El número de personas hospitalizadas por consumo de anfetaminas está aumentando vertiginosamente en los Estados Unidos, pero el resurgimiento de la droga se ha visto eclipsado en gran medida por el intenso interés de la nación en los opioides.
Las internaciones relacionadas con las anfetaminas aumentaron un 245% entre 2008 y 2015, según un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association (JAMA). Esta cifra hace parecer pequeña el alza de las hospitalizaciones por otras drogas, como los opioides, que aumentaron un 46%. Los aumentos más significativos se produjeron en los estados del oeste del país.
Esta tendencia “está totalmente fuera del radar”, dijo Jane Maxwell, del Instituto de Investigación de Adicciones de la Universidad de Texas en Austin. “Nadie está prestando atención a las anfetaminas”.
Los médicos han estado monitoreando el regreso de la droga en las salas de emergencia, donde los pacientes llegan agitados, paranoicos y agresivos. Paramédicos y policías lo ven en las calles, donde los ritmos cardíacos de los sospechosos son tan altos que es necesario llevarlos al hospital para conseguir una autorización médica antes de encarcelarlos. Y los médicos forenses lo ven en la morgue, donde en algunos estados, como Texas y Colorado, las sobredosis de metanfetamina han superado a las de los opioides.
Las anfetaminas son drogas estimulantes, que se recetan legalmente para tratar el trastorno por déficit de atención e hiperactividad y se producen ilegalmente en forma de metanfetamina. Se cree que la mayoría de las hospitalizaciones analizadas en el estudio se deben al uso de metanfetamina.
La llamada metanfetamina de cristal (“crystal meth” en inglés) es una droga que se hizo popular en los años 90, antes que las leyes dificultaran el acceso a la seudoefedrina, un medicamento para el resfrío que se usa para producirla. En los últimos años, según las autoridades policiales, se ha reducido el número de laboratorios domésticos de metanfetamina en el país y ha aumentado el contrabando de metanfetamina en la frontera sur.
Fuentes policiales indicaron que, a medida que los opioides se hacen más difíciles de conseguir, más gente ha recurrido a la metanfetamina, que es barata y accesible.
Lupita Ruíz, de 25 años, comenzó a usar metanfetamina hacia el final de la adolescencia, pero dijo que no ha consumido en los últimos dos años. Contó que cuando se drogaba, su corazón latía rápido, se quedaba despierta toda la noche y se olvidaba de comer.
Ruíz, quien vive en Spokane, Washington, contó que la llevaron al hospital dos veces después de sufrir una crisis mental relacionada con el consumo de metanfetamina, incluida una estadía de un mes en una sala psiquiátrica en 2016. Dijo que una vez les gritó y pateó, cuando llegaron a su apartamento luego que alguien llamara al 911. En otra ocasión, empezó a caminar por la autopista, pero no recuerda por qué.
“Me hacía enloquecer”, dijo Ruíz. “Mi cabeza era un caos”.
El gobierno federal estima que más de 10,000 personas murieron por sobredosis de drogas relacionadas con la metanfetamina el año pasado. Las muertes por sobredosis de metanfetamina generalmente son el resultado de una insuficiencia orgánica múltiple o de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, causados por una extraordinaria aceleración del pulso y una presión arterial que se dispara.
En California, el número de muertes por sobredosis de anfetaminas aumentó un 127%, de 456 en 2008 a 1,036 en 2013. Al mismo tiempo, el número de muertes por sobredosis de opioides aumentó un 8.4%, de 1,784 a 1,934, según los datos más recientes del Departamento de Salud Pública del estado.
“Es una enorme presión para los equipos de respuesta inmediata, las salas de emergencia y para los médicos forenses”, aseguró Robert Pennal, supervisor jubilado del Departamento de Justicia de California. “Es una carga increíble para el sistema de salud”.
Los costos también están aumentando. El estudio de JAMA, basado en datos de altas hospitalarias, reveló que el costo de las hospitalizaciones relacionadas con la anfetamina había aumentado de $436 millones en 2003 a casi $2,200 millones en 2015. Medicaid fue el principal pagador.
“No pasa un solo día sin que vea a alguien gravemente intoxicado con metanfetamina”, dijo el doctor Tarak Trivedi, médico de la sala de emergencias de los condados de Los Ángeles y Santa Clara. “Es un gran problema, en todas las salas de emergencias”.
Trivedi dijo que muchos pacientes psiquiátricos también consumen metanfetamina. Algunos actúan tan peligrosamente que requieren sedación o restricciones. También ve a personas que han estado usando la droga durante mucho tiempo y que están lidiando con las consecuencias.
A corto plazo, la droga puede causar una frecuencia cardíaca rápida y una presión arterial peligrosamente alta. A largo plazo, puede causar ansiedad, problemas dentales y pérdida de peso.
“Vemos a personas de apenas 30 años con insuficiencia cardíaca congestiva como si estuvieran en sus 70”, explicó Trivedi.
Jon Lopey, el sheriff-forense del condado de Siskiyou en el norte rural de California, dijo que sus oficiales con frecuencia se encuentran con usuarios de metanfetaminas que son propensos a la violencia y que sufren lo que parecen ser episodios sicóticos. Muchos están demacrados y les faltan dientes, tienen pupilas dilatadas y una tendencia a rascarse la piel debido a la sensación de tener algo debajo de ella.
“La metanfetamina es muy, muy destructiva”, dijo Lopey quien también forma parte de la junta ejecutiva de la California Peace Officers Association. “Es tan debilitante la forma en la que arruina la vida y la salud”.
A nivel nacional, las hospitalizaciones relacionadas con las anfetaminas se debieron principalmente a complicaciones de salud mental o cardiovasculares por el uso de drogas, según el estudio de JAMA. Alrededor de la mitad de las internaciones por anfetaminas también involucraron al menos otro medicamento.
Debido a que se le ha prestado tanta atención a los opioides, “no hemos estado vigilando adecuadamente otras tendencias de uso de sustancias tan de cerca como debiéramos”, señaló el autor del estudio, el doctor Tyler Winkelman, médico de Hennepin Healthcare en Minneapolis.
A veces los médicos tienen problemas para distinguir los síntomas de la intoxicación por metanfetamina y las afecciones subyacentes de salud mental, señaló el doctor Erik Anderson, médico de la sala de emergencias del Hospital Highland de Oakland, California.
A diferencia de la adicción a los opioides, la adicción a la metanfetamina no se puede tratar con medicamentos. Más bien, las personas adictas a la droga dependen de la consejería a través de centros de tratamiento ambulatorios y residenciales.
La epidemia de opioides, que el año pasado causó alrededor de 49,000 muertes por sobredosis, impulsó recientemente una legislación federal bipartidista para mejorar el acceso a la recuperación, ampliar la cobertura del tratamiento y combatir las drogas que cruzan la frontera.
No se recuerda un enfoque legislativo similar sobre la metanfetamina u otras drogas. Y simplemente no hay suficientes recursos dedicados a la adicción a las anfetaminas para reducir las hospitalizaciones y las muertes, señaló Maxwell. El número de centros residenciales de tratamiento, por ejemplo, ha seguido disminuyendo.
“Realmente hemos reducido el tratamiento para la metanfetamina”, aseguró Maxwell. “La metanfetamina ha sido completamente eclipsada por los opioides”.
La cobertura de KHN en California está apoyada en parte por la Blue Shield of California Foundation.