En 2011, como parte de la preparación de una expedición a Filipinas, el doctor Matthew Lewin, fundador del Centro para la Salud en Viajes y Exploraciones de la Academia de Ciencias de California, investigó los tratamientos para mordeduras de serpiente en zonas rurales.
Lewin recordó entonces la historia de un renombrado herpetólogo de la Academia, Joseph Slowinski, quien, una década antes, había sufrido la mordedura de una krait muy venenosa en Myanmar y no pudo llegar a tiempo al hospital para salvar su vida.
“Llegué a la conclusión de que necesitaba algo pequeño y compacto, sin importar el tipo de serpiente”, dijo Lewin.
Eso puso a Lewin en la búsqueda de un moderno medicamento contra las mordeduras de serpiente. Y hoy su compañía, Ophirex, con sede en Corte Madera, California, está a punto de anunciar un prometedor tratamiento oral que cabe en el bolsillo.
Es estable, fácil de usar y económico. Y trata el veneno de muchas especies. “Ese es el santo grial del tratamiento para las mordeduras de serpiente”, señaló.
Su trabajo ha recibido el impulso, con subvenciones multimillonarias, de una organización benéfica británica y del Ejército de los Estados Unidos. Si funciona, y se ha demostrado que funciona extremadamente bien en ratones y cerdos, podría salvar decenas de miles de vidas al año.
Lewin y Ophirex no están solos en esta búsqueda. Las mordeduras de serpiente matan a casi 140,000 personas al año, mayormente en zonas rurales empobrecidas de Asia y África sin la infraestructura médica adecuada y sin los conocimientos para administrar antídotos.
Aunque pocas personas mueren cada año en los Estados Unidos por mordeduras de serpiente, el problema ocupa ya el primer lugar en la lista de urgencias de salud mundial.
La financiación se ha disparado, y otros grupos de investigación también han hecho un trabajo prometedor en nuevos tratamientos. Los herpetólogos dicen que la deforestación y el cambio climático están incrementando los encuentros entre humanos y serpientes, al forzar su desplazamiento a nuevos hábitats.
La investigación de Lewin se centra en un medicamento llamado varespladib, este inhibidor de la enzima del veneno de serpientes ha demostrado eficacia en estudios in vitro y ha salvado eficazmente a ratones y cerdos inoculados con veneno.
Durante la investigación, Lewin y su equipo se han encontrado con otro uso potencial del medicamento. El varespladib tiene un efecto positivo en el síndrome de dificultad respiratoria aguda asociado con COVID-19. El próximo año, Ophirex llevará a cabo pruebas en humanos para el posible tratamiento del síndrome, financiado con $9,9 millones del Ejército.
¿La relación con una mordedura de serpiente? La inflamación de los pulmones causada por el coronavirus produce la enzima sPLA2. El veneno de la serpiente produce una versión más mortal de la misma enzima.
Las otras compañías que han encontrado soluciones prometedoras para la mordedura de serpiente no están tan avanzadas como Ophirex.
En la Universidad de California-Irvine, el químico Ken Shea y su equipo crearon un nanogel —un tipo de polímero utilizado en aplicaciones médicas— que bloquea las proteínas clave del veneno causantes de la destrucción de las células. En la Universidad Técnica de Dinamarca, Andreas Laustsen estudia cómo manipular bacterias para crear antídotos en tanques de fermentación.
Aunque ya se superaron los tiempos en los que se hacía una incisión en una mordedura de serpiente y se succionaba el veneno, el tratamiento actual sigue siendo arcaico.
Desde principios del siglo XX, el antídoto se ha fabricado inyectándole a caballos y otros animales veneno extraído de serpientes y diluido. El sistema inmunológico de los animales genera anticuerpos a lo largo de varios meses, y se extrae el plasma sanguíneo de los animales y los anticuerpos.
Es muy caro. Los hospitales estadounidenses pueden cobrar hasta $15,000 por frasco, y una mordedura de serpiente puede requerir entre 4 y 50 frascos. Además, solo existe el antídoto para poco más de la mitad de las especies de serpientes venenosas del mundo.
El problema es que, en promedio, una víctima de mordedura de serpiente tarda unas dos horas en llegar a un hospital y comenzar el tratamiento. El arma química que es el veneno comienza inmediatamente a destruir las células, lo que hace que el tratamiento rápido sea esencial para salvar vidas y prevenir la pérdida de tejido.
“La ventana de dos horas entre el colmillo y la aguja es donde se produce el mayor daño”, señaló Leslie Boyer, directora del Instituto de Inmunoquímica, Farmacología y Respuesta a Emergencias del Veneno —VIPER— de la Universidad de Arizona.
Por eso, la búsqueda de un nuevo medicamento contra las mordeduras de serpiente se ha centrado en un tratamiento barato que la persona pueda tener consigo. El medicamento de Lewin no reemplazaría al antídoto. Según él, sería la primera línea de defensa hasta que la víctima pueda llegar a un hospital para el tratamiento.
Lewin dijo que espera que la medicina sea barata, para que los habitantes de regiones donde las mordeduras de serpiente son comunes puedan pagarla.
El veneno es químicamente complicado, y Lewin comenzó buscando cuál de sus innumerables componentes bloquear. Se concentró en la enzima sPLA2.
Examinando la literatura sobre medicamentos que habían sido probados clínicamente para otras condiciones, se encontró con el varespladib. Había sido desarrollado conjuntamente por Eli Lilly y Shionogi, una compañía farmacéutica japonesa, como un posible tratamiento para la sepsis. Nunca lo habían sacado al mercado.
Si funcionaba, Lewin podría recibir autorización para producir el medicamento, que ya se había estudiado a fondo y se había demostrado que era seguro.
Introdujo el veneno en una serie de tubos de ensayo. Varespladib y otros medicamentos se añadieron al veneno. Luego agregó un reactivo. Si el veneno seguía activo, la solución se volvería amarilla; si se neutralizaba, permanecería clara.
Los frascos con varespladib “quedaron completamente transparentes”, dijo. “Fue tan sorprendente que dije: ‘Debo haberme equivocado.’”
Con una pequeña subvención, envió el medicamento al Centro de Descubrimiento Molecular de Yale y comprobó que el varespladib neutralizaba eficazmente el veneno de las serpientes que se encuentran en seis continentes. El resultado se publicó en la revista Toxins y tuvo una gran repercusión entre la pequeña comunidad de investigadores de mordeduras de serpientes.
Lewin luego realizó pruebas en ratones y cerdos. Ambas tuvieron éxito.
A continuación debían realizarse los ensayos clínicos con humanos, pero se han retrasado por la pandemia. Está previsto que se pongan en marcha la próxima primavera.
Entre tanto, Lewin tuvo la suerte de hacer contactos que facilitaron la financiación. En 2012, asistió a una fiesta en Mill Valley, California, hogar de Jerry Harrison, el ex guitarrista y teclista de Talking Heads. A Harrison siempre le interesaron los negocios y las “startup” —dijo que siempre había leído con cuidado los contratos de la banda de los 80— y en la fiesta preguntó “si alguien tenía alguna idea en la cabeza”.
“Y Matt levanta la voz y dice: ‘Tengo esta idea de cómo evitar que la gente muera por mordeduras de serpiente’”, contó Harrison.
El músico dijo que se sintió sorprendido por un problema tan inusual y grave, pero “pensé que si puede salvar vidas tenemos que hacerlo”, señaló. Se convirtió en inversor y cofundador de Ophirex con Lewin.
Lewin conoció a la teniente coronel Rebecca Carter, bioquímica que dirigía la División de Modernización Médica del Comando de Operaciones Especiales de la Fuerza Aérea, en 2016, cuando asistió a la Semana del Veneno en Greenville, Carolina del Norte.
Presentó los resultados de sus estudios sobre ratones. Le contó cuál era su primera misión: encontrar un antídoto universal para los médicos de los equipos de operaciones especiales en África. Ella persuadió al Grupo Asesor de Investigación Biomédica del Comando de Operaciones Especiales, que se especializa en llevar proyectos críticos a producción, para que le concediera a Ophirex $148,000 en 2017. Más tarde se retiró de la Fuerza Aérea y ahora trabaja para Ophirex como vicepresidenta.
Luego llegaron más subvenciones multimillonarias, incluyendo la subvención COVID del Ejército. Los ensayos clínicos están programados para comenzar este invierno.
A pesar del progreso y el repentino flujo de dinero, Lewin insiste en una cura universal para la mordedura de serpiente. “Hay suficiente evidencia para decir que el medicamento merece llegar a los ensayos clínicos”, señaló.