El acceso a nuevos y potentes fármacos que reducen el colesterol está tan estrechamente controlado, y los costos de bolsillo de los pacientes son tan altos, que menos de un tercio de las personas cuyos médicos recetan los fármacos los terminan tomando, revela un nuevo estudio.
Aunque son altamente efectivos, los nuevos medicamentos cuestan hasta $14,000 anuales, por lo que aseguradoras y administradores de beneficios de farmacias exigen una autorización previa del médico para comprarlos.
Por ejemplo, sólo el 47,2% de las personas a las que se les recetaron los fármacos Praluent y Repatha, tuvieron luz verde de sus seguros, y apenas menos de dos tercios de esos pacientes retiraron sus recetas.
Al final, sólo el 30,9% de las personas a las que se les recetaron estos medicamentos los llegaron a tener en sus manos, hallaron los investigadores.
Estos fármacos inyectables, llamados inhibidores de la PCSK9, reducen drásticamente los niveles de colesterol LDL “malo” en el torrente sanguíneo bloqueando la PCSK9, una proteína involucrada en el procesamiento del colesterol en el hígado.
Estos medicamentos son para personas cuyos niveles de colesterol LDL siguen siendo altos, incluso cuando toman la dosis máxima de las estatinas regulares, así como para aquellos que tienen colesterol alto familiar (un tipo de colesterol congénito que se pasa de padres a hijos).
Incluso con la pre-aprobación, los copagos del paciente -que van desde $0 a $2,822 por mes- desalentaron a muchos de buscar sus recetas, observó el estudio.
“Si el paciente retiró o no su receta tiene que ver en su totalidad con lo que tiene que pagar de su propio bolsillo”, dijo la doctora Ann Marie Navar, cardióloga clínica e investigadora del Duke Clinical Research Institute, quien fue la autora principal del estudio.
En comparación con los pacientes que no tenían copago, las personas que tenían que pagar $10 tuvieron un 19% menos de probabilidades de comprar la droga. Las personas con un copago de $100 tuvieron un 84% menos de probabilidades de hacerlo, según el estudio.
El trabajo, publicado en la versión digital de la revista JAMA Cardiology, analizó los datos de los reclamos de farmacias de 45.029 pacientes que recibieron una nueva receta de PCSK9 entre agosto de 2015 y julio de 2016. Fue financiado por Amgen, que produce Repatha.
Los pacientes que tienen dificultades para solventar el costo de estos fármacos deben investigar los programas de copago de las compañías farmacéuticas, como lo hicieron el 38% de los pacientes en el estudio, dijo Navar. Sin embargo, esos programas no suelen estar disponibles para pacientes que están cubiertos por programas públicos como el Medicare y el Medicaid.
Más allá de eso, el mejor consejo de Navar para los pacientes es ser persistente. “La mayoría de las recetas son rechazadas en la primera presentación y no todas son apeladas”, dijo.
La cobertura de KHN del desarrollo de medicamentos recetados, costos y precios es apoyada en parte por Laura and John Arnold Foundation.