AUSTIN, Texas — Georgia Moore fue diagnosticada con leucemia el día después de su cumpleaños número 10. La estudiante de cuarto grado comenzó un régimen de quimioterapia intensa, lo que dejó su sistema inmunológico vulnerable y le impidió asistir a su pequeña escuela privada Montessori.
Pero Ivy, su hermana menor, estaba en kindergarten en la misma escuela, donde un puñado de familias optó por no vacunar a sus hijos. Eso significaba que Ivy, de 6 años, estaba en riesgo de traer a casa gérmenes que podrían suponer un riesgo para Georgia.
“Ella iba a la escuela, regresaba a casa, e inmediatamente poníamos su ropa en la lavadora para mantener un ambiente saludable”, dijo la madre de las niñas, Courtney Moore.
La vigilancia de los Moore valió la pena. Georgia, que ahora tiene 16 años, tuvo muy pocas hospitalizaciones y ahora está libre de cáncer cinco años después de que terminara su tratamiento. Pero la batalla de Georgia contra el cáncer hizo que Courtney Moore abogara por las vacunaciones en Texas, donde un número cada vez mayor de padres están optando por no vacunar a sus hijos, y en donde no hay datos por cada escuela pública sobre el número de niños no vacunados.
Texas es uno de los 18 estados que permiten exenciones no médicas a las vacunas requeridas para la asistencia a la escuela. California también permitía exenciones no médicas hasta el año pasado, cuando promulgó una ley que impone uno de los requisitos más estrictos en el país. Esto ocurrió luego que, en el 2014, se encontrara en Disneyland el origen de un brote de sarampión, que infectó a más de 100 personas en todo el país.
Muchos de los padres que eligen darle la espalda a las vacunas, que son ampliamente recomendadas por los médicos, dicen que temen un vínculo entre las vacunas y problemas de salud como el autismo. Pero los estudios que citan esa relación han sido desacreditados por los funcionarios de salud pública.
“Año tras año hemos visto un aumento constante en el número de estudiantes con una exención de conciencia a la vacunación en Texas”, dijo Christine Mann, vocera del Departamento de Servicios de Salud del estado de Texas. “Pero en general, los números son pequeños”.
A pesar de que los niveles de vacunación en todo el estado siguen siendo altos, en más del 98 por ciento, lo que preocupa a los funcionarios de salud pública son los grupos cada vez mayores de áreas geográficas con altas tasas de niños no vacunados. Texas pasó de sólo 2.314 “exenciones de conciencia” en el 2003 a 44.716 este año, según el departamento.
Algunos padres están presionando a los funcionarios del estado para que les informen cuántos de los compañeros de sus hijos no están vacunados. Jinny Suh, quien tiene un hijo de 4 años, está ayudando a encabezar una campaña de peticiones pidiendo a los legisladores que cambien la ley estatal para que el número de exenciones escolares sea público. En la actualidad, las tasas de exención están disponibles para las escuelas privadas y charter, pero sólo en todo el distrito para las escuelas públicas.
Al menos dos proyectos de ley fueron presentados durante la sesión legislativa pasada que hubieran requirido que las escuelas notificaran a los padres sobre las tasas se vacunación en cada escuela. Pero no fueron aprobados.
“Como padre, hay muchas cosas por las que la gente se apasiona”, dijo Suh. “Pero por alguna razón, en mi experiencia, las vacunas siguen siendo un tema casi tabú, más allá de algunas personas apasionadas.”
Como es el caso en todo el país, las áreas donde los niños no están recibiendo vacunas en Texas tienden a ser lugares con más alta educación y con los residentes de más altos ingresos. La escuela con el porcentaje más alto de exención en el estado es la Escuela Waldorf de Austin, donde más del 40 por ciento de los estudiantes no están vacunados y la matrícula excede los $13.000 al año. Regents Academy, una escuela privada en el este de Texas, fue la segunda tasa más alta de exención, con casi el 38 por ciento de los estudiantes no vacunados.
“Si uno de esos niños está incubando una enfermedad infecciosa y los otros niños no están vacunados, entonces se propagará como un incendio forestal”, dijo Catherine Troisi, epidemióloga de enfermedades infecciosas del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en Houston.
Troisi explica que, para una enfermedad como el sarampión, la inmunidad del grupo debe ser del 95 por ciento para prevenir un brote. Si los niños sanos no están recibiendo vacunas, están poniendo en un riesgo mucho mayor de infección a los niños más pequeños y a las personas con sistemas inmunológicos comprometidos.
Peter Hotez, profesor del departamento de pediatría y virología molecular y microbiología del Baylor College of Medicine de Houston, calificó el número creciente de niños no vacunados como “extremadamente preocupante” en un comentario publicado en octubre en la revista científica de internet PLOS. Señaló que en algunos condados la tasa de vacunación había bajado casi hasta el límite del 95 por ciento — como el condado de Gaines en la parte occidental del estado, donde las exenciones están ahora en 4,83 por ciento y el condado de Briscoe, en el Panhandle de Texas, con 3,55 por ciento. Y Hotez, que tiene una hija con autismo, destacó la situación en Austin, donde la tasa de exenciones de las escuelas públicas es del 2 por ciento, pero muchas de las escuelas privadas superan el 20 por ciento.
En septiembre, la Academia Americana de Pediatría, emitió una declaración animando a los pediatras a ser más efusivos sobre la importancia de las vacunas para los niños lo suficientemente saludables como para recibirlas.
Pero algunos padres están recelosos de los esfuerzos de salud pública puestos en las vacunas. “Creemos que los padres deben tomar decisiones médicas para sus hijos, no el estado”, dijo Jackie Schlegel, director de Texans for Vaccine Choice, un comité de acción política que se formó parcialmente en oposición a la legislación del 2015 para acabar con las exenciones de vacunas no médicas del estado.
“Hicimos campaña de puerta en puerta, y lo haremos de nuevo ante todo esfuerzo por pisotear nuestros derechos paternales”, dijo Schlegel. Cuando se le preguntó si apoyaba el derecho de un padre a saber el número de niños no vacunados en una escuela pública específica, Schlegel dijo que “el consentimiento informado y la privacidad son preocupaciones muy grandes y necesitan ser evaluados por ambos lados de la moneda”.
Otros son aún más inflexibles en su oposición. “Ese es un terreno resbaladizo”, dijo Del Bigtree, uno de los productores de “Vaxxed: From Cover-Up To Catastrophe”, una película del 2016 que plantea un vínculo entre el autismo y las vacunas y alega que los científicos federales han encubierto la investigación. Fue dirigido por Andrew Wakefield, el ex gastroenterólogo británico que ahora vive en Texas, autor de un estudio publicado en 1998 y desacreditado por toda la comunidad científica, que vincula a las vacunas con el autismo. Bigtree, que dejó de vacunar a sus hijos, dijo que cree que cualquier esfuerzo por divulgar las tasas de inmunización en las escuelas está motivado por el miedo.
Como madre que ha visto el tema de cerca, Moore espera que los padres entiendan cómo su decisión de no vacunar a sus hijos podría tener consecuencias de largo alcance.
“Es una decisión muy personal… “, dijo Moore. “Pero tienes que reconocer que, si decides no vacunar, hay una alta posibilidad de que esa decisión personal tenga un impacto en muchas personas”.
Esta historia fue producida por Kaiser Health News, un programa editorialmente independiente de la Kaiser Family Foundation.