Clarence Troutman sobrevivió a una estadía de dos meses en el hospital con COVID-19, y volvió casa a principios de junio. Pero está lejos de superar la enfermedad: todavía tiene dificultad para respirar y sus manos se hinchan y ponen rígidas.
“Antes de Covid, era un hombre relativamente sano de 59 años”, dijo el técnico de internet y cable de Denver, Colorado. “Si tuviera que decir dónde estoy ahora, diría alrededor del 50% de mi potencial, pero cuando volví a casa estaba al 20%”.
Troutman atribuye su progreso en gran parte a la “motivación y educación” de un nuevo programa para pacientes post-Covid de la Universidad de Colorado, una de un número pequeño pero creciente de clínicas cuyo objetivo es tratar, y estudiar, a los que han tenido la impredecible enfermedad causada por el nuevo coronavirus.
Mientras se acerca la elección presidencial en los Estados Unidos, se pone mucha atención en las cifras diarias de infecciones o en el creciente número de muertes. Pero otra medida es importante: los pacientes que sobreviven pero continúan luchando con una variedad de efectos físicos o mentales, como daño pulmonar, problemas cardíacos o neurológicos , ansiedad y depresión.
“Necesitamos pensar en cómo vamos a brindar atención a los pacientes cuya recuperación del virus puede llevar años”, dijo la doctora Sarah Jolley, neumonóloga del Hospital de la Universidad de Colorado de UCHealth y directora de la clínica Post-Covid de la UCHealth, donde se atiende Troutman.
Esa necesidad ha impulsado las clínicas post-Covid, que reúnen a una variedad de especialistas en un solo lugar.
Una de las primeras y más grandes clínicas de este tipo está en Mount Sinai, en la ciudad de Nueva York, pero también se han lanzado programas en la Universidad de California-San Francisco, el Centro Médico de la Universidad de Stanford y la Universidad de Pensilvania. La Clínica Cleveland planea abrir una a principios del próximo año.
Y no se trata solo de centros médicos académicos: St. John’s Well Child and Family Center, parte de una red de clínicas comunitarias en el centro sur de Los Ángeles, dijo recientemente que tiene como meta seguir evaluando a miles de sus pacientes que fueron diagnosticados con Covid desde marzo para analizar los efectos a plazo.
La idea general es reunir a profesionales médicos de un amplio espectro: neumonólogos, cardiólogos, y especialistas en médula espinal. También a expertos en salud mental, trabajadores sociales y farmacéuticos.
Muchos de los centros también realizan investigaciones, con el objetivo de comprender mejor por qué el virus afecta con tanta fuerza a ciertos pacientes.
“Algunos de nuestros pacientes, incluso aquéllos con un ventilador al borde de la muerte, saldrán notablemente ilesos”, dijo el doctor Lekshmi Santhosh, profesor asistente de cuidados críticos pulmonares y líder de la clínica OPTIMAL, el programa post-Covid en UC San Francisco.
“Otros, incluso los que nunca fueron hospitalizados, tienen fatiga incapacitante, dolor de pecho continuo y dificultad para respirar, y hay un gran espectro en el medio”.
Es demasiado pronto para saber cuánto tiempo durarán los síntomas y efectos físicos persistentes, o para hacer estimaciones precisas sobre el porcentaje de pacientes afectados.
Algunos estudios iniciales dan pistas. Un informe austríaco publicado en septiembre encontró que 76 de los primeros 86 pacientes estudiados tenían evidencia de daño pulmonar seis semanas después de haber recibido el alta, número que se redujo a 48 pacientes a las 12 semanas.
Algunos investigadores y clínicas dicen que alrededor del 10% de los pacientes con Covid en los Estados Unidos pueden tener efectos a largo plazo, dijo el doctor Zijian Chen, director médico del Centro de Atención Post-Covid en Mount Sinai, que a la fecha ha inscrito a 400 pacientes.
Si esa estimación es correcta, y Chen enfatizó que se necesita más investigación para asegurarlo, se traducirá en pacientes que ingresan al sistema médico en masa, a menudo con múltiples problemas.
La forma en que respondan los sistemas de salud y las aseguradoras será clave, dijo. Más de 6.5 millones de estadounidenses han dado positivo para la enfermedad. Si menos del 10%, digamos 500,000, ya tienen síntomas persistentes, “esa cifra es asombrosa”, dijo Chen. “¿Cuánta atención médica se necesitará?”.
Aunque los costos iniciales podrían ser un obstáculo, las clínicas mismas pueden eventualmente generar ingresos, que los centros médicos necesitan, al atraer pacientes, muchos de los cuales tienen un seguro para cubrir parte o la totalidad del costo de estas visitas a largo plazo.
Chen, de Mount Sinai, dijo que los centros especializados pueden ayudar a reducir el gasto en salud al brindar una atención coordinada y más rentable que evite la duplicación de pruebas a las que un paciente podría someterse de otra manera.
“Hemos visto pacientes que cuando los internan, ya se han hecho cuatro resonancias magnéticas o tomografías computarizadas y una cantidad de análisis de sangre”, dijo.
El programa consolida esos resultados anteriores y determina si se necesitan pruebas adicionales. A veces, la respuesta a las causas de los síntomas duraderos de los pacientes sigue siendo difícil de obtener. Un problema para los pacientes que buscan ayuda fuera de las clínicas especializadas es que cuando no hay una causa clara para su condición, se les puede decir que los síntomas son imaginarios.
“Creo en los pacientes”, dijo Chen.
Aproximadamente la mitad de los pacientes de la clínica han recibido resultados de pruebas que muestran daños, explicó Chen, endocrinólogo y especialista en medicina interna. Para esos pacientes, la clínica puede desarrollar un plan de tratamiento. Pero, y es frustrante, la otra mitad tiene resultados no concluyentes aunque presenta una variedad de síntomas.
“Eso hace que sea más difícil de tratar”, dijo Chen.
Los expertos ven paralelismos con un impulso en la última década para establecer clínicas especiales para tratar a los pacientes dados de alta de terapias intensivas, que pueden tener problemas relacionados con el reposo en cama a largo plazo o el delirio que muchos experimentan mientras están hospitalizados. Algunas de las clínicas post-Covid siguen el modelo de las de post-terapia intensiva o son versiones ampliadas de este modelo.
Por ejemplo, el Centro de Recuperación de terapia intensiva del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, que abrió en 2012, está aceptando pacientes post-Covid.
Hay alrededor de una docena de estas clínicas nivel nacional, algunas de las cuales también están trabajando ahora con pacientes de Covid, dijo James Jackson, director de resultados a largo plazo en el centro de Vanderbilt. Al menos otra docena de centros post-Covid están en desarrollo.
Los centros generalmente realizan una evaluación inicial unas semanas después que un paciente es diagnosticado o dado de alta del hospital, generalmente con una videollamada. Luego se programa una visita al mes.
“En un mundo ideal, con estas clínicas post-Covid, se puede identificar a los pacientes y llevarlos a rehabilitación”, dijo. “Incluso si lo principal que hicieron estas clínicas fue decirles a los pacientes: ‘Esto es real, no es un invento’, ese impacto sería importante”, agrego Jackson.
El financiamiento es el mayor obstáculo. Muchos hospitales perdieron ingresos sustanciales por la cancelación de procedimientos electivos durante las cuarentenas.
“Entonces, no es un buen momento para lanzar una nueva actividad que requiere un subsidio inicial”, dijo Glenn Melnick, profesor de Economía de la Salud en la Universidad del Sur de California.
En UCSF, un grupo selecto de miembros de la facultad forman parte del personal de las clínicas post-Covid y algunos profesionales de salud mental ofrecen su tiempo como voluntarios, dijo Santhosh. Chen, de Mount Sinai, dijo que pudo reclutar profesionales de salud entre los que tenían más tiempo libre a falta de procedimientos electivos.
Jackson, en Vanderbilt, dijo que lamentablemente no ha habido suficiente investigación sobre el costo y la efectividad clínica de los centros post-terapia intensiva.
“En los primeros días, puede haber habido dudas sobre cuánto valor agrega esto”, apuntó. “Ahora, la pregunta no es tanto si es una buena idea, sino si es factible”.
En este momento, los centros post-Covid son ante todo un esfuerzo de investigación, dijo Len Nichols, economista y becario no residente del Urban Institute.
“Si estos pacientes mejoran con el tratamiento de los síntomas a largo plazo, eso es bueno para todos”, dijo Nichols. “Todavía no hay suficientes pacientes para convertirlo en un modelo de negocio, pero si se convierte en el lugar al que acudir luego del alta, podría resultar en un modelo de negocio para algunas de las instituciones de élite”.