La cirugía fue bien. Los doctores que la atendían se fueron. Cuatro horas después, Paulina Tam comenzó a jadear por falta de aire.
Una hemorragia interna le estaba bloqueando la tráquea: era de las posibles complicaciones tras la cirugía de columna vertebral a la que había sido sometida.
Pero un informe de Medicare en el que se evalúa la situación indica que ninguno de los que estaban de guardia esa noche en el centro de cirugía del norte de California sabía qué hacer.
En medio de la desesperación, una enfermera hizo algo impensable en un centro de salud.
Llamó al 911.
Según el informe, una ambulancia llevó a Tam a la sala de emergencias; pero la mujer, de 58 años y madre de tres hijos, llegó sin vida.
Si a Tam la hubieran operado en un hospital, un procedimiento relativamente simple podría haberle salvado la vida.
Pero al igual que cientos de miles de pacientes cada año, Tam acudió a uno de los más de 5,600 centros de cirugía que hay en el país.
Estos centros comenzaron a funcionar hace casi 50 años como alternativas de bajo costo para cirugías menores. Ahora superan en número a los hospitales, ya que los reguladores federales han aprobado una gama cada vez mayor de procedimientos ambulatorios en un esfuerzo por reducir los costos federales de atención médica.
Miles de veces al año, estos centros llaman al 911 cuando los pacientes experimentan complicaciones que pueden ser desde menores hasta fatales. Pero se desconoce el número de personas que muere como consecuencia de estas complicaciones porque no existe un reporte oficial a nivel nacional. Una investigación realizada por Kaiser Health News y USA TODAY Network ha descubierto que más de 260 pacientes han muerto desde 2013 en el país después de ser sometidos a una cirugía ambulatoria. Decenas de personas, incluyendo niños de tan solo 2 años, fallecieron luego de operaciones de rutina, como colonoscopías y extracción de amígdalas.
Los periodistas examinaron informes de autopsias, presentaciones legales y más de 12,000 documentos de inspecciones estatales y de Medicare, y entrevistaron a docenas de médicos, expertos en políticas de salud y pacientes, en toda la industria, para llevar a cabo la investigación más exhaustiva que se ha hecho de estos archivos hasta la fecha.
Esto es lo que la investigación reveló:
- Los centros de cirugía han ido ampliando sistemáticamente sus servicios ofreciendo cirugías cada vez más riesgosas. Al menos 14 pacientes murieron después de complejas cirugías de columna como las que los reguladores federales de Medicare aprobaron recientemente para estos centros. Pero si es cierto que el riesgo de efectuar tales cirugías fuera de un hospital puede ser enorme, también lo es la recompensa. Los médicos que son dueños de una parte del centro pueden ganar sus propios honorarios y una porción del costo, una suma significativa para operaciones que pueden alcanzar los $100,000 o más.
- Para proteger a los pacientes, Medicare requiere que estos centros de cirugías establezcan un acuerdo con un hospital local adonde llevar a los pacientes cuando surjan emergencias. Pero en las zonas rurales, los centros pueden estar a 15 millas o más de un hospital. Incluso cuando el hospital está cerca, pueden pasar de 20 a 30 minutos entre la llamada al 911 y el arribo a una sala de emergencias.
- Se acusa a algunos centros de pasar por alto problemas de salud de alto riesgo para tratar a pacientes que, según los expertos, deberían ser operados solo en hospitales. Al menos 25 personas con afecciones médicas subyacentes murieron minutos o días después de salir de uno de estos centros. Los casos incluyen a una mujer de Ohio con la presión arterial fuera de control, un hombre de West Virginia de 49 años que estaba en lista de espera para un trasplante de corazón, y varios niños con apnea del sueño.
- Algunos centros quirúrgicos arriesgan la vida de los pacientes escatimando en capacitación o equipos que salvan vidas. Otros envían a los pacientes a casa antes que se recuperen por completo. En camino a sus hogares, familiares en Arkansas, Oklahoma y Georgia descubrieron que sus seres queridos no estaban dormidos, sino al borde de la muerte. Los centros de cirugía han sido criticados en casos en los que el personal no tenía las herramientas para abrir la vía aérea de un paciente o carecían del conocimiento necesario para salvar a un paciente de una hemorragia letal.
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La mayoría de las operaciones realizadas en centros quirúrgicos se efectúan sin problemas. Está claro que la cirugía conlleva riesgos, sin importar en dónde se haga. Algunos centros cuentan con equipos de última generación y personal altamente capacitado que está bien preparado para manejar emergencias.
Pero Kaiser Health News (KHN) y USA TODAY Network encontraron más de una docena de casos en los cuales la ausencia de personal capacitado o la falta de equipo de emergencia adecuado parece haber puesto a los pacientes en peligro.
Y en casos similares a los de Tam, a los pacientes de cirugía de la columna vertebral superior se les ha enviado a casa demasiado pronto, con el riesgo de asfixia inminente.
En 2008, un padre de tres hijos de Oregon, de 35 años, comenzó a asfixiarse, golpeando el techo del automóvil con frustración mientras su esposa lo llevaba a un hospital. En 2011, un hombre de Dallas se desplomó en brazos de su padre mientras esperaban una ambulancia. Otro hombre de Oregon sintió que se quedaba sin aire en la sala de estar de su hogar la noche después de su cirugía de columna vertebral, en 2014. Un hombre de San Diego comenzó a jadear “como un pez”, en palabras de su esposa, mientras esperaban una ambulancia el 28 de abril de 2016.
Ninguno de ellos sobrevivió.
El paciente de cirugía espinal, McArthur Roberson, de 60 años, perdió más de un litro de sangre durante la operación y luchó por respirar después de la cirugía, afirmó su familia en la demanda legal. Murió camino a casa.
El doctor Daniel Silcox, cirujano de columna vertebral de Atlanta y testimonio experto de la familia en la demanda, dijo que si “se le hubiera mantenido en observación en un hospital durante la noche, su muerte no habría ocurrido”.
El centro quirúrgico se eximió de culpa en el caso que se cerró con un acuerdo confidencial en 2017.
Muchos en el campo de la salud, desde médicos hasta compañías de seguros privadas y Medicare, han descartado que la enorme cantidad de muertes se deba a errores que escapan al control de los médicos.
Los periodistas de USA TODAY Network y KHN contactaron a 24 médicos y administradores de centros quirúrgicos para preguntarles sobre la muerte de pacientes, pero ninguno respondió a la pregunta sobre qué fue lo que salió mal, citando leyes de privacidad de los pacientes o derivando a los reporteros a los abogados. En respuesta a demandas en todo el país, los centros de cirugía han argumentado que las complicaciones fatales se encuentran entre los resultados conocidos de dichas cirugías. Dos centros culparon a los pacientes fallecidos por negligencia.
Bill Prentice, director ejecutivo de la Asociación de Centros de Cirugía Ambulatoria, se negó a hablar sobre casos individuales, pero dijo que no ha visto datos que demuestren que los centros sean menos seguros que los hospitales.
“No hay nada peculiar o diferente en el modelo de un centro de cirugía que haga que la atención médica pueda ser más peligrosa que en cualquier otro lugar”, dijo Prentice. “El cuerpo humano es algo misterioso, y un paciente que ha cumplido con todos los protocolos posibles puede venir un día y le puede ocurrir algo inimaginable que no tiene nada que ver con la atención que se le ha brindado”.
Sin embargo, el doctor Kenneth Rothfield, miembro de la junta de directores de la Physician-Patient Alliance for Health & Safety, afirmó que muchos centros de cirugía y sus médicos se extralimitan sobre cuánto se puede hacer en los centros para pacientes ambulatorios.
“Es importante entender que los centros de cirugía no son hospitales”, dijo. “Tienen diferentes recursos, diferentes equipos”.
El crecimiento explosivo de los centros de cirugía, que reciben $4.1 mil millones al año de Medicare, se ha dado bajo circunstancias que algunos expertos médicos consideran indecorosas.
La ley federal permite que los médicos de un centro de cirugía, a diferencia de otros, envíen a sus pacientes a instituciones de las que ellos lucran, en lugar de a un hospital de servicio completo que esté más cerca. Esta práctica puede, en algunos casos, aumentar el riesgo para un paciente, pero duplica las ganancias del médico.
Prentice indicó que es bueno que los médicos sean dueños de los centros de cirugía.
“Los médicos que ejercen allí son responsables de todo lo que sucede en ese centro desde el momento en que el paciente sale de su automóvil en el estacionamiento hasta el momento en que se va”, dijo.
Pero varios estudios han demostrado que los médicos de los centros de cirugía que son propietarios realizan operaciones con más frecuencia. Y en pleitos en todo el país, han sido acusados de tomar riesgos con sus pacientes.
Incluso algunos que se han ganado la vida en esta industria de los centros de cirugía han expresado su preocupación. El doctor Larry Teuber, neurocirujano de Dakota del Sur que trabajó como ejecutivo en la industria de centros quirúrgicos durante 22 años, dijo que ha visto a los dueños de estos centros realizar cirugías ortopédicas y espinales cada vez más complejas y lucrativas, socavando las ganancias de un hospital cercano en incremento de la suya propia.
“Cuando estás ganando dinero haciendo [cirugías complejas] te encuentras en una pendiente ética resbaladiza”, dijo Teuber. “El dinero eclipsa todo”.
La historia
El primer centro de cirugía en los Estados Unidos se abrió en Phoenix, Arizona, en 1970, un lugar “metido entre las tiendas del vecindario y una iglesia Bautista”, donde por $90 se le podía practicar a un niño una incisión para aliviar la presión en el oído interno, según informó The Arizona Republic en aquella época.
Los doctores John Ford y Wallace Reed fueron los pioneros, quienes cuestionaron por qué los pacientes debían ser hospitalizados para someterse a cirugías menores.
Sacar estos procedimientos de los hospitales reduce el costo para los pacientes y para las aseguradoras porque los centros de cirugía no requieren el mismo nivel de personal ni de equipo para salvar vidas.
Medicare ayudó a impulsar la expansión de los centros cuando comenzó a pagar por las cirugías en 1982.
Luego, en 1993, el Congreso alentó a los médicos a abrir centros de cirugía al eximirles de la segunda Ley Stark, que impide a los médicos referir a sus pacientes a instituciones de las que son dueños.
Al principio, los médicos-empresarios impulsaron el crecimiento al recomendar a sus pacientes que probaran los centros. Luego, al ver que perdían lucrativas cirugías, los hospitales comenzaron a comprar sus propios centros. El año pasado, el gigante de seguros UnitedHealth Group gastó $2,3 mil millones en la compra de una cadena nacional de centros quirúrgicos.
Los centros han sido bien aceptados entre los pacientes, que disfrutan de la comodidad y de una atención personalizada. Los médicos dicen que les gusta la facilidad para planear operaciones sin la posibilidad que cirugías de emergencia, inesperadas, modifiquen el calendario. Y los centros de cirugía han prosperado incluso cuando los hospitales luchaban para contener la propagación de infecciones.
En estos momentos existen 5,616 centros certificados por Medicare. La expansión se ha producido a pesar de las persistentes preocupaciones sobre la seguridad. En 2007, Medicare puntualizó que los centros quirúrgicos “no cuentan con los estándares de seguridad del paciente establecidos para los hospitales, ni se les exige tener el personal capacitado ni el equipo necesario para brindar una amplia atención médica… “Algunos procedimientos son “inseguros” para ser realizados en los centros de cirugía, concluyó el informe.
Medicare recomendó a los centros transferir pacientes a hospitales cuando surjan emergencias. Pero solo un tercio de los centros quirúrgicos participan voluntariamente en esta iniciativa de reportar la frecuencia con que esto ocurre. En el año que finalizó en septiembre de 2017, los centros enviaron al menos 7,000 pacientes al hospital, según muestra un análisis de KHN de los datos de la industria de centros quirúrgicos. No todos sobreviven el viaje.
Ese fue el caso de James Long, de 56 años, quien no tenía pulso cuando llegó una ambulancia al centro de cirugía de Colorado donde se había sometido a más de cinco horas de cirugía de columna inferior en 2014, según se establece en los registros médicos del centro proporcionados al abogado de la familia.
El estado revisó el caso y no citó deficiencias. Jen Kenitzer, la administradora del Minimally Invasive Spine Institute, aseguró que el centro cuenta con “amplios procedimientos para responder rápida y apropiadamente” en caso de emergencia.
Sin embargo, los familiares de Long siguen preocupados por el caso.
“En el siglo 21 en los Estados Unidos, ¿un médico que opera a un paciente tiene que llamar al 911?”, exclamó Robin Long, su ex esposa, quien no demandó al centro. “Por favor… Es absurdo”.
Experiencia en emergencias
Los pacientes ingresan a hospitales con ataques cardíacos, heridas de bala y lesiones traumáticas. Allí, los médicos y las enfermeras se vuelven expertos en salvar vidas en casos de emergencia.
Los médicos de los centros de cirugía pueden llegar a ser expertos en los procedimientos que realizan con más frecuencia. Pero no siempre están preparados para afrontar una situación de crisis, de acuerdo con una revisión de los registros de Medicare y más de 70 demandas.
Los inspectores de salud que representan a Medicare han descubierto 230 fallos en equipos de rescate o en regulaciones de entrenamiento en centros quirúrgicos desde 2015.
Un centro en California tenía tanques de oxígeno vacíos. Otro que operaba a niños en Arkansas no tenía un set de traqueotomía pediátrica para restaurar la respiración; a otro le faltaban las almohadillas desfibriladoras pediátricas para recuperar el ritmo cardíaco.
En una demanda en curso contra ella y el centro en donde ejerce, la anestesióloga Yoori Yim testificó que, el 23 de diciembre de 2015, no pudo encontrar el tubo de ventilación adecuado para salvar la vida de un paciente que había dejado de respirar.
Rekhaben Shah, de 67 años, había ingresado al Oak Tree Surgery Center en Edison, Nueva Jersey, para una simple colonoscopía.
Yim intentó ayudar a Shah a respirar, sin mucho éxito. Desde el momento en que Shah dejó de respirar en la mesa de operaciones, pasaron 33 minutos hasta que un paramédico le insertó un tubo de respiración, de acuerdo con los registros médicos y de EMS.
Los paramédicos que respondieron a la llamada al 911 del centro tuvieron que usar un video GlideScope para ver dentro de la garganta de la paciente, un equipo que el centro de cirugía no tenía, según el testimonio de la corte.
Para entonces ya era demasiado tarde. A Shah se le retiró el soporte vital en un hospital cercano el día de Navidad.
Ni Yim ni el centro respondieron a las llamadas solicitando su comentario. En registros judiciales, un experto del centro quirúrgico dijo que las vías respiratorias de Shah estaban obstruidas y que se despejaron cuando llegaron los paramédicos. También indicó que el GlideScope no es obligatorio en Nueva Jersey, y que probablemente no habría hecho una diferencia. Sin embargo, un experto hablando en defensa de la doctora Yim dijo que sus acciones habían sido las apropiadas y que si se hubiera encontrado un GlideScope en el centro, “tal vez no estaríamos discutiendo este caso”.
Cuando llegan los equipos de emergencia, los centros de cirugía no siempre están preparados para recibirlos.
En el caso de Yim, los paramédicos testificaron que ella se negó a alejarse de Shah y que les permitió intentar revivir al paciente.
En Florida, los paramédicos que acudieron a un centro de cirugía fuera del horario habitual de atención se encontraron con la puerta cerrada con llave mientras, adentro, un paciente respiraba con dificultad. El hombre de 55 años permanece en estado vegetativo.
En 2016, los paramédicos llegaron al West Lakes Surgery Center en Iowa cuando el personal intentaba revivir a Reuben Van Veldhuizen, de 12 años, después que experimentara complicaciones durante una amigdalectomía, según un informe de inspección de Medicare.
Un paramédico le dijo a los inspectores estatales que tuvo que preguntar quién estaba a cargo de la resucitación del paciente. Nadie respondió, dice el informe.
El niño llegó al hospital 37 minutos después que el personal del centro de cirugía llamó al 911. Allí fue declarado muerto.
La familia presentó una demanda, alegando que el centro y el anestesiólogo se equivocaron al darle al niño un anestésico que conlleva una advertencia sobre el riesgo de paro cardíaco en niños pequeños. En las presentaciones judiciales que siguieron a la demanda, el centro quirúrgico y el anestesiólogo dijeron que la muerte de Reuben fue el resultado de “condiciones preexistentes, actos de terceros o condiciones sobre las cuales (los demandados) no tenían control ni responsabilidad”.
Sin embargo, los abogados que demandan a los centros e investigan sus registros internos dicen que a menudo se observan demoras mortales en la atención.
Pedro Maldonado, de 59 años, fue al Ambulatory Care Center en Nueva Jersey para que le hicieran un examen de diagnóstico del tracto gastrointestinal superior. El procedimiento duró siete minutos. Unos 10 minutos después, el paciente no daba señales de vida, según la demanda de su viuda.
Le tomó al personal del centro de cirugía 25 minutos más para comenzar la Reanimación Cardiopulmonar (CPR, en inglés), según la demanda que el abogado de Philadelphia, Glenn Ellis, presentó en nombre de la viuda de Maldonado. Pasaron otros 27 minutos antes que Maldonado ingresara en el servicio de emergencias, alega la demanda. Maldonado nunca recuperó la consciencia.
Durante una llamada telefónica, un administrador del centro se negó a comentar. En documentos legales, el centro negó las acusaciones de irregularidades.
“En un hospital, los médicos y las enfermeras… saben cómo van a responder”, dijo Ellis. “El personal en los centros quirúrgicos caminan sobre una cuerda floja sin red de seguridad”.
Un círculo de atención
Mientras que el devenir de un hospital continúa durante toda la noche, algunos médicos de centros quirúrgicos trabajan en horarios de oficina. Eso significa que los pacientes cuyas cirugías terminan a última hora del día, a veces, se quedan al cuidado de una o dos enfermeras para estadías de hasta 23 horas. En algunos casos, los pacientes son enviados a casa y deben lidiar con las complicaciones por sí mismos.
Sondra Wallace fue al Surgery Center of Oklahoma a principios de 2017 para un procedimiento sinusal.
Después del procedimiento, los médicos vieron cómo bajaba su nivel de oxígeno en la sangre. Se dieron cuenta que había tenido una reacción a la anestesia y a las 2 pm le administraron un medicamento para revertir los efectos, según una demanda en curso presentada por su esposo.
Una hora después, la enviaron a casa con su esposo, Larry, dice la demanda.
Eran las 3 pm del viernes antes del fin de semana del Día de los Presidentes.
“Simplemente creo que tenían prisa por comenzar su fin de semana de tres días”, dijo su hija Casey Podoll.
Larry Wallace alega en la demanda que el centro no le advirtió que Sondra había tenido una reacción a la anestesia.
Wallace pensó que su esposa dormía en el asiento trasero mientras condujo por más de dos horas a través de los pastizales de Oklahoma, camino a casa. Cuando llegó, descubrió a su esposa fría en el asiento trasero. Fue declarada muerta en el Jackson County Memorial Hospital a las 6:30 pm de ese mismo día.
“No me dieron ninguna indicación… no me advirtieron de nada”, se quejó Podoll.
Craig Buchan, abogado del Surgery Center of Oklahoma, dijo que Wallace cumplía con los criterios de alta y que no se había determinado la causa de su muerte. Dijo que el centro no cerró antes “de lo que suele hacerlo después que el último paciente es dado de alta”.
Cecilia Aldridge dijo que también había sentido que el personal de un centro quirúrgico la estaba apurando para que se marchara después de la cirugía de amígdalas de su hija de 2 años en Arkansas en 2015.
Una demanda presentada por los padres dijo que el centro “dio de alta a Abbygail demasiado pronto porque se acercaba una tormenta de nieve en el área”.
Abbygail se puso azul en el auto, camino a casa. Su madre dijo que corrió a la sala de emergencias y gritó pidiendo ayuda, con su pequeña en brazos.
“Nunca se despertó”, dijo Aldridge entre lágrimas.
Los padres de Abbygail se preguntan ahora si el centro de cirugía debió haber aceptado tratar a su hija.
Debido a que los centros de cirugía tienen menos equipo de seguridad y personal que los hospitales, los líderes de la industria enfatizan la importancia de seleccionar pacientes lo suficientemente saludables como para que les vaya bien. Sus predicciones, sin embargo, no siempre son correctas.
Abbygail, quien adoraba su cobijita y la película “Frozen”, tenía apnea del sueño, latidos cardíacos irregulares y era muy pesada para su edad, según la demanda.
La apnea del sueño aumenta el riesgo de complicaciones graves en la cirugía y la noche posterior, según investigaciones médicas. Dada su condición, Abbygail “debería haber sido ingresada (en un hospital) y monitoreada después del procedimiento”, dijo el doctor Charles Cote, profesor retirado de anestesiología pediátrica de la Universidad de Harvard que no participó en la demanda de la familia.
La demanda dice que los factores de riesgo de Abbygail “fueron documentados y eran conocidos por los demandados”, incluido el médico. Y añade que la pequeña debería haber sido operada “en un hospital para pacientes internados bajo cuidado hospitalario y monitoreada durante la noche”.
El doctor Michael Marsh realizó la amigdalectomía de Abbygail en el Executive Park Surgery Center en Fort Smith, Arkansas.
El abogado del centro de cirugía no quiso hacer ningún comentario. El abogado del médico no devolvió el correo electrónico ni los mensajes de voz. En los documentos judiciales que respondieron a la demanda, Marsh y el centro negaron haber actuado mal.
En corte, Marsh dijo que las lesiones de la niña eran “la progresión natural” de su enfermedad. El Centro de Cirugía de Executive Park dijo en corte que “ninguna acción de parte de la institución… fue causa inmediata de daños o lesiones”. Se logró un acuerdo en el caso.
En al menos 25 casos, los centros quirúrgicos atendieron a pacientes enfermos y frágiles que murieron luego de procedimientos simples, como amigdalectomías, desprendimiento de retina o colonoscopías, según la investigación de KHN y USA TODAY Network.
Medicare le pide a los centros de cirugía que evalúen el riesgo de cada paciente, pero, solo en 2015 y 2016, los inspectores identificaron 122 centros de cirugía por errores en las evaluaciones de riesgo. Algunos centros no pudieron medir el riesgo en absoluto. Otros pasaron por alto sus propios protocolos.
Los médicos pueden usar una evaluación del riesgo de anestesia para descartar pacientes frágiles: los pacientes sanos obtienen una puntuación de 1, y una puntuación de 5 significa que una persona está casi muerta.
Algunos estados, como Pennsylvania y Rhode Island, impiden que ciertos centros quirúrgicos operen con pacientes con un puntaje de riesgo 4 de anestesia. Pero la mayoría de los estados no son tan estrictos y dejan estas decisiones a los doctores.
Y algunas de esas decisiones han tenido trágicas consecuencias. Sabino Sifuentes, de 74 años, había sobrevivido a la cirugía de triple bypass. Sin embargo, el 23 de marzo de 2015, nueve minutos después del comienzo de la anestesia para un procedimiento ocular, dejó de responder y ya no pudo ser revivido, según un informe de inspección de Medicare. Una enfermera anestesista que revisó el caso en el centro de cirugía Eye-Q Vision Care en Fresno, California, dijo a los inspectores estatales de salud que a Sifuentes se le debería haber asignado un puntaje de riesgo 4 y que su atención fue “completamente mal manejada”, dice el informe de la inspección.
En respuesta a la demanda de la familia, el centro de cirugía dijo que el caso de Sifuentes fue resultado de su propia negligencia y la de otros.
Otros cinco pacientes con el mismo puntaje de riesgo murieron después de procedimientos de rutina en centros de cirugía de los Estados Unidos.
Pero tales tragedias rara vez son parte de la discusión cuando Medicare decide si aprueba nuevos procedimientos en los centros de cirugía.
Un ejemplo es la cirugía de columna vertebral.
Hasta 2015, Medicare no pagaba por esta operación en los centros de cirugía. Luego, la asociación de la industria instó a la agencia a realizar el cambio y alentó una campaña de redacción de cartas de los centros de cirugía de todo el país.
Entre los que escribieron esas cartas estuvo el doctor Alan Villavicencio, cirujano de Colorado quien dijo que había estado haciendo estas cirugías durante 12 años y descubrió que sus pacientes “aprecian la conveniencia y el ahorro de costos”. No mencionó que James Long, de 56 años, había muerto tres semanas antes en un centro quirúrgico de Lafayette, Colorado, del que es co-propietario, según un informe del departamento de salud de Colorado y de registros en el colegio de médicos.
United Surgical Partners International, una cadena de centros quirúrgicos, también pidió la aprobación de más procedimientos, sin mencionar el fallecimiento de un paciente horas después de una cirugía de columna vertebral en uno de sus centros afiliados varios meses antes, según documentos judiciales y registros de valores. La cadena dijo en un comunicado que respalda sus comentarios en apoyo de la propuesta.
Estas cartas tienen influencia sobre Medicare, que aprueba los procedimientos que se deben realizar en los centros quirúrgicos en función de si la cirugía es invasiva o compleja, y de los aportes de los interesados.
Robert Beatty-Walters, abogado de Portland, Oregon, quien ha representado a las familias de tres personas que murieron después de los procedimientos de columna vertebral en un centro de cirugía, dijo que el proceso de toma de decisiones de Medicare no es imparcial.
“Las partes interesadas, como se les llama, son los que se benefician durante estos procedimientos regulatorios, no las personas a las que se les proporciona el servicio”, expresó. “Los centros de cirugía espinal solo quieren que vengan más personas. Así ganan más dinero. Odio ser tan cínico al respecto, pero eso es lo que he visto”.
Medicare aprobó 10 códigos de cirugía espinal para que puedan ser facturados en los centros de cirugía a partir de 2015 y agregó más procedimientos espinales para 2017. Una vocera de Medicare declinó una solicitud de entrevista telefónica. En un correo electrónico, una vocera dijo que Medicare solicitó el comentario público y no recibió respuestas que sugirieran que los procedimientos representaban una amenaza para los pacientes de Medicare. Ella dijo que la decisión final acerca de dónde se operará a un paciente depende de un médico y de un paciente.
Para 2017, al menos 14 personas habían muerto apenas después de cirugías espinales realizadas en centros quirúrgicos, según la investigación de KHN/USA TODAY Network.
Las 14 muertes por cirugía de columna han tenido escasa repercusión en la industria o en otros ámbitos. Solo uno de esos fallecimientos fue noticia en los periódicos locales. El resto está documentado en lugares como la corte de Macon, Georgia. O en oscuros informes regulatorios. Y puede haber muchos más porque algunos estados, incluidos Nueva York, Illinois y Florida, no revelan ningún detalle sobre las muertes en centros quirúrgicos.
La muerte de Paulina Tam en Fremont Surgery Center fue un trágico ejemplo. A los 58 años, esta madre de tres hijos había terminado su carrera como enfermera y educadora. Pronto planeaba viajar por el mundo con quien fue su esposo por 32 años.
“Ella era la fuerza impulsora de la familia, el espíritu”, contó su hijo, Eric Tam, médico en la ciudad de Nueva York. “No esperábamos que sucediera lo peor”.
La atención que recibió en el centro está registrada en documentos de corte, informes de los paramédicos (EMS) y un informe de inspección de Medicare que concluyó que el centro “no proporcionó un entorno seguro para la cirugía”.
El doctor de Tam le programó un procedimiento para reemplazar dos discos en su columna vertebral superior el 7 de abril de 2014. El dolor a raíz de un accidente automovilístico la había molestado por años. Cualquier cirugía de este tipo (que implica invadir la parte delantera del cuello para tratar el dolor en la columna) conlleva el riesgo de asfixia, según el informe de inspección de Medicare.
Pero ni su cirujano ni su anestesiólogo se encontraban en el centro, y el único médico disponible era un especialista en salud digestiva, según el informe de inspección. Aproximadamente cuatro horas después de su procedimiento, Tam le dijo a una enfermera que su collar quirúrgico estaba demasiado apretado. Y luego que no podía respirar.
La enfermera estableció un “código azul” justo después de las 6:30 pm, según los registros del centro.
Los expertos médicos dicen que el primer paso para ayudar a esos pacientes es eliminar las grapas quirúrgicas para que la sangre acumulada se pueda dispersar, permitiendo así que el paciente respire.
En el caso de Tam, el personal intentó sin éxito insertarle un tubo de respiración a través de la boca y en sus vías respiratorias, según muestra el informe de inspección. Un remedio de última hora habría sido hacerle un agujero en la garganta para restaurar la respiración, pero el gastroenterólogo le dijo a un inspector que “no estaba preparado” para hacerlo.
La incapacidad para realizar la técnica de rescate de asfixia, según el informe de inspección, equivalía a “no garantizar la seguridad del paciente” del centro.
Desde el momento en que una enfermera llamó al 911, tomó 24 minutos llevar a Tam al hospital más cercano, según muestran los registros del EMS. La paciente llegó sin pulso y permaneció con soporte vital durante la noche, mientras sus hijos se acercaban a su lado para despedirse.
El centro no devolvió las llamadas y negó cualquier irregularidad o infracción en el caso judicial. El cirujano de Tam se negó a hablar sobre el caso, pero presentó alegatos ante la corte que decían que el “descuido y negligencia” de Tam le causó la muerte. No está claro a qué se refería la defensa al hablar de “negligencia”. El caso llegó a un acuerdo confidencial.
Después de la muerte de Tam, el centro les dijo a los inspectores de Medicare que un médico especialista permanecería siempre en su puesto después de los casos de cirugía de columna vertebral alta.
La doctora Nancy Epstein, jefa de atención neuroquirúrgica y de la columna vertebral del Hospital Winthrop de la Universidad de Nueva York, dijo que los centros quirúrgicos que realizan trabajos delicados cerca de la médula espinal, la tráquea y el esófago en un procedimiento en el mismo día le causaban “repugnancia”. Pero ella dijo que los centros están ganando tanto dinero, “a manos llenas”, que los posibles peligros están siendo ignorados.
“Desde un punto de vista médico no se debería tolerar”, dijo, “pero se tolera”.
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Un equipo de periodistas con base en California, Indiana, Nueva Jersey, Florida, Washington D.C. y Virginia trabajaron para contar esta historia como parte de una asociación entre USA TODAY Network y Kaiser Health News, un servicio de noticias sin fines de lucro que cubre temas de salud. Los reporteros examinaron miles de páginas de registros judiciales y viajaron por los Estados Unidos para hablar con pacientes afectados o familias de fallecidos. Durante más de un año, usando leyes federales y estatales de acceso a registros, los reporteros reunieron más de 12,000 registros de inspección y 1,500 informes de quejas, así como autopsias, documentos de EMS y registros médicos que se convirtieron en la base de este informe.
Lindy Washburn de The (Bergen County, N.J.) Record y NorthJersey.com contribuyeron con este informe.
La cobertura de KHN de temas de envejecimiento y la mejora de la atención de adultos mayores es apoyada en parte por la The John A. Hartford Foundation.