Seattle, Washington. – Mientras funcionarios en Washington, DC, lidiaban con demoras y trámites burocráticos, dos cazadores de virus profesionales corrieron una carrera contra el tiempo para poner a disposición miles de pruebas para detectar al nuevo coronavirus, con la esperanza de detener su propagación en los Estados Unidos.
El doctor Keith Jerome, de 56 años, y el doctor Alex Greninger, de 38, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, han supervisado la implementación de más de 4,000 pruebas, un trabajo minucioso que ha confirmado la infección en cientos de pacientes en todo el país.
Su laboratorio de virología de 10,000 pies cuadrados en el pintoresco vecindario South Lake Union de Seattle estaba lleno de actividad en un día laborable reciente, mientras científicos médicos y técnicos de laboratorio procesaban muestras de pacientes del noroeste del país y más allá.
Pero el virus también golpeó cerca de casa.
El mismo día que el equipo realizó más de 1,300 pruebas de pacientes sospechosos, la madre de Greninger, de 76 años, estaba esperando los resultados de su propia prueba de coronavirus. Había estado viviendo en Ida Culver House Ravenna, una casa de retiro en el área de Seattle donde un hombre de unos 80 años había muerto dos días antes.
“Ha estado durmiendo en mi sofá durante los últimos 10 días”, dijo Greninger. “Le tomaron el hisopado para la prueba esta mañana”.
Mientras tanto, incluso antes que cerraran las escuelas del área, Jerome dijo que su hija adolescente decidió estudiar en casa, en lugar de asistir a clases en su escuela secundaria, debido al riesgo de coronavirus.
“Anoche tuvimos una charla y decidimos mutuamente que no irá a la escuela por ahora”, dijo.
Jerome, Greninger y sus colegas del laboratorio de UW Medicine se adelantaron a gran parte de la nación en el desarrollo de una prueba precisa para el nuevo coronavirus, y puede ser debido a esa previsión que el estado de Washington ha estado un paso adelante para detectar su propagación.
El estado anunció el primer caso confirmado del virus en los Estados Unidos en enero, y desde entonces ha identificado a más de 640 pacientes infectados, la mayoría en el país. El estado también ha visto la mayoría de las muertes atribuidas al virus: al menos 40 hasta el domingo 15 de marzo.
El jueves 12, el vicepresidente Mike Pence reconoció ese esfuerzo, diciéndole a Savannah Guthrie del programa Today, “La Universidad de Washington está haciendo un trabajo extraordinario con respecto a las pruebas”.
En todo el país, el virus ya enfermó a más de 3.700 personas y mató a más de 60.
Jerome y Greninger comenzaron a desarrollar una prueba para el nuevo virus después de leer los primeros informes en diciembre sobre un misterioso tipo de neumonía que estaba surgiendo en China. En cuestión de días, se hizo evidente que más personas se enfermaban.
“Hablamos y fácilmente llegamos a un consenso de que deberíamos ponernos a trabajar”, recordó Jerome, un reconocido virólogo. “Le dije a Alex: ‘Probablemente vamos a gastar algo de dinero en esto. Probablemente no va a venir aquí. Pero tienes que estar listo’”.
Eso significaba acelerar una prueba usando lo que se conoce como PCR: reacción en cadena de la polimerasa. Es un proceso que busca pequeños fragmentos del código genético del virus en muestras tomadas de la nariz y la garganta. Los científicos del laboratorio de Seattle han utilizado la técnica durante años, haciendo un trabajo innovador sobre el VIH, el herpes simple y otros virus.
“Esto es parte de nuestro ADN aquí. Es parte de nuestra identidad “, dijo Greninger. “Para las personas dedicadas a la virología, cuando aparece un nuevo virus, esto es lo que hacemos”.
Después que los científicos chinos publicaran la secuencia genética del virus a fines de enero, Jerome y Greninger se pusieron a trabajar. A medida que el coronavirus continuó propagándose en China y más allá, con un impacto devastador, su sentido de urgencia creció.
“Sabíamos de China, sabíamos de Corea del Sur, que cuando este virus entra en la comunidad, podrías tener que hacer cientos de pruebas al día”, dijo Jerome. “Ningún laboratorio tiene la capacidad de hacer lo que se necesitaba en Wuhan”.
Al principio, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en Atlanta era la única instalación en los Estados Unidos autorizada para realizar pruebas para el virus. A medida que la demanda aumentó, esta vía para la detección e intervención se atrasó y se embotelló. El problema se complicó por fallas en los kits de prueba que los CDC distribuyeron a los laboratorios de salud pública estatales y locales, lo que los dejó prácticamente inutilizables.
Greninger presionó fuertemente para que la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) flexibilice un requisito que impedía que el laboratorio evaluara a pacientes enfermos. A medida que la emergencia de salud pública se multiplicaba, él y Jerome aprovecharon un vacío legal que les permitía analizar muestras obtenidas con fines de investigación en los hospitales de la Universidad de Washington.
El 28 de febrero, una prueba dio positivo. Los científicos enviaron sus hallazgos a los funcionarios estatales, y esa noche, en una conferencia de prensa tarde a la noche, los funcionarios de salud locales confirmaron que COVID-19 se estaba extendiendo en la comunidad en general.
El 29 de febrero, un sábado, la FDA otorgó una exención para permitir que los laboratorios privados y académicos comenzaran a probar el nuevo coronavirus. En dos días, el laboratorio de virología de la Universidad de Washington estaba en pleno apogeo, produciendo resultados de las pruebas durante todo el día.
“Dormí tres o cuatro horas esas primeras noches”, dijo Jerome.
Todos los días llegan nuevos equipos al laboratorio y los miembros del personal se despliegan en tres turnos para manejar la carga. Jerome anticipa que el laboratorio pronto podrá realizar entre 2,000 y 2,500 pruebas por día, llegando a un máximo de 5,000. Están trabajando con los funcionarios del área para impulsar esfuerzos como los sitios de prueba en las calles.
Ahora, una parte de las pruebas que se procesan provienen de fuera del estado de Washington, dijo Jerome, quien ha puesto las pruebas a disposición de los médicos en cualquier parte del país.
“Desearía que más personas se hicieran la prueba. Necesitamos entender quién está infectado, brindarles la atención médica que puedan necesitar y también alejarlos de otras personas que no están infectadas”, dijo.
En un día reciente, alrededor del 9% de las pruebas arrojaron resultados positivos.
“No es bueno”, dijo Greninger.
“Muestra que el virus está ahí afuera”, agregó Jerome. “Y hay más de lo que la mayoría de la gente piensa”.