atención de salud general es que el seguro médico suele cubrir solo el cuidado de ojos para diagnosticar o tratar enfermedades, excepto en el caso de los niños.
Muchos planes de salud cubren los exámenes de visión de rutina, pero estos generalmente no incluyen el tipo de examen que se utiliza para recetar anteojos y lentes de contacto. Tampoco suelen cubrir el costo de los lentes. En algunos casos se necesita un seguro de visión aparte para estos servicios; consulta con tu plan de salud para saber qué cubre.
Desde que me diagnosticaron glaucoma hace 15 años, he tenido más controles de presión ocular, exámenes de visión, recetas de gotas para los ojos y cirugías láser de los que puedo recordar. Yo no debería subestimar la importancia de mi vista. Y sin embargo, cuando mis ojos se llenaron de esa niebla que empañaba mi visión en marzo pasado, me sentí extrañamente optimista.
Resultó que esos picos de presión en serie habían sido provocados por una reacción adversa a las gotas a base de esteroides que me recetaron tras una operación de cataratas. Mi oftalmólogo me dijo más tarde que había estado “a pocas horas” de perder la vista.
Espero que mi experiencia de estar cerca de la ceguera inspire a la gente a ser más consciente de sus ojos.
Los anteojos o los lentes de contacto pueden marcar una gran diferencia en la calidad de vida de una persona al corregir los errores de refracción, que afectan a 150 millones de estadounidenses. Pero no hay que ignorar el riesgo de los trastornos oculares mucho más graves, que pueden sorprendernos. En muchos casos se pueden controlar, si se detectan a tiempo.
El glaucoma, que afecta a unas 3 millones de personas en Estados Unidos, ataca primero la visión periférica y puede causar daños irreversibles en el nervio óptico. Es hereditario y es cinco veces más prevalente en las personas afroamericanas que en la población general.
Casi 10 millones de personas en este país tienen retinopatía diabética, una complicación de la diabetes que ocurre cuando se dañan los vasos sanguíneos de la retina. Y unas 20 millones de personas de 40 años o más tienen degeneración macular, una enfermedad de la retina asociada con el envejecimiento que, con el tiempo, disminuye la visión central.
Las cataratas causan opacidad en el cristalino, la lente natural del ojo. A medida que las personas envejecen, es muy común que las desarrollen: la mitad de las personas de 75 años o más las tienen. Las cataratas pueden causar ceguera, pero se tratan con cirugía.
Si tienes más de 40 años y no te has realizado un examen ocular completo en un tiempo, o nunca, pónlo en tu lista de tareas pendientes. Y hazlo antes de esa edad si tienes diabetes, antecedentes familiares de glaucoma o si eres una persona afroamericana o parte de otro grupo racial o étnico con alto riesgo de ciertas enfermedades oculares.
Y no te olvides de los más jóvenes. Múltiples afecciones oculares pueden afectar a los niños. Los errores de refracción, tratables con lentes correctivas, pueden causar problemas más adelante en la vida si no se tratan lo suficientemente temprano.
Los estilos de vida saludables también benefician a tus ojos. “Todo lo que ayuda a tu salud general ayuda a tu visión”, dice Andrew Iwach, vocero clínico de la Academia Americana de Oftalmología y director ejecutivo del Glaucoma Center of San Francisco.
Reduce el estrés, haz ejercicio regularmente y sigue una dieta saludable. También deja de fumar. Aumenta el riesgo de enfermedades oculares graves.
Y considera adoptar hábitos que protejan tus ojos de lesiones: usa lentes de sol cuando estés al aire libre, descansa de la pantalla de tu computadora y teléfono celular regularmente, y usa anteojos protectores cuando trabajes en la casa o practiques deportes.
El sitio web de Prevent Blindness ofrece información sobre prácticamente todo lo relacionado con la salud ocular, incluyendo el seguro. Otras buenas fuentes son el sitio EyeSmart de la Academia Americana de Oftalmología y el Instituto Nacional del Ojo.
Así que lee y comparte lo que has aprendido. “Cuando te reúnas con tu familia para las fiestas”, dice Iwach, “si no sabes de qué hablar, habla de tus ojos”.
Esta historia fue producida por KFF Health News, que publica California Healthline, un servicio editorialmente independiente de la California Health Care Foundation.
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