HILLSBORO, Oregon. – En la pared de la oficina de Kimberly Repp hay un letrero en latín: Hic locus est ubi mors gaudet succurrere vitae. Este es un lugar donde los muertos se deleitan en ayudar a los vivos.
Para los médicos forenses, es una misión. Su trabajo es investigar muertes y aprender de ellas, para el beneficio de todos. Repp, sin embargo, no es médica forense, es doctora en microbiología. Y como epidemióloga del condado de Washington, estaba más acostumbrada a estudiar enfermedades infecciosas como brotes de gripe o norovirus entre los vivos.
Pero en 2012, funcionarios del condado le pidieron que examinara los suicidios. El pedido la transportó al mundo de las investigaciones sobre muertes, y también a conocer un dato notable: en este condado suburbano de 600,000 habitantes al oeste de Portland, la tasa de suicidios está bajando. Es notable porque las tasas nacionales han aumentado a pesar de los esfuerzos de décadas para revertir la tendencia mortal.
Si bien muchos factores contribuyen al suicidio, aquí, los funcionarios creen que han reducido este problema a través de la iniciativa de Repp de usar datos muy localizados que cualquier jurisdicción puede recopilar. Ahora la misión de Repp es enseñar a otros cómo reunirlos y usarlos.
El estado de Nueva York acaba de comenzar a probar este sistema. El condado de Humboldt, en California, lo está implementando. También ha recibido consultas de Utah y Kentucky. Mientras tanto, Colorado está utilizando su propia herramienta de recopilación de datos con el mismo objetivo: reducir las muertes por suicidio.
Siguiendo a los investigadores de la muerte
En 2012, cuando Repp examinó los datos disponibles, en su mayoría estadísticas reportadas periódicamente a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), pudo ver que el suicidio era un gran problema y que las tasas eran más altas entre los hombres blancos no hispanos mayores. Pero, más allá de eso, los datos no ofrecían mucha orientación. Además, estaban dos años atrasados.
Habló con sus jefes. “Puedo decirte quién tiene la tasa de suicidios más alta, pero no puedo decirte qué hacer al respecto”, recordó haberles dicho. “Es demasiado amplio”.
Entonces, recurrió a los investigadores de la oficina del médico forense del condado. Este equipo recopila información en cada escena de una muerte que no haya sido por causas naturales para determinar la causa (por ejemplo, ahogamiento o disparo) y la forma (homicidio, suicidio, accidente). Es un trabajo importante, pero sombrío, y tiende a atraer personalidades inusuales.
Repp reunió el coraje para presentarse a uno de los investigadores, Charles Lovato. “Dije, ‘hola, mi nombre es Kim y querría participar de una de tus investigaciones. Y él dijo: ‘Eres ese bicho raro que hace investigaciones de brotes, ¿no?’, a lo que contesté: ‘Y tú eres el bicho raro que investiga muertes’”.
El juego verbal funcionó. Por más de un año, Repp acompañó a Lovato en sus sombrías rondas. “Nada puede prepararte para lo que vas a ver”, dijo. “Comencé a sentir una saludable dosis de respeto por lo que hacen”.
Repp estudió las preguntas que Lovato hacía a amigos y familiares del difunto. Observó cómo grababa lo que veía en la escena. Y vio cómo muchos datos que ayudaban a determinar la causa y la forma de muerte nunca llegaban a los informes que las autoridades estatales y federales utilizan para rastrear los suicidios. Era una oportunidad perdida.
Recopilar datos sobre los muertos para salvar vidas
Repp trabajó con Lovato y sus colegas para desarrollar una nueva herramienta de recolección de datos con la cual los investigadores pudieran registrar fácilmente todos esos detalles en una lista de verificación. Incluyó no solo la edad y la causa de muerte, sino también preguntas para responder si o no sobre cosas como evidencia de abuso de alcohol, antecedentes de violencia interpersonal, crisis de salud, pérdida del empleo, etc.
Además, el condado creó un procedimiento, llamado revisión de muerte por suicidio, para observar más de cerca estas muertes. La revisión copió a la que se utiliza para evaluar una fatalidad infantil, un concepto que ahora es obligatorio y que data de la década de los 70. Después de obtener el visto bueno de los miembros de la familia, representantes clave del gobierno y la comunidad se reúnen para investigar suicidios individuales con miras a la prevención. El grupo de revisión puede incluir organizaciones de atención médica para revisar visitas recientes al médico; organizaciones de veteranos para verificar los registros de servicios; vínculos con la policía; con líderes de fe; directores de clínicas para tratar el dolor; y grupos de apoyo de salud mental.
Repp explicó que la idea no es señalar con un dedo acusatorio. Es buscar intervenciones a nivel del sistema que puedan prevenir muertes similares.
“Pudimos identificar puntos de contacto en nuestra comunidad que no habíamos visto antes”, dijo Repp.
Por ejemplo, los datos revelaron un sorprendente número de suicidios en hoteles y moteles. También mostraron que varios de los que se suicidaban habían experimentado el desalojo o la ejecución hipotecaria, o habían ido a una cita médica dentro de las semanas o días posteriores a su muerte. Y que las personas en crisis regularmente dejaban a sus mascotas en un refugio.
¿Pero qué hacer con esa información? Los expertos han creído por mucho tiempo que el suicidio se puede prevenir, y existen programas basados en evidencia para capacitar a las personas sobre cómo identificar y responder a las personas en crisis y guiarlas hacia la ayuda disponible. Ahí es donde entra Debra Darmata, coordinadora de prevención de suicidios del condado de Washington. Parte del trabajo de Darmata consiste en llevar a cabo estos programas de capacitación, que ella describió como de resucitación, pero para la salud mental.
La capacitación generalmente se ofrece a personas como consejeros, educadores o pastores. Pero con los nuevos datos, el condado se dio cuenta que faltaban personas que pudieran haber sido los últimos en ver vivos a los fallecidos. Comenzaron a ofrecer capacitación a empleados de moteles y amas de casa, trabajadores de refugios de animales, empleados de clínicas de dolor y a otros.
Es un proceso relativamente sencillo: a los participantes se les enseña a reconocer señales de angustia. Luego aprenden a preguntarle a una persona si está viviendo una crisis. Si es así, el papel de los participantes no es hacer que la persona se sienta mejor o brindarle asesoramiento. Es llamar a una línea de crisis, y los expertos se harán cargo a partir de ese momento.
Darmata contó que, desde 2014, más de 4,000 residentes del condado han recibido capacitación en prevención del suicidio.
“He trabajado en prevención del suicidio durante 11 años”, dijo Darmata, “y nunca he visto algo así”.
La oficina del alguacil ha comenzado a enviar un ayudante de su equipo de crisis de salud mental cuando realiza desalojos. En el papeleo de desalojo, agregaron el número de la línea de crisis e información sobre una clínica de salud mental del condado que no requiere de cita previa. Las organizaciones locales de atención médica también tienen nuevos procedimientos para revisar casos relacionados con suicidios de pacientes.
De 2012 a 2018, la tasa de suicidios del condado de Washington disminuyó en un 40%, según muestran datos preliminares. Sin embargo, para estar seguros, 68 personas murieron por suicidio aquí el año pasado, por lo que prevenir incluso un puñado de casos puede reducir bastante la tasa.
Diseminando la idea en otras áreas
Repp advierte que los resultados no pueden generalizarse. Lo que es cierto en los suburbios de Portland puede no serlo en las zonas rurales de Nebraska o en la ciudad de San Francisco, o incluso en los suburbios de Nueva Jersey, por ejemplo. Cada comunidad necesita analizar sus propios datos.
Aun así, Jay Carruthers, quien dirige la Oficina de Prevención del Suicidio de Nueva York, vio el potencial. “¿Poder cerrar el ciclo y conectar [los datos] a la prevención? Es algo grande”, dijo. Este año, el estado está comenzando a probar un sistema similar en varios condados.
En el condado de Humboldt, en el norte de California, Dana Murguía, gerenta de salud pública, se sentía frustrada porque los planes locales de prevención no estaban funcionando. “Dije: ‘No necesitamos otro plan. Necesitamos un manual de operaciones. Eso es lo que nos ha dado la doctora Repp’”.
Este año, Humboldt comenzó a usar una lista de verificación similar a la del condado de Washington, y las autoridades del condado han identificado varios puntos de contacto inesperados, incluidos parques públicos y moteles donde las personas han muerto por suicidio. Ahora, esos hechos tristes pueden convertirse en planes de acción.
En Colorado, un esfuerzo diferente para reducir los suicidios también comenzó con un amplio análisis de datos. Allí, se dieron cuenta que, aunque es comprensible que el suicidio juvenil haya sido un foco, la mayor cantidad ocurre entre hombres mayores. No solo han creado materiales específicos para hombres en crisis, sino que también han diseñado materiales para grupos especializados, como veteranos, agricultores y trabajadores de la construcción.
“Lo que fue inesperado para mí fue ver cuán poderosos pueden ser estos datos para lograr cambios”, dijo Repp. “Saber que de hecho logran mantener vivos a los vivos es realmente poderoso”.
Si tú o alguien que conoces está pensando en el suicidio, llama a la Línea Nacional de Prevención del Suicidio al 1-800-273-8255, o usa el chat de Lifeline, ambos disponibles las 24 horas del día, los siete días de la semana.