Después de un devastador accidente de equitación en enero de 2017, por el que estuvo 30 días en el hospital con atención médica aguda y terapia, Jeff Woodard se consideró afortunado.
Las facturas ascendieron a cientos de miles de dólares. Pero el seguro médico que tenía por su empleo limitó su pago máximo de bolsillo a $5,000. Llegó a esa suma “en casi un solo día”, recordó.
Sus padres, ambos retirados, se mudaron de su pequeña ciudad en Massachusetts a Denver, Clorado, para ayudar a Woodard, ahora de 27 años, con su recuperación. Con su apoyo y terapia ambulatoria regular, volvió a trabajar a tiempo completo en solo dos meses.
Pero no esperaba que otra ola de pagos lo acecharan a él y a sus padres durante casi un año, terminando en agencias de recolección, y amenazando con dañar su crédito por largo tiempo.
Mientras que las cuentas médicas son una de las fuentes principales de bancarrota personal en los Estados Unidos, un problema mucho más común es el daño generalizado que causan al crédito de las personas. Casi el 40% de los adultos menores de 65 años informaron un puntaje de crédito más bajo debido a deudas médicas, según el análisis más reciente del Commonwealth Fund, en base a datos de 2016.
Eso significa que pueden presentarse dificultades con transacciones como el financiamiento de hipotecas, la obtención de préstamos estudiantiles o la compra de un auto.
En el caso de Woodard, sus padres habían sido cuidadosos fijándose que todos los cuidados que su hijo recibiera estuvieran dentro de su red de seguros. Pero resultó que los médicos de trauma en el hospital no estaban. Eran empleados de Aspen Medical Management, una firma de personal de salud de Colorado Springs, que emplea a médicos que son contratados en hospitales.
Eso generó alrededor de $3,000 en cuentas sorpresa fuera de la red, enviadas directamente a Woodard. United Healthcare le había pagado a Aspen la tarifa estándar por la atención dentro de la red, y Aspen esperaba que Woodard pagara el resto.
Confundido, Woodard se quejó a su aseguradora y a Aspen, y presentó apelaciones escritas. Pero a medida que las notificaciones de Aspen, y luego de las agencias de recolecciones se fueron acumulando, con amenazas de reportar una factura impaga a las agencias de crédito, su preocupación creció.
“Estaba planeando refinanciar mi hipoteca”, recordó, un cambio que, según dijo, le hubiera ahorrado $15,000. “Pero si tenía un puntaje de crédito malo, no ahorraría dinero. Estaba paranoico con eso”.
Las persistentes apelaciones de Woodard tuvieron éxito, y su deuda fue liquidada días antes que se estableciera su informe crediticio.
“Iba a escribirle a [Aspen] un cheque, pero mis padres insistieron en que no”, dijo. “Tuve mucha suerte, pero todo esto apesta”.
Incluso cuando pacientes como Woodard salen con el crédito sin daño después de una crisis médica, la ola interminable de cartas intimidatorias y amenazas es preocupante, presionando a menudo a los pacientes a pagar cuentas que no debieran.
La deuda médica no es igual a otras obligaciones financieras. Puede ser el resultado de enfermedades y accidentes que obviamente no se planean, o porque los consumidores no comprenden completamente las complejidades de un plan de salud. Una buena cobertura no siempre es suficiente para proteger de costos considerables. Puede tomar meses de agotadoras negociaciones.
Sin pagar, estas facturas finalmente se envían a las agencias de recolección.
Eventualmente, esa recolección médica anula el crédito del paciente, que permanece dañado hasta por siete años, dependiendo de las leyes estatales.
Es parte de una industria multimillonaria: en 2016, el año más reciente para el que hay cifras, las agencias recolectaron poco menos del 10% de $792 mil millones que los consumidores adeudaban, según un informe de la industria.
Ese mismo año, aproximadamente el 46.8% de las deudas cobradas estuvieron relacionadas con la atención médica, según datos de la Oficina de Protección Financiera del Consumidor.
Las facturas pendientes pueden tener graves consecuencias para los consumidores, explicó Chi Chi Wu, abogada del Centro Nacional de Derecho del Consumidor, con sede en Boston, que se especializa en informes de deudas médicas y créditos.
“Digamos que, en dos años a partir de ahora, las tasas hipotecarias se reducen a un 2% y quiero refinanciar”, dijo Wu. “Y el corredor de hipotecas me dice: ‘No se puede obtener la mejor tarifa. Su puntaje de crédito es 650 a causa de una cuenta de hospital impaga”.
En ese contexto, incluso un deducible o copago no cubierto puede ser catastrófico.
El análisis federal más reciente, de 2014, encontró que casi el 20% de los informes de crédito tenían al menos una cuenta de cobro médico en la lista.
Algunas protecciones que entraron en vigencia en septiembre de 2017 podrían proporcionar cierto alivio.
Como resultado de un acuerdo alcanzado por varios fiscales estatales y agencias de crédito, las agencias de recolección ahora deben esperar 180 días antes de informar a las oficinas de crédito sobre una factura médica impaga para que los consumidores tengan tiempo suficiente para resolver las disputas de seguro.
El seguro privado, tanto los planes del mercado como los ofrecidos por los empleadores, se han modificado para que los consumidores sean responsables de una mayor parte de sus costos de atención médica, señaló Sara Collins, vicepresidenta del Commonwealth Fund para cobertura y acceso a la atención. Agregó que la gente de clase media en particular, es más probable que vea facturas médicas impagables, exponiéndolas al riesgo de una deuda médica.
Un estudio de enero de 2017 encontró que el 20% de los pacientes que pasaron de la sala de emergencias al hospital en 2014 probablemente recibió una factura médica inesperada, en muchos casos porque fueron atendidos por médicos que no eran parte de la red de su seguro.
Los riesgos son más que solo una calificación de crédito, advirtió Collins. Los consumidores retrasan planes de educación o aplican para tarjetas de crédito adicionales para pagar sus cuentas.
Woodard salió airoso de su batalla. Con la ayuda de sus padres, eventualmente ganó la pelea y su plan de salud pagó la diferencia.
Su deuda se liquidó unos días antes que afectara su historial de crédito. Desde entonces, ha podido cambiar su auto, con un buen préstamo.
Su padre de 72 años, Chuck Woodard, ahora aboga por cambios en la manera en que Colorado factura a los pacientes.