Trabajadores de salud comunitarios ayudan a mejorar la salud de habitantes de zonas rurales

A photo of two people sitting across a table with a community health worker.

HURON, Dakota del Sur.- Kelly Engebretson esperaba una prótesis después de sufrir la amputación de parte de una pierna. Pero no tenía cómo ir a la cita médica.

Los gemelos de Nah Thu Thu Win necesitaban sus vacunas antes de empezar la guardería. Pero ella habla poco inglés y los niños no tienen seguro médico.

William Arce y Wanda Serrano se recuperaban de unas cirugías recientes; pero la pareja necesitaba ayuda para entender su cobertura y las facturas.

Engebretson, Win, Arce y Serrano tuvieron la suerte de contar con la ayuda de trabajadores de salud de Huron, una ciudad de 14.000 habitantes conocida por ser el lugar donde se celebra la feria estatal y donde se encuentra la escultura del faisán más grande del mundo.

Tres trabajadores del Huron Regional Medical Center ayudan a los pacientes a navegar el sistema de salud y a superar las barreras, como la pobreza o la falta de una Vivienda segura, que podrían impedirles recibir atención médica. Estos trabajadores de salud comunitarios también pueden proporcionar educación básica sobre la gestión de problemas crónicos, como la diabetes o el colesterol alto.

Los programas de trabajadores de salud comunitarios se extienden por todo Estados Unidos, incluyendo zonas rurales y ciudades pequeñas, a medida que los proveedores de servicios de salud y los gobiernos estatales y federales invierten cada vez más en ellos.

Estas iniciativas llamaron la atención durante la pandemia de covid-19, y se ha comprobado que mejoran la salud de las personas y el acceso a la atención preventiva, al tiempo que reducen las costosas visitas al hospital.

Según Gabriela Boscán Fauquier, supervisora de iniciativas de trabajadores de salud comunitarios en la National Rural Health Association, los programas que cuentan con estos trabajadores pueden superar obstáculos comunes en las zonas rurales, donde la población se enfrenta a mayores índices de pobreza y a  problemas de salud concretos.

Estos trabajadores son “una extensión del sistema de salud” y sirven de enlace “entre la formalidad del sistema y la comunidad”, explicó Boscán Fauquier.

Los programas suelen tener como base a sistemas hospitalarios o a centros de salud comunitarios. El salario promedio de los trabajadores es de $23 la hora, según la Oficina Federal de Estadísticas Laborales. Se suele referir a los pacientes luego que médicos han observado que van mucho a las salas de emergencias o enfrentan desafíos personales.

Kelly Engebretson (izq.) se reúne con la trabajadora de salud comunitaria Mickie Scheibe en su casa en Huron, Dakota del Sur. Scheibe está ayudando a Engebretson a encontrar recursos financieros y de salud mientras se recupera de una amputación parcial de una pierna.(Arielle Zionts/KFF Health News)

Dakota del Sur es uno de los estados que ha financiado recientemente programas de trabajadores de salud comunitarios, ha establecido requisitos de formación y ha aprobado el reembolso de Medicaid por sus servicios. El programa de certificación del estado exige aprobar un curso de 200 y 40 horas de prácticas.

El Huron Regional Medical Center puso en marcha la iniciativa en el otoño de 2022, luego de recibir una subvención federal de $228.000. Al programa ahora lo financia el hospital sin fines de lucro y los reembolsos de Medicaid.

La población ed Huron, una pequeña ciudad rodeada de campo, es mayoritariamente blanca no hispana. Pero miles de originarios de Karen, una minoría étnica de Myanmar, país del sudeste asiático, empezaron a llegar en 2006. Muchos son refugiados. La ciudad también cuenta con una importante población hispana procedente del Caribe, México, Centroamérica y Sudamérica.

Mickie Scheibe, una de las trabajadoras de salud de Huron, pasó hace poco por la casa de Kelly Engebretson. Este hombre de 61 años no había podido trabajar desde que le amputaron parte de una pierna por complicaciones de la diabetes.

Scheibe lo ayuda con “los trámites que hay que hacer”, como solicitar Medicaid, explicó Engebretson.

Le dijo a Scheibe que no sabía cómo iba a llegar a Sioux Falls, a dos horas en auto de su casa, para que le pusieran la prótesis. Scheibe, de 54 años, le dijo que lo ayudaría a encontrar un transporte seguro.

También invitó a Engebretson a un programa educativo sobre diabetes.

Wanda Serrano le aplica gotas medicinales en los ojos a su esposo. Serrano y William Arce se ayudan mutuamente, pero también reciben asistencia de una trabajadora de salud comunitaria mientras se recuperan de las cirugías.(Arielle Zionts/KFF Health News)

“Iré encantado”, respondió él, agregando que invitaría a su madre.

Ese mismo día, Sau-Mei Ramos, compañera de trabajo de Scheibe, visitó el apartamento donde viven William Arce y Wanda Serrano. Arce se estaba recuperando de una operación de corazón, mientras que Serrano había tenido una operación de rodilla y otra de hombro.

La pareja, ambos de 61 años, llegó hace tres años desde Puerto Rico para estar cerca de sus hijos en Huron. Ramos, que también es puertorriqueña, coordinó sus citas, respondió a sus preguntas sobre facturación y ayudó a Arce a encontrar un andador y un seguro complementario.

Ramos, de 29 años, le entregó a Arce un folleto sobre salud del corazón y le pidió que leyera la sección sobre angina de pecho, el dolor que se produce cuando no llega suficiente sangre al corazón.

“¿Qué entiende? , le preguntó a Arce para saber si comprendía su enfermedad. Arce respondió que sabía qué era la angina de pecho y a qué síntomas debía estar atento.

Más tarde ese mismo día, Paw Wah Sa, la tercera trabajadora de salud comunitaria de la ciudad, se reunió con Nah Thu Thu Win, que llegó a Huron en febrero desde Myanmar con su marido y sus gemelos de 6 años. La familia Win, al igual que Sa, pertenecen a la comunidad Karen, perseguida por los militares de Myanmar, el país antes conocido como Birmania.

Win, de 29 años, suponía que los niños tendrían derecho a Medicaid. Pero, a diferencia de la mayoría de los demás estados, Dakota del Sur no ofrece cobertura inmediata a los niños que han migrado legalmente a Estados Unidos. El padre de los niños espera poder incluirlos pronto en su seguro laboral.

Sa no quería que los niños tuvieran que esperar para recibir atención de salud. La joven, de 24 años, ya había llevado a los gemelos a una clínica dental móvil gratuita en Huron. Resultó que necesitaban un tratamiento dental más avanzado, que sólo podían recibir sin cargo en Sioux Falls. Sa los ayudó a hacer los trámites.

Muchos residents que pertenecen a la etnia Karen y los que proceden de zonas rurales de Latinoamérica tenían poco acceso a atención antes de venir a Estados Unidos, explicaron Sa y Ramos. Dijeron que una parte importante de su trabajo consiste en explicar qué tipo de atención está disponible y cuándo es importante buscar ayuda.

A veces, las tres trabajadoras llevan a sus clientes a hacer las compras, para enseñarles a entender las etiquetas y a identificar los alimentos saludables.

Boscán Fauquier, de la National Rural Health Association, afirmó que, dado que los trabajadores comunitarios conocen las culturas a las que atienden, pueden sugerir alimentos asequibles con los que los clientes están familiarizados.

La población de las zonas rurales de Estados Unidos se está reduciendo, pero el censo de 2020 mostró que se ha vuelto más diversa por la llegada de personas de minorías étnicas que entran a trabajar en industrias como la agricultura, el envasado de carne y la minería. Otros llegan atraídos por los bajos índices de delincuencia y las viviendas más económicas de las zonas rurales.

Nah Thu Thu Win (der.), una inmigrante reciente de Myanmar, se reúne con Paw Wah Sa, una trabajadora de salud comunitaria, en el apartamento de Win en Huron, Dakota del Sur. Sa está ayudando a los hijos de Win, que no tienen seguro médico, a obtener acceso a vacunas y atención dental.(Arielle Zionts/KFF Health News)

Boscán Fauquier señaló que muchos programas de trabajadores de salud para comunidades rurales atienden a personas de grupos minoritarios, que tienen más probabilidades que los blancos no hispanos de enfrentarse a barreras que les impiden el acceso a los servicios médicos.

Señaló los programas que atienden a las reservas de nativos americanos, a la región del Cinturón Negro del Sur y a las comunidades hispanohablantes, donde se conoce a las trabajadoras comunicatrias como “promotoras”. Pero estos trabajadores también atienden a comunidades rurales blancas no hispanas, como la de los Apalaches, afectadas por la crisis de los opioides.

Medicare, el programa federal de salud para adultos de 65 años o más, reembolsa los servicios de los trabajadores comunitarios desde enero. Boscán Fauquier dijo que los activistas de salud esperan que más programas estatales de Medicaid y aseguradoras privadas permitan también el reembolso.

Engebretson comentó que se alegra de que haya trabajadores de salud comunitarios en todo Dakota del Sur, no sólo en las grandes ciudades.

Cuantos más “puedan llegar a las personas, mejor será”, dijo.

Exit mobile version