A medida que la nación sigue enfrentándose a una epidemia de adicción a los opiáceos y analgésicos recetados, y a sobredosis, sus víctimas parecen inundar las salas de emergencia. Pero un estudio publicado el lunes 31 de octubre destaca a un grupo de pacientes soprendente, que sufre de intoxicación por opioides en tasas que también han marcado un aumento dramático: adolescentes, niños e incluso niños pequeños.
Debido a lo que los autores llaman “la amplia disponibilidad actual de opioides recetados en los Estados Unidos” —con ventas de estos medicamentos cuadruplicándose de 1999 al 2010— ellos trataron de examinar por primera vez la tasa de hospitalizaciones pediátricas relacionadas con estas drogas.
Los resultados, dicen, indican una necesidad de estrategias exhaustivas que no sólo continúen disminuyendo las prescripciones de opiáceos, sino que también eleven la conciencia sobre el empaquetamiento y el almacenamiento seguro de estos analgésicos (painkillers en inglés).
“Es exposición. Ahora, los opiáceos son onmipresentes”, dijo Julie Gaither, becaria de post doctorado en la Yale School of Public Health y autora principal del estudio. “Bastantes opioides se prescriben cada año como para poner un frasco de analgésicos en cada hogar. Están por todas partes, y los niños se meten en ellos”.
Publicado en JAMA Pediatrics, el estudio analizó datos de hospitalización para niños entre 1997 y 2012, examinando más de 13.000 registros de alta hospitalaria para intoxicación por opiáceos, y utilizando datos del censo para extrapolar la frecuencia de estas sobredosis de opiáceos pediátricos. Utilizaron registros de altas recolectados cada tres años entre 1997 y 2012 por la Agency for Healthcare Research and Quality.
Una limitación posible: los datos se detienen en el 2012 y, por lo tanto, las tasas pueden no reflejar una inmersión o meseta debido a una mayor conciencia de la epidemia de opioides. Pero los hallazgos siguen con las tasas de abuso y adicción de adultos, que han bajado desde 2012, pero siguen siendo preocupantemente altas, dicen los expertos.
En general, los investigadores encontraron que las tasas para los niños hospitalizados debido a la intoxicación por opioides aumentaron durante el período de 16 años, de aproximadamente 1,40 por cada 100.000 niños a 3,71 por cada 100.000. Gran parte de eso probablemente sea un efecto de los niños que consiguen entrar en los gabinetes de medicinas de sus padres.
Específicamente, el estudio encontró que la tasa de niños pequeños hospitalizados se duplicó, pasando de 0,86 por 100,00 a 2,62 por 100.000. Muchos expertos especulan que estos pacientes muy jóvenes toman las drogas porque piensan que son dulces o algo bueno.
Los adolescentes también están en riesgo de sobredosis por los medicamentos de sus padres. De todos los niños, este grupo de edad tiene más probabilidades de ser hospitalizado por intoxicación por opioides, y es más probable que lo hagan de manera deliberada – probablemente, escribieron los investigadores, porque los adolescentes están particularmente en alto riesgo de depresión. En el 2012, 10,17 por cada 100.000 adolescentes fueron hospitalizados por intoxicación por opioides.
Es importante destacar que la investigación subraya la necesidad de que los médicos hablen con los pacientes sobre maneras de mantener los medicamentos seguros, especialmente si hay niños en el hogar, dijo Gaither.
Esa es una buena idea en teoría, dijo Jonathan Chen, un instructor de la Stanford School of Medicine que ha investigado la cuestión de los opioides. Pero los médicos ya se enfrentan a una larga lista de temas sensibles que deben discutir con los pacientes. Y no siempre están condicionados a considerar cómo los patrones de salud de un paciente pueden interactuar con el resto de la familia.
“Conceptualmente, sí, por supuesto que debería ser parte de la conversación”, dijo Chen. “Pero hay muchas cosas que debemos discutir… cuando hablo con un paciente, los conceptualizo y no conceptualizo quién más está en su hogar tanto como debería”. Chen no estuvo involucrado en el estudio.
Los pediatras también podrían desempeñar un papel, preguntando a los padres en las visitas de niños y bebés sanos sobre si existe el riesgo de que los niños estén expuestos a opioides. Sin embargo, los médicos no han practicado este tipo de detección de la misma manera en la que discuten otros riesgos domésticos, como el almacenamiento seguro de los suministros de limpieza, si la familia tiene una piscina e incluso si hay armas en el hogar.
Los médicos también pueden no estar condicionados a considerar a los niños pequeños como particularmente en riesgo de intoxicación por opioides.
“Esto se ve en gran medida como un problema de adolescentes o un problema de adultos”, dijo Sharon Levy, que dirige el programa de abuso de sustancias para adolescentes en el Boston Children’s Hospital y es profesora asociada de pediatría en la Harvard Medical School. “Pero este artículo resalta que esto realmente no conoce fronteras de edad”. Levy tampoco participó en el estudio.
Tampoco está claro, dijo Levy, cuáles son los efectos a largo plazo para la salud de los niños que ingieren opioides que no les recetaron. Las personas más jóvenes en general están en mayor riesgo de adicción. Y los niños pequeños que toman estos fármacos en dosis para adultos enfrentan el peligro de complicaciones respiratorias graves.
“Los opioides causan supresión respiratoria”, dijo. “Si usted es una persona de 30 libras y consume medicación que se suponía que era para una persona de 150 libras, va a ser una dosis enorme para usted”.
Los resultados también sugieren que los médicos deben pensar más a la hora de prescribir a niños, y especialmente a adolescentes. Alrededor de 1 de cada 10 estudiantes de secundaria informa haber tomado opiáceos por una razón no médica, y cerca del 40 por ciento de ellos dicen que obtuvieron esos fármacos a través de una receta médica previa propia. Mientras tanto, señala la Academia Americana de Pediatría, la tasa de pacientes jóvenes a los que se le prescriben opiáceos casi se duplicó entre los años 1990 y 2000.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) han estado presionando a los médicos para que prescriban píldoras en cantidades menores, para que la gente no termine encontrándolas y consumiendo las que quedan. Eso podría ayudar. Las prescripciones grandes —junto con el hecho de que muchas personas no saben cómo deshacerse de las drogas si sobran— pueden hacer que sea más fácil para los niños y los adolescentes obtenerlas, dijo Gaither.
Ese es un factor importante a considerar, dijo Chen. “Las píldoras sobrantes no se usan, pero ¿se devuelven a la farmacia o se tiran a la basura? No. Están almacenadas en el gabinete de medicamentos.
Las prescripciones más pequeñas probablemente ayudarán, pero no resolverán todo, señaló Chen. Después de todo, hay situaciones en las que una mayor dosis de opioide tiene sentido. Por ejemplo, alguien que sufre de cáncer a largo plazo, probablemente necesita una mayor cantidad de analgésicos fuertes, incluso si tiene hijos en la casa.
Pero los niños deben ser parte de la conversación, dijo Gaither.
“Tenemos que prestar atención a los niños y al daño que esta crisis les está causando”, dijo. “Los niños constituyen alrededor de un cuarto de la población de los Estados Unidos, y también están sufriendo esta crisis”.