Gertrude Siegel tiene 101 años y siempre le preguntan el secreto. “Todo el mundo dice: ‘Quiero ser como tú’. Les digo que se pongan en la fila”, contó.
John y Charlotte Henderson, de 104 y 102 respectivamente, a menudo contestan preguntas de ansiosos aspirantes a centenarios.
“Vive con moderación”, aconsejan. “Nunca exageres nada. Come bien. Duerme bien. No bebas demasiado. No comas en exceso. Y haz ejercicio regularmente”.
Mac Miller, que tiene 102 años, tiene una respuesta estándar.
“La gente me pregunta” ¿Cuál es el secreto? “La respuesta es simple. La familia que te toca”, ironiza.
La genética y los comportamientos juegan su papel en determinar por qué algunas personas llegan, o superan, los 100 años, mientras que otras no, pero no hay garantías. Y ahora, a medida que un número cada vez mayor de personas alcanza los tres dígitos, descubrir los misterios de la longevidad ha adquirido una nueva importancia para los investigadores.
Aunque las personas de 100 años y más componen un segmento minúsculo de la población de los Estados Unidos, los informes del Censo muestran que las filas de centenarios se están engrosando. Entre 1980 y 2010, los números subieron de 32.194 a 53.364, un aumento de casi 66%. El estimado más reciente de población, publicado en julio de 2015, refleja que hay 76.974 centenarios.
“El número de centenarios en los Estados Unidos, y otros países, se ha venido duplicando aproximadamente cada ocho años”, dijo James Vaupel, director fundador del Instituto Max Planck de Investigación Demográfica en Rostock, Alemania.
“Cuando impacten los baby boomers (personas que nacieron después de la Segunda Guerra Mundial), habrá una aceleración, y la cifra podría estar duplicándose cada cinco o seis años”, dijo.
Henderson y su esposa por 77 años viven en Austin en la sección independiente de Longhorn Village, una comunidad de más de 360 ancianos, muchos de los cuales tienen vínculos con la Universidad de Texas en Austin. Henderson, quien llegó en 1932 como estudiante de primer año, es el jugador de fútbol americano más antiguo de la UT. Son los únicos centenarios en el complejo y son una raza rara: los centenarios casados.
Charlotte Henderson dijo que cree que estar casada la puede haber ayudado a superar la barrera de los 100 años.
“La pasamos muy bien cuando John se retiró. Viajamos mucho”, contó. “Nos mantenemos ocupados todo el tiempo, y estoy segura de que eso ayuda”.
Bernard Hirsh, de 100 años, quien vive en Dallas, está de acuerdo. Su esposa, Bee, tiene 102. Se casaron en 1978 cuando ambos estaban en sus sesentas, y cada uno había enviudado, ella por segunda vez.
“Creo que ha sido un matrimonio maravilloso, y nos hemos beneficiado el uno al otro”, dijo.
Existe poca investigación sobre los efectos del matrimonio en la longevidad. Un estudio belga de 2015 sobre los centenarios nacidos entre 1893 y 1903 se centró en sus condiciones de vida durante los 60 y 100 años. El estudio encontró que “en la vejez, vivir con un cónyuge es beneficioso para los hombres, pero no para las mujeres, para quienes vivir solas es más ventajoso que vivir en pareja”.
El estudio explicó que “vivir con el cónyuge en edades más avanzadas no proporciona el mismo nivel de protección que a edades más jóvenes. Esto puede explicarse por la disminución de la salud del cuidador a medida que aumentan las necesidades de su cónyuge. La prestación de cuidados también podría tener consecuencias negativas para la salud y la condición económica del cónyuge que es el principal proveedor de atención, especialmente para las mujeres mayores”.
Sin embargo, Vaupel, quien dirige la Red Internacional de Investigación sobre Envejecimiento del Instituto, dijo que estar casado es positivo para ambos.
“Especialmente si usted es bastante viejo, es muy útil tener un cónyuge. Si eres muy viejo y no tienes un cónyuge, la probabilidad de muerte es mayor”, dijo.
Siegel, quien vive en una comunidad para adultos mayores en Boca Raton, Florida, sobrevivió a dos maridos. Ella nunca fumó y ocasionalmente toma un vaso de vino tinto seco.
“No soy una gran comedora. Y no como mucha carne “, dijo Siegel, quien dijo que pesa 90 libras y solía medir 5 pies de altura, pero se está encogiendo.
Ella permanece activa caminando dentro del edificio aproximadamente una media hora cada día, jugando bridge dos veces por semana y haciendo ejercicio.
“Siento que eso es lo que realmente mantuvo mi cuerpo bastante bien. No fue el deporte. Fue hacer ejercicio”, dijo de la rutina que practica dos veces al día durante unos 20 minutos.
Miller, de Pensacola, Florida, también sobrevivió a dos esposas.
Fue piloto de combate en el Cuerpo de Marines durante la Segunda Guerra Mundial y pasó ocho años en servicio activo, lo que, explicó Miller, “no fue tan bueno para mí porque me senté en la cabina de un avión durante 5.000 horas”.
Pero fue un joven activo: hizo atletismo, jugo fútbol americano y pasó horas practicando surf mientras vivió en Honolulu, Hawaii.
Miller está “libre de gluten” debido a las alergias y no come muchos carbohidratos. Él jamás fumó. Y, todavía disfruta de un whisky a la noche.
Los Henderson suelen tener una copa de vino o un cóctel antes de la cena. Ella nunca fumó. Él dejó en 1950.
Hirsh, de Dallas, otro no fumador, atribuye su larga vida a la “buena suerte”.
“Yo fui muy activo en mi negocio y caminaba mucho durante el día. No fui sedentario”, dijo.
Ahora, el ejercicio se limita a “alguna elongación de rodillas cada mañana para mantener fuertes mis piernas”.
“Mi padre murió de un ataque al corazón a los 50 años, y mi madre murió a los 60 años de un accidente cerebrovascular, así que no creo que mis genes fueran muy buenos”, dijo Hirsh.
El geriatra Thomas Perls, director del New England Centenarian Study en el Boston Medical Center, dijo que las investigaciones muestran que las conductas tienen una mayor influencia en la supervivencia hasta finales de los 80, ya que dijo que la mayoría de las personas tienen los genes adecuados para alcanzar esa meta de edad, siempre y cuando sus conductas no sean dañinas. Pero una vez que la gente llega a los 90 y los pasa, la genética juega un papel más significativo.
“Para llegar a estas edades tan altas, realmente tienes que tener los genes adecuados en algún rincón”, dijo.
Como líder internacional en este campo, Perls se centra en encontrar la combinación correcta de comportamiento, medio ambiente y genética para producir una larga vida. Su trabajo incluye un estudio del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento llamado Long Life Family Study.
“Siempre hay preguntas sobre el medio ambiente versus los genes”, dijo el endocrinólogo Nir Barzilai, director fundador del Instituto para la Investigación del Envejecimiento del Colegio Albert Einstein de Medicina en el Bronx, Nueva York. “Estamos con nuestros genes en este medio ambiente. Es realmente 50-50, no importa cómo lo mires”.
Los estudios de Barzilai incluyen a los centenarios y a sus hijos, así como esfuerzos para frenar el proceso de envejecimiento.
Perls dijo que su investigación, la de Barzilai y la de otros, han encontrado ciertos puntos en común entre los que alcanzaron el hito de los 100 años: poco tabaco, casi todos los hombres son delgados, y los centenarios tienen altos niveles de “colesterol bueno”. “Los estudios demuestran que cualquiera sea su nivel de estrés, lo manejan bien. Y están relacionados con otros centenarios o tienen un padre o abuelo que vivió más de 80 años”.
Estas lecciones de larga vida están teniendo una influencia positiva sobre el público, que ha hecho cambios para mejor en el siglo XXI, dijo Vaupel.
“No fumamos ni bebemos tanto, y somos mejores haciendo ejercicio. La gente se está cuidando mejor. Las personas están mejor educadas, y los más educados saben cuándo ir al médico y seguir el consejo del médico”, dijo, agregando que la gente ahora tiende a tener mayores ingresos y puede gastar más en atención médica y en mejores dietas.
“Lo más importante es que vivimos más tiempo y vivimos más sanos”, dijo Vaupel.