Hace tres años, William Mamel se subió a una escalera en el departamento de Margaret Sheroff y arregló un ventilador de techo que no funcionaba bien. “Me encanta que hayas hecho esto”, exclamó Sheroff.
Espontáneamente, Mamel atrajo a Sheroff hacia él y la besó.
“En cierto modo la sorprendí. Pero ella estaba abierta a esa posibilidad”, recordó.
Desde entonces, Mamel, de 87 años, y Sheroff, de 74, se han convertido en una pareja profundamente comprometida. “La mayoría de las noches ceno con Marg y muchas veces me quedo a pasar la noche”, explicó Mamel.
Sin embargo, a pesar del romance, estas dos personas mayores de Carolina del Norte viven en casas separadas y no planean mudarse juntas ni casarse. Los demógrafos llaman a este tipo de relación “vivir juntos, separados” (Living Apart Together, en inglés).
“Es una forma nueva y emergente de familia, especialmente entre los adultos mayores, que está en aumento”, dijo Laura Funk, profesora asociada de sociología en la Universidad de Manitoba en Canadá, quien escribió sobre este fenómeno.
Hay muchas preguntas sobre estas alianzas no convencionales. ¿Qué efectos tendrán en la salud y el bienestar de los adultos mayores? ¿Los hijos de matrimonios anteriores los aceptarán? ¿Qué pasa si un compañero se enferma gravemente y necesita cuidado?
Los investigadores están comenzando a enfocarse en estas preocupaciones, explicó Susan Brown, titular del departamento de sociología y codirectora del Centro Nacional para la Investigación de la Familia y el Matrimonio en Bowling Green State University, en Ohio. “Es realmente notable que los adultos mayores estén a la vanguardia del cambio familiar”, dijo.
¿Cuántos adultos mayores tienen relaciones LAT? Según una encuesta de 2005 del Proyecto Nacional de Vida Social, Salud y Envejecimiento, el 7% de las personas de entre 57 y 85 años se describieron a sí mismas como personas que vivían separadas.
En la reunión anual de la Asociación de Población de América realizada en abril en Denver, Huijing Wu, graduado en sociología de Bowling Green State University, presentó un análisis de casi 7,700 adultos de Wisconsin mayores de 50 años encuestados en 2011. Las parejas casadas representaron El 71.5% de ese grupo, las personas solteras el 20.5%, y las que estaban “unidas, pero no casadas” fueron el 8%.
Del grupo de personas en pareja, el 39% estaba en relaciones LAT, de acuerdo con una definición más centrada de este tipo de alianza, en comparación con el 31% que eran novios (una relación menos comprometida, a corto plazo) y el 30% que vivían en pareja.
Jacquelyn Benson, profesora asistente de desarrollo humano y ciencias de la familia en la Universidad de Missouri, es parte de un grupo de investigadores que han preguntado a adultos mayores sobre sus experiencias en relaciones LAT. “Ellos realmente ven esto como una opción de estilo de vida, no una relación de conveniencia”, dijo.
El estudio de Benson de 2016 con 25 adultos mayores (de 60 a 88 años) en relaciones LAT encontró varias motivaciones para estas asociaciones. Descubrió que las personas mayores querían tener una “compañía íntima” a la vez que mantenían sus propios hogares, círculos sociales, actividades y finanzas separadas. Aquellos que se habían divorciado, o que habían tenido matrimonios infelices, no querían volver a comprometerse, y creían que un grado de distancia era preferible a la unión diaria.
Además, varias mujeres que habían tenido que cuidar a parejas o padres enfermos querían evitar asumir responsabilidades de cuidado o la carga de tener que hacerse cargo de nuevo de un hogar.
“Es una actitud de ‘ya he estado en ese lugar’”, explicó Brown. “Cuidé a mi esposo, crié a mis hijos, y ahora es mi momento”.
El cuidado es un tema espinoso, en múltiples frentes. El único estudio conocido que analizó el cuidado en las relaciones LAT, fuera de los Países Bajos, halló que aproximadamente la mitad de las personas planeaban brindar atención a sus parejas, de ser necesario, una señal de ambivalencia. Sin embargo, cuando la enfermedad entró en escena, casi todos los involucrados ofrecieron cuidado a sus parejas.
“Las personas en relaciones LAT olvidan que va a haber este enredo emocional y no podrán solo tomar distancia”, dijo Benson.
Pueden surgir otras complicaciones si los hijos adultos se ofenden o no reconocen la relación fuera del matrimonio de sus padres mayores. “En algunos casos, cuando un compañero quiere intervenir y expresar su opinión, los miembros de la familia los han expulsado”, señaló Benson.
Una mujer mayor que participó de su estudio descubrió que la familia de su pareja lo había internado en un hogar sin siquiera decirle. “No la incluyeron en la conversación”, dijo Benson, “y estaba bastante molesta por eso”.
Solo unos pocos estudios han evaluado la calidad de las relaciones LAT, lo que tiene implicaciones para el bienestar de las personas mayores. Uno encontró que los adultos mayores en estas relaciones tienden a ser menos felices y reciben menos apoyo de sus parejas, que las personas casadas. Otro, presentado en la reunión de la Asociación de Población de América del año pasado, encontró que la calidad de las relaciones LAT no es tan fuerte como la de los matrimonios.
Eso no ha sido así para Luci Dannar, de 90 años, quien ha estado en una relación con James Pastoret, de 94 años, durante casi siete años, luego de conocerlo en un baile en un centro para adultos mayores en Columbia, Missouri.
“Lo primero que sentí por Jim fue tristeza porque parecía estar afligido por la muerte de su esposa cinco meses atrás”, dijo Dannar, cuyo esposo e hija mayor fallecieron hace 19 años. “Pensé que tal vez podría ser útil para ese hombre porque había pasado por esas muertes”.
Después de conocer a Pastoret y darse cuenta que le gustaba, Dannar puso sus reglas sobre la mesa. “Le dije, nunca quiero casarme y él me dijo ‘yo tampoco’”, recordó. “Y dije que, si tienes un solo hueso celoso en tu cuerpo, ni te me acerques. Porque viví 53 años con un esposo celoso, y no quiero volver a pasar por eso”.
Ninguno de los dos quería renunciar a sus apartamentos en una comunidad para jubilados, a unos 300 pasos uno del otro. “Me gusta mi independencia”, dijo Pastoret, quien enseñó en la escuela de recursos naturales de la Universidad de Missouri durante 33 años. “Cuando regreso a casa después de cenar con Lucy, estoy muy feliz de estar solo”.
“Él viene a las 5 todas las tardes y se va a las 9, y luego tengo dos horas yo sola, mi tiempo privado”, dijo Dannar. “Realmente nos gusta nuestro espacio, nuestro tiempo solos, y no necesitamos estar juntos las 24 horas del día”.
A diferencia de otras parejas mayores en vínculos LAT, han hablado sobre el futuro y ya han visitado juntos centros de vida asistida. “Algún día, si él necesita que lo ayude o si necesito que él me ayude, probablemente alquilaremos un apartamento juntos, con nuestras propias habitaciones, y contrataremos ayuda adicional”, dijo Dannar.
“Nuestro plan es cuidarnos uno a otro hasta que uno de nosotros se vaya o ingresemos en un hogar”.
La cobertura de KHN de estos temas cuenta con el respaldo de John A. Hartford Foundation y SCAN Foundation