A medida que aumentan las voces por una reforma radical del sistema de salud, muchos del espectro político de derecha, del centro, y de la industria de la atención de salud argumentan que las propuestas como “Medicare para todos” causarán la ruina económica, diezmando un sector que representa casi el 20% de la economía.
Mientras exploraba una candidatura presidencial, el ex presidente de Starbucks, Howard Schultz, llamó a “Medicare para Todos” un concepto “no estadounidense”, y dijo: “¿Qué industria vamos a abolir a continuación, la industria del café?”, agregando que “eliminaría a la industria de seguros”.
Un miembro del libertario Cato Institute escribió que “bombardearía la industria”. David Wichmann, director ejecutivo de UnitedHealth Group, advirtió que “seguramente tendría un impacto severo en la economía y en los empleos”.
Es cierto: cualquier reforma significativa requeriría una realineación importante del sector de atención médica, que ahora es el mayor empleador en al menos una docena de estados. La mayoría de los hospitales y especialistas probablemente perderían dinero. Algunos —como los intermediarios que negocian los precios de los medicamentos— podrían ser eliminados. Eso significaría millones de empleos perdidos.
Aunque será económicamente doloroso, el punto es simplificar para los pacientes un sistema de atención médica kafkiano, que genera dinero para la industria a través de prácticas irracionales. Después de todo, ¿no debería ser el objetivo principal de un sistema de salud brindar una atención eficiente a un precio razonable, sin recompensar a los accionistas o apoyar la economía?
En 2012, Katherine Baicker y Amitabh Chandra, economistas de Harvard, advirtieron contra “tratar al sistema de atención médica como un programa de empleo (muy ineficiente)”. Estaban preocupados que el sistema de salud fuera el principal motor de recuperación de la Gran Recesión. Y, sin embargo, la revelación de que el sector de la atención de salud agregó más empleos el año pasado que cualquier otro en la economía fue recibida como una buena noticia.
No es sorprendente que las personas involucradas en el negocio de la medicina se hayan unido en una campaña de cabildeo y medios de comunicación, a través de la Asociación para el Futuro de la Atención Médica de los Estados Unidos, para evitar una reforma transformadora, en particular el “Medicare para Todos”.
Pero los votantes, que están hartos, parecen estar listos para cambiar una industria que socava sus finanzas, desperdicia su tiempo y no brinda una atención particularmente buena. Pocas personas se lamentarían por el fin de los paquetes de compensación anual de $35 millones para ejecutivos de aseguradoras o la reducción de personal de las compañías que han elevado los precios de la insulina —a 10 veces más de lo que cuesta, por ejemplo, en Canadá— aunque podrían pasar por alto el servicio de valet parking y las habitaciones privadas en hospitales.
Más de la mitad de los estadounidenses ya dicen que tienen una visión favorable de “Medicare para Todos”. Aunque la aprobación baja cuando se enfrentan con detalles como impuestos más altos, está claro que el electorado está buscando un cambio grande. Y este cambio puede llegar de muchas formas: por ejemplo, alguna forma de expansión de Medicare, negociaciones gubernamentales sobre los precios de los medicamentos o mejorar el poder de la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA).
Cuanto más fundamental es la reforma, más severo es el efecto económico.
El doctor Kevin Schulman, economista de salud de la Universidad de Stanford, dijo que las primeras víctimas de un plan de “Medicare para todos” serían los “intermediarios que aumentan el costo, no la calidad”. Por ejemplo, los ejércitos de administradores, programadores, facturadores y negociadores de los reclamos, que ganan buenos salarios de clase media y que a menudo pasan años en la escuela aprendiendo estas habilidades. Habría una necesidad mucho menor de personal si hay un solo pagador a nivel nacional.
Algunas áreas geográficas se verían especialmente afectadas. Un solo sistema hospitalario es, por lejos, el mayor empleador en muchas ciudades post industriales como Pittsburgh y Cleveland. Los hospitales y las corporaciones de hospitales conforman los seis principales empleadores en Boston y dos de los tres principales en Nashville. Hartford es conocida como la capital de las aseguradoras del mundo.
¿Dónde estaría Nueva Jersey si los fabricantes de medicamentos recibieran un gran golpe, o Minnesota si los fabricantes de dispositivos redujeran enormemente su fuerza laboral? (Esa puede ser la razón por la cual algunos representantes demócratas y senadores de estos estados de izquierda se han mantenido callados o han sido inconsistentes sobre la expansión de Medicare).
Investigadores de Stanford estiman que 5,000 hospitales comunitarios perderían más de $151 mil millones bajo un plan de “Medicare para Todos”. Eso se traduciría en la pérdida de 860,000 a 1.5 millones de empleos. Un estudio de Navigant reveló que un sistema hospitalario de tamaño mediano, sin fines de lucro, sufriría una pérdida neta de ingresos del 22%.
Robert Pollin, economista del Instituto de Investigación de Economía Política de la Universidad de Massachusetts-Amherst, se siente frustrado no solo por las predicciones del fin del mundo sino también por la forma en que los partidarios de “Medicare para Todos” tienden a pasar por alto el tema de los empleos.
“Todos los defensores de ‘Medicare para Todos’, incluido yo, deben reconocer que la mayor fuente de ahorro de costos son los despidos”, dijo. Calculó que este sistema generaría pérdidas de empleos (en su mayoría entre administradores) “en algún lugar del orden de los 2 millones”, aproximadamente la mitad en el lado de las aseguradoras y la otra mitad empleados en hospitales y consultorios médicos contratados para discutir con los primeros. Agregó que los partidarios de “Medicare para Todos” tienen que pensar en una “transición justa”.
Por supuesto, si más personas obtienen seguro de salud bajo un Medicare ampliado, habrá una mayor necesidad de algunos trabajadores, como enfermeras practicantes y asistentes médicos. Y hay una gran necesidad de trabajo insatisfecha en la atención de una población que envejece. Sin embargo, estos últimos son en su mayoría empleos de bajos salarios, y ninguno compensa las pérdidas.
Pollin sugiere que una transición a “Medicare para Todos” debe ir acompañada de un plan para otorgar a los despedidos hasta tres años de salario y ayuda para volver a capacitarse en otra profesión.
A pesar de los sufrimientos a corto plazo causados por cualquier cambio fundamental en nuestro sistema de prestación de atención médica, la reforma finalmente redirigirá los recursos de manera que sean buenos para la economía, dicen muchos expertos.
“Simpatizo con el impacto que los cambios tendrán en mercados y empleos específicos, podemos medir eso”, dijo Schulman. “Lo que no podemos cuantificar es el efecto que los altos costos de atención médica han tenido en las industrias que no son de atención médica”.
El gasto de pagar por la atención médica de los empleados ha reducido los salarios y el espíritu empresarial, dijo. Describió a un fabricante de telas que transfirió más de 1,000 empleos fuera del país porque no podía pagar el seguro de sus trabajadores. Estas decisiones se han vuelto comunes en los últimos años.
“Sí, éstas son transiciones dolorosas”, dijo Baicker, quien ahora es decano de la Escuela de Política Pública Harris de la Universidad de Chicago. “Pero la respuesta no es congelar los sectores en los que hemos estado siempre. Cuando la agricultura mejoró y se volvió más productiva, nadie dijo que todos debían seguir siendo agricultores”.