Cuando los primeros paramédicos respondieron a cerca de 10 llamadas de un centro de atención de largo plazo en Kirkland, Washington, en el transcurso de una semana, no esperaban convertirse en pacientes.
Ingresar al Life Care Center de Kirkland el mes pasado, los expuso al nuevo coronavirus que causa la enfermedad conocida ahora como COVID-19. Debido a que las llamadas de emergencia llegaron antes que las autoridades se dieran cuenta que el virus estaba circulando en la comunidad, algunos no usaron equipo protector.
Al jueves 5 de marzo, 27 bomberos y tres policías estaban en cuarentena. Doce mostraban síntomas parecidos a la gripe. A otros dos los sacaron del aislamiento. El virus ha infectado a 70 personas y mató a 10 en el estado de Washington. Hay otro muerto en California.
Ese grupo de casos de COVID-19 revela una nueva amenaza que enfrentan los socorristas: paramédicos de emergencia, equipos de ambulancias y bomberos. Autoridades de emergencias y de organizaciones que representan a los socorristas de todo el país reconocieron que un brote severo como el de Kirkland podría poner a prueba sus planes de contingencia normales.
Las localidades que se quedan sin equipo de protección —que de hecho ya escasean— pueden tener que recurrir al gobierno federal en busca de ayuda, dijo la Asociación Internacional de Bomberos. Es posible que las comunidades que generalmente dependen unas de otras para obtener ayuda no puedan hacerlo si el virus abruma a su región.
Si el coronavirus aumenta la demanda de servicios, es posible que se modifique la forma en que se priorizan las llamadas de emergencia. Y si disminuye la fuerza laboral, expertos auguran que la respuesta no será tan rápida.
Eso significa que los que reciben las llamadas del 911 tendrían que ser más selectivos sobre cuándo enviar una ambulancia, explicó el doctor John Hick, director médico de preparación para emergencias en el Centro Médico del condado de Hennepin, en Minneapolis.
En el peor de los casos, dijo, pueden pedir a los pacientes con enfermedades menos graves que lleguen por ellos mismos al hospital.
Sin dudas, nadie sabe cuánto se propagará el COVID-19 en los Estados Unidos. Hasta el 5 de marzo, los investigadores de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore que están rastreando el brote informan al menos 230 casos confirmados en 20 estados.
A pesar de la incertidumbre, los planes están en marcha. Para ayudar a guiar al personal de emergencia, los despachadores están tratando de idenitificar llamadas que puedan estar relacionadas con el coronavirus.
Autoridades de emergencias hospitalarias y bomberos están revisando su inventario, para organizar el uso de suministros a demanda, y la posibilidad de reutilizarlos.
“No queremos cortar nada”, dijo Doug Stern, director de relaciones con los medios de la Asociación Internacional de Bomberos. Agregó que los primeros en responder están utilizando sus experiencias pasadas más la información del brote actual para organizar el trabajo.
Una forma en que los socorristas se protegen en situaciones de riesgo de infección grave es usar equipo como delantales, anteojos y guantes, creando una barrera que reduce la posibilidad de exponerse a un germen.
Por lo general, los socorristas eligen qué equipo usar según la información del operador del 911 mientras se dirigen al lugar de la emergencia, explicó Stern. No todas las situaciones requieren equipo de protección. En algunos casos, por ejemplo, los delantales pueden dificultar que puedan moverse con agilidad.
“En una terapia intensiva, estás trabajando en una condición controlada”, dijo Stern. “Nuestros bomberos no están trabajando en condiciones controladas. Actúan en cualquier entorno al que deban llegar rápidamente”.
En Kirkland, los bomberos ahora usan equipo de protección personal cuando responden a cualquier llamada del Life Care Center, dijo un vocero del gobierno de la ciudad.
Pero, ante la amenaza de COVID-19, los servicios de emergencia en todo el mundo claman por suministros como máscaras y guantes.
Andrew Yurek, director de seguridad y manejo de emergencias en Northfield Hospital & Clinics, en Minnesota, dijo que por ahora su sistema tiene lo que necesitan, pero agregó que ya está teniendo problemas para ordenar más artículos. Está revisando todos los pedidos pendientes y armando un plan para tener suministros de reserva.
“Todos en el mundo están buscando lo mismo”, dijo Yurek, “y estamos en el mismo barco”.
Incluso si los departamentos de salud tienen suficientes suministros, dijo Stern, el trabajo de los despachadores es clave para determinar si la situación amerita equipo de protección adicional.
“La clave de todo esto es asegurarse que los operadores del 911 hagan las preguntas indicadas que ayuden a los bomberos a prepararse cuando están en camino”, enfatizó.
Yurek dijo que su departamento está coordinando con los despachadores para que hagan preguntas específicas sobre signos de enfermedad respiratoria e historial de viajes.
La Asociación Internacional de Bomberos recomienda a los sindicatos locales que también se aliente a sus despachadores a solicitar información adicional, dijo Stern.
Los primeros en responder enfrentan condiciones de trabajo agotadoras incluso sin la amenaza de un virus nuevo. Los paramédicos y el personal de emergencia tienen una de las tasas más altas de enfermedades y lesiones en cualquier trabajo, informa la Oficina de Estadísticas Laborales.
En el caso de un brote, los socorristas enfermos por COVID-19 podrían crear brechas en la fuerza laboral en un momento en que sus servicios pueden tener una gran demanda. Y pueden estar inactivos por un tiempo considerable: los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan que las personas expuestas al virus permanezcan en cuarentena durante 14 días.
Por lo general, los departamentos que se ven abrumados por un desastre dependen de la ayuda mutua o de un acuerdo que permita a las comunidades compartir el personal de primera línea. Pero esto supone que COVID-19 no se expandirá en las áreas vecinas, dijo Stern, lo que podría no ser el caso.
“Solo hay un número limitado de profesionales que pueden responder a una situación crítica”, dijo el doctor Ray Fowler, jefe de la división de servicios médicos de emergencia en el Centro Médico UT Southwestern en Dallas, Texas. “Así que tenemos que trabajar para proteger a esas personas”.