Luis Ramírez ha vivido en los Estados Unidos sin papeles durante dos décadas, pero ahora está más preocupado que nunca por la deportación.
Ramírez contó que él y su esposa, Luz Cadeo, quien tampoco tiene documentos, ya han hecho planes en caso de ser arrestados por oficiales de migración: la pareja, que vive en Lakewood, California, trataría de encontrar trabajo en su México natal, mientras sus hijos menores nacidos aquí, que tienen entre 15 y 18 años, se quedarían en los Estados Unidos con un familiar.
“Es algo muy serio para nosotros”, dijo en español Ramírez, quien trabaja como soldador. Pero, agregó, “es muy difícil explicarles [a nuestros hijos] la realidad de lo que podría pasar”.
Las familias inmigrantes como la de Ramírez viven con más temor e incertidumbre por las políticas de inmigración más estrictas y una mayor aplicación de estas políticas bajo la administración Trump, según un informe lanzado hace pocos días por la Kaiser Family Foundation. (Kaiser Health News es un programa editorialmente independiente de la fundación).
El miedo y el estrés afecta la salud de los niños, posiblemente a largo plazo, indica el informe. También está causando que algunos padres no los lleven al médico, o abandonen programas de salud pública como Medicaid, que cubre a personas de bajos ingresos, y Women, Infants and Children (WIC), que proporciona asistencia nutricional.
El informe, elaborado luego de realizar grupos de discusión con 100 padres y entrevistas con 13 pediatras, reveló que los inmigrantes, en todo el país, están ansiosos por el temor a ser deportados y separados de sus familiares. Algunos padres son reacios a abandonar sus hogares o participar en actividades recreativas.
Esta ansiedad post-electoral no se limita a los inmigrantes sin papeles, analiza el trabajo.
“Estos sentimientos de temor e incertidumbre se extienden ampliamente a través de diferentes grupos de inmigrantes, incluidos los que están aquí legalmente”, dijo Samantha Artiga, directora del proyecto de política de disparidades en la Kaiser Family Foundation y una de las autoras del informe. “Ya no sienten que tener la green card es suficiente y [creen] que realmente necesitan obtener la ciudadanía para sentirse seguros y estables en el país”.
Shirley Avalos, ciudadana estadounidense, dijo que vio la ansiedad en su madre, quien tiene la green card. Una vez, no pudo encontrar la tarjeta, y tuvo miedo de conducir hasta que la encontró. Donald Trump ha echado todo “por la borda”, dijo Avalos, quien vive al este de Los Ángeles.
En las entrevistas, los padres y los pediatras dijeron que los niños inmigrantes padecían depresión, ansiedad, dolencias estomacales y dolores de cabeza. También vieron a niños que tenían problemas para comer, dormir y hacer las tareas de la escuela. El estrés general podría tener consecuencias de por vida para la salud de esos niños, dijo Lanre Falusi, pediatra del Sistema Nacional de Salud Infantil en Washington, DC, y ex presidenta del capítulo local de la Academia Estadounidense de Pediatría.
“Los miedos y el estrés continuos, constantes y graves que estas familias están experimentando pueden tener efectos físicos reales en los niños”, dijo Falusi. “Sus cerebros aún se están desarrollando, por lo que son particularmente sensibles a lo que pasa a su alrededor”.
Si bien la mayoría de los padres dijeron que todavía llevaban a sus hijos al médico, el informe mostró que algunas familias están decidiendo ir a lugares en los que no necesitan hacer una cita previa, para no dejar sus datos personales con anticipación.
Ramírez dijo que su familia todavía va al médico cuando es necesario, pero intentan no dar más información personal de la necesaria.
Falusi agregó que ha visto una reducción en el uso de servicios en centros de salud desde las elecciones de 2016. “Cuando hay rumores sobre redadas de inmigración, los estacionamientos están vacíos”, dijo. “Las clínicas están vacías”.
Para tratar de ayudar a las familias a sentirse más seguras, los médicos están desplegando carteles de bienvenida y tienen personal bilingüe para atenderlas. También aseguran a las familias que la información que provean es confidencial.
Padres y pediatras coincidieron en que el racismo, la discriminación y la intimidación, especialmente hacia los musulmanes y los latinos, habían aumentado desde las elecciones.
“La retórica antiinmigrante realmente ha animado a las personas a odiar abiertamente, y eso es perjudicial para nuestros hijos en particular”, dijo Jenny Rejeske, analista principal de políticas de salud en el National Immigration Law Center.
Además, muchos aspectos de la vida cotidiana, que incluyen desde conducir hasta buscar trabajo, se han vuelto más difíciles para las familias inmigrantes, según los pediatras y los padres. Un padre latino de Boston, por ejemplo, dijo que los niños siempre iban al parque, pero ahora pasan más tiempo adentro por temor a ser deportados.
Daisy Juárez, de 27 años, quien nació en los Estados Unidos y vive en Los Ángeles, dijo que las políticas de inmigración estrictas han afectado a toda su familia, especialmente a su padrastro, un trabajador de la construcción que está aquí sin papeles. La hermana de Juárez, Amy, de 10 años, dijo que se pone nerviosa porque su padre fue arrestado por agentes de inmigración. “¿Qué pasa si lo deportan y ya no puedo verlo?”, Se preguntó. “Si lo deportan, lo voy a extrañar mucho”.
Si bien las deportaciones también se dispararon durante la presidencia de Barack Obama, mayormente se arrestaba a inmigrantes indocumentados con antecedentes penales, dijo Rejeske. El presidente Trump ha cambiado ese enfoque a todos los inmigrantes que están aquí sin documentos, independientemente de cuánto tiempo hayan estado en los Estados Unidos o si tienen hijos que sean ciudadanos estadounidenses, agregó.
Trump también ha prohibido la entrada a ciudadanos de ciertos países, ha impulsado la aplicación de la ley de inmigración y ha anunciado el final del Programa de Acción diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), que brinda estatus legal temporal a adultos jóvenes (conocidos como “Dreamers”), quienes fueron traídos ilegalmente al país de niños.
Los dos hijos mayores de Ramírez y Cadeo son “Dreamers”. Cadeo dijo que está preocupada porque ahora las autoridades tienen toda la información de sus hijos, y pueden encontrarlos y deportarlos fácilmente.
Los pediatras, entrevistados este otoño, ejercen en ocho estados y el Distrito de Columbia, y atienden a poblaciones de inmigrantes. Los grupos de discusión se realizaron en cinco idiomas con padres de 15 países, incluidos México, Siria, Brasil y Corea. Las discusiones tuvieron lugar en Chicago; Boston; Bethesda, Maryland; y en cinco ciudades de California: Fresno, San Diego, Oakland, Los Ángeles y Anaheim.
Muchos de los padres que participaron en los grupos llegaron al país huyendo de la guerra y la violencia en sus países de origen, dijo Artiga, de la Kaiser Family Foundation.
“No tienen la opción de regresar a su país de origen y ahora están realmente preocupados sobre si podrán quedarse aquí”, dijo Artiga. “Esas personas se encuentran en una situación realmente difícil”.