Wally Pfingsten siempre fue un adicto a las noticias. Pero desde que el presidente Donald Trump resultó electo, ha estado tan ansioso sobre el tumulto político que incluso tener la televisión prendida en la habitación de al lado le resulta insoportable.
“Está siendo deprimente”, dijo el hombre de 35 años, residente de San Mateo, California, quien tiene ideas políticas moderadas y ha apoyado en el pasado a candidatos tanto republicanos como demócratas. “Me siento enojado, realmente enojado, mucho más enojado de lo que imaginaba”.
Dice que se ha esforzado por calmar su ansiedad. En primer lugar, cerró su página de Facebook para limitar su exposición a la inmersión diaria de noticias de Washington. Pero no saber lo que estaba ocurriendo también lo ponía ansioso. Se encontró espiando a escondidas la cuenta de Facebook que había abierto para su perro. “Me sentí como si estuviera engañando a alguien”, dijo.
Pfingsten no está solo en su ansiedad inducida por la política, de hecho, es tan común que ya tiene un nombre no oficial: Trastorno por Estrés Post-Electoral. Los profesionales de la salud mental en todo el país, especialmente los que trabajan en baluartes demócratas, informan de una corriente de pacientes que llegan con ansiedad y depresión relacionados con ‑o empeorados por- la explosión de noticias diarias sobre la nueva administración.
En el pasado, los terapeutas decían que era poco común que los pacientes llevaran la política al diván. “Cuesta mucho dinero hablar de política conmigo, ¡eso no es lo que hacemos!”, expresó Maria Lymberis, psiquiatra en Santa Mónica, California.
Pero eso era antes de las “noticias falsas”, los “datos alternativos”, y las palabras “derogar y reemplazar”, las confirmaciones de funcionarios impugnadas, las prohibiciones de viajar, las protestas y demandas por esas prohibiciones, las sospechas sobre la influencia rusa, la retirada del fiscal general y del asesor de seguridad nacional. Entre otras cosas.
Las solicitudes de citas terapéuticas a Talkspace, un portal de terapia en línea con sede en la ciudad de Nueva York, se triplicaron inmediatamente después de las elecciones y se han mantenido altas hasta enero, según la compañía. En particular, Talkspace ha visto un aumento constante en las solicitudes de miembros de minorías, incluyendo musulmanes-americanos, afroamericanos, judíos, gays y lesbianas.
“En mis 28 años de práctica, nunca he visto nada como este nivel de estrés”, dijo Nancy Molitor, psicóloga en los suburbios de Chicago. Ella dice que la gran mayoría de sus pacientes ‑que van desde “millenials” (adultos jóvenes de treinta y pico) hasta personas de 80 años- están trayendo temas de política a sus sesiones. “Lo que vemos ahora después de la inauguración es un gran aumento en la ansiedad”.
Muchos de sus pacientes dicen que están teniendo problemas para dormir y concentrarse en el trabajo o están peleando más con los miembros de la familia, dijo.
“Tengo gente que me ha dicho que están de luto, que han perdido su libido”, dijo Molitor. “Otros me dicen que la ansiedad que sienten está causando que se distraigan tanto que no frenan en señales de stop o tienen pequeños accidentes”.
La ansiedad parece ser generalizada. El 57% de los estadounidenses informan que el clima político actual es una fuente muy o algo significativa de estrés, y el 40% dice lo mismo sobre el resultado de las elecciones, según una encuesta en línea realizada por la American Psychological Association con 1.019 adultos después de la inauguración presidencial. Entre agosto de 2016 y enero de 2017, el nivel general de estrés promedio aumentó significativamente por primera vez desde que comenzó a realizarse la encuesta Estrés en América hace 10 años.
Y no son sólo demócratas: un cuarto de los republicanos informa que el resultado de las elecciones es una fuente significativa de estrés.
“Estoy viendo mucha ansiedad y rabia en ambos lados”, dice Elaine DuCharme, una psicóloga en Glastonbury, Connecticut. “Las personas que son republicanas tienen miedo de decirlo. Temen que todo el mundo crea que cada republicano piensa exactamente como Trump, y que apoya cada cosa que el presidente hace”.
DuCharme dice que algunos de sus pacientes están particularmente preocupados por mantener relaciones civilizadas con amigos y seres queridos que tienen diferentes opiniones políticas. “La gente camina sobre cáscaras de huevo”, expresó.
Karri King, de 56 años, quien vive en Buckeye, Arizona, y votó por Trump, dice que sus experiencias en las redes sociales la han dejado triste y desesperada. “Hay tantas cosas negativas en esos tontos mensajes de Facebook que actúan como si el mundo acabara. Y es falso. Y no puedo hacer nada al respecto”.
King dijo que ha tratado de involucrarse de manera civilizada con otras personas en línea que están en desacuerdo con ella, pero “cada vez que los republicanos opinamos, nos golpean”.
¡Cuando usted dice “un montón de idiotas” votó por Trump, usted está hablando de la mitad de todos los estadounidenses! Teníamos esperanzas al principio, y ahora estamos enojados y cansados de que se nos culpe”, dijo King. “Nadie quiere escuchar más, y de ahí proviene mi tristeza”.
Por supuesto, en algunas partes del país, especialmente en aquellas que son abrumadoramente republicanas y alejadas de las grandes ciudades, la gente parece aliviada, si no estimulada, por la oleada de órdenes ejecutivas y nombramientos del nuevo presidente.
Kristin Addison-Brown, una psicóloga en la zona rural de Jonesboro, Arkansas, dice que, antes de las elecciones, algunos de sus pacientes estaban expresando su preocupación por una posible victoria de Hillary Clinton. Pero desde entonces, “ha sido como el canto de los grillos para mis pacientes. Ellos tienen a su hombre, así que ya no están estresados”.
Nancy Cottle, partidaria de Trump de Mesa, Arizona, ha estado volando alto desde las elecciones. “Fuimos a la inauguración, y ¡fue una experiencia maravillosa! También fuimos al hotel de Trump a desayunar y almorzar, y fue simplemente fantástico. La inauguración fue muy inspiradora”.
Cottle, de 64 años, ha estado luchando por entender el clamor público sobre Trump. “Es como si el cielo se estuviera cayendo, pero mucho de eso es solo drama”, dijo. “Me siento animada, tengo esperanzas. No puedo esperar para despertar y ver lo que el día va a traer y qué más va a suceder”, agregó.
Esa misma dosis diaria de noticias -y la incertidumbre de lo que ocurrirá después- acosan a muchos que se oponen a Trump. Pero, al igual que Pfingsten, no pueden dejar de consumir noticias de inmediato.
“Parte del cerebro quiere saber qué está pasando, y te sientes atraído por ver CNN o leer las noticias. Y entonces la otra parte está diciendo que no, no, que eso no es bueno para mí”, explica Molitor, la psicóloga de Chicago. “Es tan desafortunado como conducir rápido a riesgo de tener un accidente: saben que no es bueno, pero no pueden parar”.
Molitor recomienda que los pacientes sigan estando comprometidos con la realidad, pero limiten el tiempo que pasan en Facebook o viendo las noticias. Concéntrate en otras cosas que disfrutas, aconseja, como llamar a un amigo, dar un paseo o leer un libro.
“Nunca leí los libros de Harry Potter, así que estoy leyendo a Harry Potter”, cuenta Matthew Leal, un residente de 34 años de San Francisco quien cayٕó en un pozo depresivo después de las elecciones. “Alguien puede verme leyendo y decir que estoy siendo totalmente escapista, pero siento que es algo que necesito”.