Por qué padres con seguro laboral inscriben a sus hijos en el Medicaid

Cada vez más padres de bajos ingresos que tienen seguro de salud a través de sus empleos renuncian a la cobertura familiar e inscriben a sus hijos en el Medicaid o en el Programa de Seguro Médico para Niños (CHIP), según un nuevo estudio publicado en Health Affairs. La creciente dependencia de las familias trabajadoras en estos programas es algo que los legisladores deben tener en cuenta al considerar si van a renovar el financiamiento para el programa CHIP en el 2017, dijo Douglas Strane, su autor principal.

“Estos programas no son sólo una red de seguridad para las familias que no tienen seguro”, agregó Strane, quien es investigador asociado en el PolicyLab del Hospital de Niños de Filadelfia. “Si el CHIP no se renueva, podríamos estar ejerciendo una presión sustancial sobre las familias trabajadoras”.

El Medicaid es el programa federal gerenciado por los estados que proporciona cobertura de salud para adultos y niños de bajos ingresos. CHIP ofrece seguro de salud para niños de familias cuyos ingresos son modestos, pero demasiado altos para calificar para el Medicaid. En el 2016, sólo tres estados -Arizona, Idaho y Dakota del Norte- limitaron la cobertura del Medicaid /CHIP a los niños cuyas familias reportaban ingresos inferiores al 200 por ciento del nivel federal de pobreza ($40.320 dólares para una familia de tres).  En cambio, 19 estados ofrecieron cobertura a niños con ingresos familiares superiores al 300 por ciento del nivel federal de pobreza ($60.480 dólares para una familia de tres personas), según un análisis de la Kaiser Family Foundation (KFF). (KHN es un programa editorialmente independiente de la fundación).

Los gastos de bolsillo del Medicaid/CHIP varían según el estado, pero en general la cobertura es significativamente menos costosa que la que ofrece un empleador. El estudio de Health Affairs analizó los datos de la Encuesta del Panel de Gastos Médicos entre el 2008 y el 2013 para las familias con ingresos entre el 100 y el 400 por ciento del nivel federal de pobreza, en las cuales al menos uno de los padres tenía cobertura patrocinada por su empleador.

El estudio se realizó antes de la apertura de los mercados de seguros de la Ley de Cuidado de Salud Asequible, pero los investigadores dijeron que debido a que estas familias tenían opciones de cobertura basadas en sus empleos, probablemente no habrían calificado para una cobertura menos costosa en los mercados del Obamacare.

Durante el curso del estudio, casi todas las familias a las que se les ofreció cobertura la aceptaron para uno de los padres, y aproximadamente tres cuartas partes de los niños de la muestra estaban cubiertos por el plan patrocinado por el empleador de sus padres. Sin embargo, la proporción de niños que carecían de cobertura patrocinada por el empleador, aunque se lo ofrecían a al menos uno de los padres, había crecido del 22,5 por ciento en el 2008 a 25 por ciento en el 2013, según el estudio.

Del mismo modo, el porcentaje de niños inscriptos en el Medicaid o CHIP, aunque al menos uno de los padres tenía cobertura a través de un empleador, aumentó 3,1 puntos porcentuales, a 15,2 por ciento, durante el curso del estudio.

La investigación comprobó que el 65 por ciento de los niños hispanos estaban cubiertos por un seguro patrocinado por el empleador de sus padres. Pero los investigadores no informaron sobre el porcentaje de niños hispanos que son elegibles para los planes de sus padres, pero sin embargo reciben cobertura a través del Medicaid o CHIP.

Los aumentos de las primas para la cobertura patrocinada por el empleador pueden poner un plan familiar fuera del alcance de hogares con ingresos bajos o moderados, dijo Strane. Entre el 2006 y el 2016 las primas aumentaron un 58 por ciento para la cobertura familiar, según la encuesta anual de este año de la Kaiser Family Foundation sobre la cobertura patrocinada por el empleador.

Este año, las familias pagaron un promedio de $5.277 por cobertura, o el 29 por ciento del costo total del plan. La parte de la prima que le corresponde pagar a los trabajadores creció un 78 por ciento durante la última década, superando el crecimiento de las primas, según el estudio de KFF. “Las familias hicieron números y probablemente se dieron cuenta que el CHIP les iba a ahorrar dinero”, concluyó Strane.

 

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