La administración Trump dio un paso hacia la meta de poner fin a la epidemia de VIH en los Estados Unidos solicitando $291 millones para su iniciativa en el presupuesto anual de la Casa Blanca.
Pero dentro del presupuesto, la administración también propuso acciones que podrían socavar los esfuerzos para controlar la propagación del virus, dijeron expertos y defensores del VIH, incluida la obtención de fondos de programas que apuntan a erradicar el VIH en otras partes del mundo. De acuerdo con un análisis de la Kaiser Family Foundation, una de estas acciones es el recorte de $1.35 mil millones del Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del SIDA (PEPFAR).
George W. Bush lanzó este popular programa que proporciona medicamentos antirretrovirales y otros servicios a pacientes en más de 50 países. El año pasado, 14 millones de personas en todo el mundo dependieron de esta iniciativa para tener sus medicamentos contra el VIH, especialmente en África.
Greg Millett, vicepresidente y director de políticas públicas de la fundación de investigación sobre el VIH amfAR, describió el presupuesto de la administración como “esquizofrénico”.
“Hay tantos opuestos dentro de este presupuesto” dijo. “Por un lado hay cosas que son verdaderamente de mucha ayuda, y luego, están contrarrestadas por otras que simplemente borran esa buena voluntad”.
La propuesta de presupuesto es para el año fiscal que comienza el 1 de octubre. El Congreso no está obligado a aceptar ninguna de las solicitudes. La administración ha pedido recortes similares a las iniciativas mundiales contra el VIH en el pasado sin éxito.
La asignación para combatir el VIH en los Estados Unidos se dividiría entre varios programas. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) recibirían $140 millones para trabajar con los departamentos de salud estatales y locales para reducir las nuevas infecciones. Otra parte, aproximadamente $120 millones, se destinarían al Programa Ryan White contra el VIH/SIDA, que brinda atención médica, servicios de apoyo y medicamentos a las personas que viven con el virus.
El presidente Donald Trump se comprometió en su discurso sobre el Estado de la Unión a actuar para erradicar la transmisión del VIH en los Estados Unidos en la próxima década.
Jennifer Kates, vicepresidenta y directora de políticas de salud y VIH en la Kaiser Family Foundation, dijo que estos fondos “son aumentos reales para esos programas que deberían ser aprobados”.
Sin embargo, el presupuesto también busca cambiar la forma en la que Medicaid, el programa de salud federal gerenciado por los estados que proporciona seguro de salud para los más pobres, distribuye sus fondos: de una asignación per cápita a un monto fijo global. También les daría a los estados más flexibilidad para cambiar las reglas de elegibilidad de Medicaid y cobrar ciertos costos a los beneficiarios. Los defensores dicen que esos cambios podrían afectar directamente el acceso a los servicios para pacientes con VIH porque Medicaid es la mayor fuente de cobertura para esta población.
Además, el presupuesto propone recortes en el programa de Oportunidades de Vivienda para Personas con SIDA.
Los defensores del VIH también destacaron sus preocupaciones sobre el recorte a los programas globales. Según ONUSIDA, casi 37 millones de personas en todo el mundo vivían con VIH o SIDA en 2017. Aproximadamente una cuarta parte de ellas no sabían que portaban el virus.
Según expertos, es poco probable que los países que reciben ayuda de estos programas puedan continuarlos por su cuenta.
El movimiento para desprenderse de los esfuerzos en el extranjero y centrarse en los problemas nacionales se alinea con la doctrina “America First” (Primero América) de la administración Trump, dijo William McColl, vicepresidente de políticas y promoción de AIDS United, una organización de defensa del VIH.
Pero poner fin a los esfuerzos de Estados Unidos socava el lugar del país como líder mundial en la lucha contra el virus, agregó.
El cambio también pasa por alto el hecho de que el virus seguirá circulando sin tener en cuenta las fronteras nacionales.
“No suelo dar ideas a nadie, pero a menos que pongas una burbuja sobre los Estados Unidos, esto no va a resolver realmente el problema”, finalizó McColl.