CAGUAS, Puerto Rico— Myladis Reyes, de 26 años, se enamoró de la medicina por accidente. Hace siete años estaba en segundo año de la carrera de Química en la Universidad de Puerto Rico cuando visitó a su tía, una clínica internista, en Nueva Jersey y fue testigo de la diferencia que hacía con sus pacientes.
“Siempre estaba sonriendo. Siempre bromeaba”, recordó Reyes. “Observé eso y pensé, ¿de qué manera puedo ayudar mejor?”.
La experiencia mostró a Reyes una nueva forma de aprovechar su interés por la ciencia y mejorar directamente la vida de las personas. Pero después de una feroz lucha por entrar en la escuela de medicina, ella prevé desafíos para encontrar una residencia médica en Puerto Rico. Y por las malas perspectivas de empleo en la isla, Reyes espera que, cuando se reciba, su carrera la lleve lejos de casa.
Estudiar medicina es una opción popular entre los jóvenes puertorriqueños. Las tasas de aceptación en las cuatro escuelas de medicina de la Commonwealth son bajas y la competencia es alta. Por ejemplo, Ponce Health Sciences University recibió 1.200 solicitudes para su programa de medicina en el año académico 2015-16. Aceptó 180. En la primavera pasada, la Association of American Medical Colleges reportó que 277 estudiantes se habían graduado de escuelas de medicina de la isla.
Pero muchos de esos graduados están yéndose, eligiendo mejores oportunidades de trabajo, a pesar de las crecientes y urgentes necesidades de salud de Puerto Rico.
En el Residency Match anunciado en marzo, momento en el que los estudiantes realizan exámenes para saber en dónde seguirán entrenando, cerca de la mitad fueron elegidos por centros médicos de los Estados Unidos continental, según cifras proporcionadas por funcionarios de las cuatro escuelas de medicina de Puerto Rico.
Ese éxodo es particularmente alarmante porque la infraestructura sanitaria de la Commonwealth sufre de una escasez de médicos capacitados.
Los médicos optan por salir de Puerto Rico por muchas razones: casi 4 de cada 10 personas en el estado están aseguradas a través de programas del Medicaid, pero los pagos a los médicos y hospitales son un tercio más bajos que los pagos promedio de las organizaciones de atención administrada del Medicaid en el continente. La mayoría de los pacientes del Medicare también usan la alternativa privada -los planes de Medicare Advantage- pero sus reembolsos también están muy por debajo de las tasas del continente.
Los pagos bajos se agravan por una profunda crisis, Puerto Rico tiene una deuda de $70 mil millones. El verano pasado, el Congreso estableció una junta supervisora encargada de salvar la economía de la isla. Su plan fiscal lanzado en marzo pide más recortes a los reembolsos de los proveedores y menos beneficios para los afiliados al Medicaid, lo que agrega presión a una recesión económica que ha ayudado a expulsar a miles de médicos de la isla.
Para cauterizar la hemorragia, el gobernador Ricardo Rosselló transformó en ley una medida que reduce el impuesto a la renta de los médicos al 4% si completan 180 horas de servicio comunitario relacionado con la medicina o de cuidado compensado a los pacientes del Medicaid.
Para los estudiantes de medicina Reyes y Rafael Cardona, la incertidumbre presenta un gran riesgo al decidir dónde buscar su residencia médica y convertirse en médicos con licencia.
A medida que se acercan al final de su formación académica y sopesan sus opciones, ambos están luchando por encontrar una razón para quedarse.
Motivación y tenacidad
Reyes tuvo que pasar por cuatro rechazos, dos escuelas y una maestría para asegurar su lugar en la escuela de medicina.
Al terminar su programa de licenciatura en ciencias biomédicas, presentó solicitudes a cada una de las escuelas de medicina de la isla. Sus puntajes y GPA fueron inferiores a la media, pero calculó que su personalidad durante las entrevistas podría compensar la diferencia.
Fue rechazada en todas las ocasiones.
Aunque el rechazo fue devastador, la madre de Reyes la animó a seguir intentándolo.
“Le dijo: ‘Si lo quieres, encontrarás una manera de conseguirlo’”, contó Reyes.
Se lanzó a hacer un programa de maestría en administración de la salud y terminó con un promedio de 4.0. Así, elevó su puntuación en la prueba de aplicación de la escuela médica en tres puntos y se ofreció de manera voluntaria para trabajar en la sala de emergencia de un hospital de Veteranos.
Con más experiencia en su currículum y puntajes más fuertes, Reyes volvió a aplicar a tres escuelas de medicina, presentó más cartas de recomendación y visitó su universidad preferida varias veces para asegurarse de que hubieran recibido su aplicación.
“Yo literalmente puse [en la aplicación], ‘Si no obtengo un lugar ahora, no pienses que no volverás a escuchar de mí el año que viene’”, dijo Reyes.
Varios meses después, recibió una carta de la escuela que era su primera opción: Central Caribbean. Había sido aceptada.
Un cambio de dirección
El compañero de clases de Reyes, Cardona, de 27 años, casi se graduó con un título de ingeniero en electrónica antes de descubrir que quería estudiar medicina.
“Sabía que podía lograrlo”, dijo.
Comenzó a adaptar sus cursos electivos de biología y química y sumó varios créditos más durante el verano. El cambio en última instancia, le costó 12 meses extra en la universidad, y finalmente obtuvo su título en 2014, después de seis años.
Al tiempo que Reyes y Cardona luchaban por un lugar en la escuela de medicina, decenas de médicos estaban saliendo de Puerto Rico. De 2009 a 2014, el número total de médicos residentes disminuyó en cerca de 2.400, según la legislación que Rosselló firmó en febrero. En 2014, quedaban 365. En el mismo año, sólo 278 residentes completaron su formación. Al año siguiente, 500 médicos se fueron de la isla, dejando atrás sólo 293 nuevos médicos para llenar el vacío.
El éxodo está parcialmente alimentado por incentivos financieros. Los médicos que trabajan en el continente ganan de dos a tres veces mejores salarios que sus colegas en Puerto Rico. Los médicos generalistas y de familia ganaron un promedio de $82.710 en mayo de 2016. En cambio, los mismos médicos que ejercieron en Oklahoma, el estado con los ingresos medios más bajos de la nación, ganaron $155.420.
Ahora, en su tercer año de la escuela de medicina, Reyes y Cardona están recibiendo una experiencia práctica a través de pasantías, donde los estudiantes pasan varias semanas en un hospital trabajando con pacientes y médicos.
El período de aprendizaje en cada especialidad culmina con un examen que mide cuánto aprendió cada estudiante. Esto significa que sus vidas giran en derredor de practicar la medicina de día y estudiar por la noche. Tanto Reyes como Cardona se levantan a las 5:30 am para estar en el hospital a las 7. Se van por la tarde y regresan al campus para estudiar hasta las 11 pm.
Quedarse o partir
Reyes y Cardona ya han comenzado a pensar en su futuro profesional y cómo van a manejar sus solicitudes de residencia para el próximo año. Prestan atención a la migración de médicos puertorriqueños y ambos pretenden seguir su ejemplo.
Cardona planea dejar Puerto Rico e ir a Nueva York. Quiere especializarse en otorrinolaringología -especialidad enfocada en los oídos, la nariz y la garganta- pero Puerto Rico mantiene un solo programa en el campo. Espera viajar a los Estados Unidos el próximo año para hacer algunas conexiones para lograr una residencia. Idealmente, dijo Cardona, podría regresar a Puerto Rico y restablecer sus raíces.
“Sería muy bueno si pudiera entrenar en los Estados Unidos, y conseguir un trabajo realmente bueno en Puerto Rico”, dijo.
Reyes agregó que tiene la intención de obtener una residencia en el noreste de Estados Unidos. La mudanza significaría dejar atrás a su madre, pero también un salario mejor para pagar su deuda estudiantil, que suma aproximadamente $200,000. Con esas facturas, dijo Reyes, no puede permitirse un salario mínimo.
“Tengo que pagar una deuda. Y es muy cuesta arriba”, expresó. “Necesito encontrar a alguien que me vaya a pagar” mejor que las residencias en Puerto Rico.