Cuando su hijo Matt todavía era un bebé, Lynda Mitchell ya sabía que era alérgico a la leche.
Mitchell controló los síntomas cambiando a fórmula. Pero cuando Matt tenía un año, su primer Halloween resultó horrible. Disfrazado de calabaza, el pequeño agarró un chocolate y mordió el envoltorio. A pesar que escupió el dulce, su violenta reacción alérgica se transformó en una dolorosa cadena de urticaria, hinchazón y dificultad para respirar. Terminó en la sala de emergencias.
Eso ocurrió hace 26 años, pero Mitchell recuerda vívidamente el temor de esa noche, y de criar a un niño con una condición para la que había poca información.
“Fue realmente un momento aterrador tener un hijo con alergia a un producto que está en casi todos los alimentos”, dijo.
Hoy en día, Matt todavía es extremadamente cuidadoso con su dieta. Carga un EpiPen todo el tiempo, para enfrentar cualquier ataque severo si come un producto que contiene lácteos sin darse cuenta.
Una nueva investigación sobre alergias alimentarias halló que las alergias a la leche no solo representan una carga médica, sino también financiera para las familias.
De hecho, la condición registró en 2016 la mayor cantidad promedio de servicios por paciente, por sobre todas las alergias alimentarias, superando incluso a las ampliamente publicitadas a los cacahuetes (maníes) y mariscos, según el análisis de Fair Health, una organización sin fines de lucro que maneja una base de datos de reclamos de seguros privados y proporciona información de costos a la industria de la atención de salud y a los consumidores.
Aún así, el estudio encontró que los cacahuetes superaban a todos los demás alérgenos alimentarios individuales al causar reacciones graves y algunas veces fatales conocidas como anafilaxias. Las alergias a los cacahuetes representaron la cuarta parte de los servicios médicos para tratar la anafilaxis de 2007 a 2016. Las reacciones anafilácticas a los productos lácteos representaron solo el 5%.
Los datos se suman a la creciente evidencia que el número de personas que viven con una alergia alimentaria está en aumento. De 2007 a 2016, los servicios médicos relacionados con las alergias a los alimentos enumerados en los reclamos de seguro médico privado aumentaron un 76%, dijo Robin Gelburd, presidente de Fair Health.
BJ Lanser, director del programa pediátrico de alergia a los alimentos de National Jewish Health, en Denver, Colorado, explicó que las causas de esas alergias no se limitan a ciertos alimentos que acaparan los titulares.
Agregó que, aunque los maníes representan un riesgo potencialmente mortal para algunas personas, otras alergias alimentarias también pueden llevar a una vida de estrés físico y financiero.
“No podemos pensar solo en los cacahuetes”. Tenemos que pensar en los otros principales alergenos alimentarios”, dijo. “Esta es una enfermedad que conlleva una gran carga de costos”.
Entre los hallazgos del informe:
- El aumento de las alergias a los alimentos varió según el lugar. De 2007 a 2016, el número de servicios y procedimientos para esas alergias se incrementó en un 70% en las áreas urbanas y más del doble en las zonas rurales.
- Los reclamos por alergia a los alimentos fueron más comunes entre los niños que las niñas, pero en los adultos fue lo opuesto.
- Los efectos de los alérgenos también varían según el sexo. Las mujeres y las niñas fueron las más atendidas por alergias a los aditivos alimentarios, pero los maníes fueron la categoría principal para hombres y niños.
- Las alergias a los alimentos generalmente están asociadas con los niños, pero el 34% de los procedimientos y servicios involucraron a un paciente mayor de 18 años.
El informe también analizó los costos del tratamiento de las reacciones anafilácticas en las alergias alimentarias. El número de tratamientos para estos casos potencialmente mortales aumentó un 377% entre 2007 y 2016. Pero, sorprendentemente, 7 de cada 10 servicios se atendieron en consultorios médicos, mientras que 13% fueron atendidos en centros ambulatorios (que podían incluir salas de emergencia en hospitales). El 2% fueron etiquetados específicamente como tratamiento en salas de emergencia.
Según la Administración de Drogas y Alimentos (FDA), más del 90% de las alergias alimentarias están relacionadas con ocho alimentos: leche, huevos, pescado, mariscos, nueces, maní, trigo y soja. La sensibilidad a la leche puede variar, desde una alergia grave como la de Matt Mitchell a una intolerancia que cause molestia gástrica, pero técnicamente no sea una alergia médica.
El informe Fair Health encontró que una alergia al maní es menos amenazante desde el punto de vista financiero que otros alimentos. Los servicios y tratamientos relacionados con una alergia al maní promediaron los $236.73 por paciente en 2016. Esa fue una cuarta parte del costo de una alergia a un producto lácteo, que promedió $1,043.89 por paciente en el mismo año.
Lanser dijo que el alto costo del tratamiento de las alergias a la leche probablemente esté relacionado con el alto precio de los productos alternativos a la leche, particularmente las fórmulas para bebés. Sin embargo, ni los investigadores ni los expertos podrían explicar la gran variación en el costo del tratamiento de la anafilaxis entre las alergias alimentarias.
Gelburd dijo que el informe apunta a identificar las tendencias en las alergias alimentarias que podrían inspirar otros estudios y hallazgos. “Nunca queremos que nuestro estudio en base a datos sea el fin de la conversación”, dijo Gelburd. “Más bien, quisiéramos que fuera el comienzo de un debate que agregue algo de luz en este campo”.
Hoy, Lynda Mitchell es directora ejecutiva de la Asthma and Allergy Foundation of America, un grupo de defensa de los pacientes.
“Como padre de un niño con alergia a los alimentos, especialmente un niño pequeño, siempre hay que estar examinando los alimentos, teniendo en mente si va a representar una situación de alto riesgo o no”, dijo. “Y vale la pena”. “Es algo que los padres de niños que tienen alergias alimentarias tienen que hacer todos los días”.
La cobertura de KHN de temas de atención médica infantil es apoyada en parte por la Heising-Simons Foundation.