Los Ángeles, California. — Varios miembros del personal de una pequeña clínica de salud comunitaria en el histórico Barrio Chino de Los Ángeles hablaban por teléfono con pacientes mientras usaban máscaras faciales que amortiguaban sus voces.
El uso de máscaras es un fenómeno nuevo en la clínica, ubicada dentro del Chinatown Service Center, una organización de asistencia comunitaria sin fines de lucro que atiende principalmente a inmigrantes chinos.
El personal se presentó a trabajar usando máscaras el lunes 27 de enero, un día después que funcionarios de salud pública confirmaran los dos primeros casos del nuevo coronavirus en California, en los condados de Los Ángeles y Orange, dijo el doctor Félix Aguilar, director médico de la clínica.
“En este momento, el miedo es la mayor epidemia que tenemos”, agregó Aguilar.
Mientras China se enfrenta al creciente brote de coronavirus, la comunidad china del área de Los Ángeles —la tercera de ese país más grande de los Estados Unidos—, se enfrentan a una desconexión cultural a medida que se preparan para una posible propagación del virus en su tierra adoptiva.
El uso de máscaras faciales es común en China, para proteger contra los gérmenes y la contaminación. Pero cuando los inmigrantes chinos las usan en los Estados Unidos, suele entrar en conflicto con lo que indican los funcionarios de salud pública, que advierten que ofrecen una protección mínima y que podrían inducir a los usuarios a una falsa sensación de seguridad. También pueden atraer las miradas sospechosas de los transeúntes.
“En los Estados Unidos, si tienes una máscara, la gente te mirará como si estuvieras haciendo algo inusual, pero en Asia es común y la gente no lo piensa dos veces”, explicó el doctor Bryant Lin, codirector del Center for Asian Health Research and Education de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford.
El Distrito Escolar Unificado de Alhambra, en el condado de Los Ángeles, donde una proporción significativa de estudiantes son de familias que hablan mandarín, está recibiendo reacciones contra las reglas escolares que prohíben que los estudiantes usen estas máscaras, dijo Toby Gilbert, vocera del distrito.
“No hay evidencia que el uso de máscaras en el entorno escolar no haga nada más que crear miedo”, dijo Gilbert. “Evita que la gente recuerde que la principal prevención es lavarse las manos”.
La Oficina de Educación del condado de Los Ángeles, que abarca 80 distritos escolares, señala que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y el Departamento de Salud Pública del condado de Los Ángeles no recomiendan el uso de máscaras con fines preventivos. También reiteran que “no existe una amenaza inmediata para el público en general y no se requieren precauciones especiales”.
No obstante, las tiendas locales se han quedado sin máscaras.
Mike Mai, de 29 años, un recien llegado de Boston, usó una máscara el martes 28 de enero mientras hacía compras con su novia —sin máscara— en San Gabriel Square, un centro comercial al aire libre en el Valle de San Gabriel, que tiene una alta concentración de inmigrantes chinos.
Mai dijo que usaba la máscara para “protección personal”, y afirmó que los funcionarios locales de salud pública no parecían lo suficientemente preocupados por el nuevo virus a pesar de los casos confirmados en California.
“Parecen pensar que tiene un nivel de contagion limitado, lo cual no es cierto por lo que he leído en los medios de comunicación chinos”, dijo. “Aparentemente ha habido casos en los que las personas no muestran síntomas, pero luego dan positivo para el virus. A mí me preocupa”.
La preocupación es comprensible: muchos inmigrantes chinos en esta comunidad vuelan regularmente entre ambos países, o están en contacto cercano con personas que lo hacen.
La fábrica de rumores está trabajando horas extras, ya que entre sus amigos se envían mensajes de texto sin verificar de personas que llegaron recientemente de China, y que sospechan que tienen el virus.
Hasta el lunes 2 de febrero, el número de casos confirmados de coronavirus en los Estados Unidos, incluidos los dos en el sur de California, es de ocho. El miércoles 29 de enero, un avión que evacuaba a más de 200 estadounidenses de Wuhan, China, el epicentro del brote, aterrizó en el estado, en la Base de la Reserva Aérea March en el condado de Riverside. Se examinó a los pasajeros antes que dejaran el lugar, y serán monitoreados para detectar signos del virus por dos semanas: se cree que ese es el período de incubación.
Joe Lee, director de capacitación y asistencia técnica de la Association of Asian Pacific Community Health Organization, en San Leandro, instó a los funcionarios y al público a abstenerse de criticar a las familias que envían a sus hijos a la escuela con máscaras.
“En lugar de culpar a la comunidad china estadounidense por difundir miedo, realmente alentamos al público en general a practicar la humildad cultural”, dijo Lee.
Cherry Tang, quien dirige los ministerios de adultos jóvenes en Sunrise Christian Community, en Rosemead, una ciudad en gran parte asiática al este de Los Ángeles, se preocupa por la escasez de máscaras. Tang, de 29 años, dijo que tan pronto como pueda obtener más máscaras, quiere colocarlas, junto con desinfectante para manos, en la parte de la iglesia que está abierta al público.
“Tal vez deberíamos tener algunas regulaciones, o recordarles a las personas que, si han vuelto de China en los últimos 14 días, deberían ponerse una máscara”, dijo Tang. “No deberíamos tratarlos de manera diferente, pero aún debemos ser cautelosos al respecto”.