VICTORVILLE, California. — Todos los viernes, Frances De Los Santos espera por un envío de comidas preparadas saludables que llega a la puerta de su casa cerca del desierto de Mojave. De la caja, la administradora de propiedades jubilada de 80 años, con una enfermedad renal crónica en etapa 4, saca bandejas de alimentos congelados que puede calentar en el microondas. Su favorito es el pollo agridulce.
En los tres meses desde que comenzó a comer estas comidas personalizadas, De Los Santos ha aprendido a controlar su diabetes manteniendo un nivel saludable de azúcar en la sangre.
Dos horas al sur, en Indio, Vidal Fonseca se prepara para su tercera cita de diálisis de la semana. También lucha contra la enfermedad renal y la diabetes. El ex trabajador agrícola de 54 años fue dado de alta del hospital en noviembre con la orden de seguir una dieta estricta, pero es un desastre en la cocina y tiene dificultad para controlar su glucosa. No recibe las comidas preparadas.
Aquí, en el extenso Inland Empire de California, donde más de la mitad de los adultos tienen diabetes o corren el riesgo de desarrollarla, un plan de salud ofrece comidas médicamente diseñadas a determinados pacientes seleccionados.
Al llevar alimentos directamente a las puertas durante algunos meses, los funcionarios estatales esperan que los pacientes desarrollen hábitos alimenticios más saludables que perduren hasta mucho después de que dejen de recibir los envíos. Todo es parte de un gran experimento estatal para mejorar la salud de algunos de sus pacientes más enfermos, y costosos.
La iniciativa de California, puesta en marcha hace cinco años, conocida como CalAIM, probará si el gobernador demócrata Gavin Newsom puede reducir el gasto público en Medi-Cal, el programa estatal de Medicaid para personas de bajos ingresos, que se disparó a $124,000 millones este año fiscal, casi el triple de una década atrás.
Las aseguradoras de atención de salud administrada de Medi-Cal tratarán de mantener a las personas fuera de las costosas instituciones de atención médica mediante la prestación de servicios sociales, como ayudar a los pacientes a encontrar vivienda, eliminar el moho tóxico de sus hogares y entregar alimentos médicamente adaptados.
CalAIM, que se espera que cueste $8,700 millones, es diferente porque lo llevan a cabo principalmente planes de salud, no los departamentos de servicios sociales de los condados. Servirá a solo una pequeña parte de los 14,5 millones de californianos inscritos en Medi-Cal. Y el estado aún está desarrollando una forma de rastrear los resultados de salud, lo que significa que nadie sabe aún si se ahorrará dinero.
“Este es un programa nuevo y, a menudo, con programas nuevos, estás construyendo el avión mientras lo estás volando”, dijo Shelly LaMaster, directora de atención integrada del plan de salud Inland Empire Health Plan.
El plan de salud es una de las dos aseguradoras que gestionan Medi-Cal en los condados de San Bernardino y Riverside, y tiene alrededor de 1.5 millones de afiliados. Inland Empire Health Plan dice que alrededor de 11,000 de sus afiliados serán elegibles para recibir comidas y cajas de alimentos. El beneficio promedio tiene un valor de $1,596 y dura tres meses, aunque las aseguradoras pueden optar por extender las entregas de alimentos.
Debido a que los planes deciden qué afiliados reciben servicios, muchos que los necesitarían —incluso aquellos inscritos en el mismo plan o que viven en el mismo condado— quedan fuera. En Inland Empire, algunos pacientes han comenzado a recibir alimentos mientras que otros aún se están inscribiendo. Hasta ahora, el 40% de los destinatarios son hispanos, el 35% son blancos no hispanos y el 18% son negros no hispanos, lo que refleja la demografía de la región. (Los hispanos pueden ser de cualquier raza o combinación de razas).
Las entregas iniciales para la mayoría de los participantes serán comidas congeladas, que van desde tacos hasta pollo al curry. Luego, pueden recibir cajas llenas de frutas frescas, verduras, pan integral, pasta y arroz para que puedan preparar sus propias comidas.
De Los Santos se encuentra entre los 720 afortunados que desde enero obtuvieron la aprobación para recibir el beneficio. Los participantes deben ser referidos al programa, y las referencias pueden provenir de médicos, grupos comunitarios y miembros de sus familias; los afiliados a Medi-Cal pueden incluso recomendarse a sí mismos.
El administrador de casos que trabaja con De Los Santos la identificó como una candidata para el beneficio después de hacer una evaluación. Luego, un dietista la evaluó para conocer sus preferencias alimentarias y preocupaciones de salud y crear un plan de nutrición.
Su primera caja de comidas nutricionalmente adaptadas llegó en febrero de Mom’s Meals, una de las dos compañías de comidas preparadas contratadas por Inland Empire Health Plan. Cada semana recibe comidas para calentar en el microondas y una hoja de información con el desglose de macronutrientes de cada plato.
“Ahora tengo un horario para comer”, dijo. “Estoy comiendo muchas carnes, ensaladas y vegetales, como brócoli y coliflor, que son buenos para mí”.
Mientras tanto, Fonseca, también inscrito en Inland Empire Health Plan, depende de su esposa e hija para controlar su diabetes. Tras recibir el diagnóstico en noviembre, navegaron Internet para buscar recetas para poder cocinarle.
“Antes de que le diagnosticaran la enfermedad renal, comía una dieta alta en alimentos ricos en hierro que son típicos de nosotros, como lentejas y frijoles, pero no son buenos para la enfermedad renal”, dijo su hija María Cruz, de 29 años. “Le estábamos dando veneno”.
Fonseca dijo que había oído hablar de bancos de alimentos pero no de comidas a domicilio. “El menú para alguien con insuficiencia renal y diabetes es muy limitado y específico”, dijo en español. “Hablar con un nutricionista y recibir comidas hechas específicamente para mí de forma gratuita sería de gran ayuda”.
Pero a pesar de que sus dolencias lo calificarían para la entrega de comidas, depende de que la aseguradora lo inscriba.
Participar en el programa sería un alivio para su esposa e hija. Eufracia Constantino, esposa de Fonseca, todavía trabaja en el campo. Se despierta a las 4:30 de la mañana para prepararle el desayuno antes de irse al trabajo. Su hija le prepara el almuerzo, que generalmente consiste en pollo o pescado, verduras salteadas y huevos duros.
“Yo solía conducir camiones con un burrito en una mano y el volante en la otra”, dijo Fonseca, quien era camionero agrícola.
De Los Santos, quien hasta hace poco era el sostén de la familia, ha tenido que acostumbrarse a ser una paciente. Hace dos meses su esposo, Fermín Silva, se convirtió en su cuidador pagado por el estado, y la pareja tiene dificultades para pagar el alquiler, el agua y la luz. Para ahorrar dinero, se mudarán a una casa móvil de dos dormitorios el próximo mes.
“Ahora no tengo que preocuparme por comprar mis comidas”, dijo. “Yo diría que he ahorrado alrededor de $150 al mes”.
Mientras ella ahorra dinero, Fonseca gasta $100 adicionales a la semana para comprar los ingredientes de las comidas saludables que le preparan su esposa y su hija.
“Tuvimos que estirar el sueldo de mi esposa”, dijo Fonseca. “Ya no llenamos el carrito de las compras como antes”.
El Departamento de Servicios de Atención Médica de California, que administra Medi-Cal, espera que los pacientes que reciben comidas médicamente adaptadas lleguen a utilizar el sistema de salud con menos frecuencia.
El objetivo es hacer que las personas sean más saludables capacitándolas para que adopten mejores hábitos alimenticios y aprendan a mantener una buena dieta. Aunque algunos beneficiarios pueden tener condiciones irreversibles, como insuficiencia cardíaca congestiva o diabetes grave, los funcionarios aún ven oportunidades para reducir las admisiones al hospital y las visitas a la sala de emergencias.
Los estudios han demostrado que brindar servicios de entrega de comidas ayuda a reducir los costos de atención médica. Los funcionarios estatales señalan que los beneficios de alimentos se ampliarán con el tiempo, y que no hay un límite de precio en la iniciativa.
Pero la agencia de salud no pudo proporcionar datos sobre cuántos pacientes de Medi-Cal son elegibles para la entrega de alimentos y no informará la cantidad de personas que reciben el servicio hasta finales de este año. El estado planea medir la rentabilidad de estos servicios sociales a medida que se expanda el programa, según Anthony Cava, vocero de la agencia.
Los funcionarios de Inland Empire Health Plan dicen que podría ser un desafío identificar el impacto de un beneficio individual, ya que muchos miembros reciben múltiples servicios. Y se necesita tiempo para darse cuenta de las consecuencias para la salud.
Las comidas de De Los Santos terminarán pronto. Rechazó una extensión, diciendo que ha aprendido lo suficiente sobre porciones y autocontrol. Se siente segura de continuar con su dieta saludable con la ayuda de su esposo, quien cocinará para ella.
“Mi esposo me dice que desacelere”, dijo, “pero tengo mucha más energía”.
Fonseca teme que una vida poco saludable combinada con un trabajo físicamente exigente haya afectado su cuerpo. Solía trabajar en dos campos en un día y viajaba dependiendo de la temporada de cultivo. Nunca se tomó tiempo libre. “Ahora todo lo que tengo es tiempo”, dijo, “pero la diálisis me hace sentir agotado”.
Le preguntó a su enfermera acerca de cómo obtener comidas médicamente diseñadas.
“Tiene que estar saludable para calificar para entrar en una lista de espera de trasplante de riñón”, dijo su hija. “Esa es nuestra esperanza”.
Esta historia fue producida por KHN, que publica California Healthline, un servicio editorialmente independiente de la California Health Care Foundation.