Como jefa de enfermería en uno de los hospitales más concurridos de la red de seguridad de atención médica de Chicago, Raquel Prendkowski ha sido testigo del devastador número de víctimas que COVID-19 ha causado entre los residentes más vulnerables de la ciudad, incluyendo a personas que no tienen seguro médico por su estatus migratorio.
Algunos llegan tan enfermos que van directo a cuidados intensivos. Muchos no sobreviven.
“Vivimos una pesadilla constante”, dijo Prendkowski mientras trataba a pacientes con coronavirus en el Hospital Mount Sinai, fundado a principios del siglo XX para atender a los inmigrantes más pobres. “Ojalá salgamos pronto de esto”.
La enfermera cree que algunas muertes, y mucho sufrimiento, podrían haberse evitado si estas personas hubieran tenido un tratamiento regular para todo tipo de condiciones crónicas —asma, diabetes, enfermedades del corazón— que pueden empeorar COVID-19.
Y ahora se siente esperanzada.
En medio del brote del mortal virus que ha afectado de manera desproporcionada a las comunidades hispanas, Illinois se convirtió recientemente en el primer estado de la nación en extender el seguro médico público a todos los adultos mayores no ciudadanos de bajos ingresos, incluso si son indocumentados.
Defensores de los inmigrantes esperan que inspire a otros estados a hacer lo mismo. De hecho, legisladores demócratas de California están presionando para expandir su Medicaid a todos los inmigrantes indocumentados del estado.
“Hacer esto durante la pandemia muestra nuestro compromiso con la expansión y ampliación del acceso a la atención de salud. Es un gran primer paso”, señaló Graciela Guzmán, directora de campaña de Healthy Illinois, que promueve la cobertura universal en el estado.
Muchos inmigrantes indocumentados sin cobertura de salud no van al médico. Ese fue el caso de Victoria Hernández, una limpiadora de casas de 68 años que vive en West Chicago, Illinois. La mujer, nativa de la Ciudad de México dijo que, cuando no tenía seguro, simplemente no iba al médico.
Soportaba cualquier dolencia hasta que encontró un programa de caridad que la ayudó a tratar su prediabetes. Dijo que tiene la intención de inscribirse en el nuevo plan estatal una vez que tenga más información.
“Estoy muy agradecida por el nuevo programa”, explicó a través de un traductor que trabaja para DuPage Health Coalition, una organización sin fines de lucro que coordina la atención de caridad para personas sin seguro médico como Hernández en el condado de DuPage, el segundo más poblado del estado. “Sé que ayudará a mucha gente como yo. Sé que tendrá buenos resultados, muy, muy buenos resultados”.
Primero, Healthy Illinois intentó ampliar los beneficios de Medicaid a todos los inmigrantes de bajos ingresos, pero los legisladores decidieron empezar con un programa más pequeño, que cubre a adultos mayores de 65 años o más que son indocumentados, o que han sido residentes permanentes, tienen tarjeta verde, por menos de cinco años (este grupo no califica para seguro de salud auspiciado por el gobierno).
Los participantes deben tener ingresos que estén en o por debajo del nivel de pobreza federal, que es de $12,670 para un individuo o $17,240 para una pareja. Cubre servicios como visitas al hospital y al médico, medicamentos recetados, y atención dental y oftalmológica (aunque no estancias en centros de enfermería), sin costo para el paciente.
La nueva norma continúa la tendencia de expandir la cobertura de salud del gobierno a los inmigrantes sin papeles.
Illinois fue el primer estado que cubrió la salud de niños indocumentados y también los transplantes de órganos. Otros estados y el Distrito de Columbia lo hicieron después.
El año pasado, California fue el primero en ofrecer cobertura pública a los adultos indocumentados, cuando amplió la elegibilidad para su programa Medi-Cal a todos los residentes de bajos ingresos menores de 26 años.
Según la ley federal, las personas indocumentadas generalmente no son elegibles para Medicare, Medicaid que no es de emergencia y el mercado de seguros de salud de la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA). Los estados que ofrecen cobertura a esta población lo hacen usando sólo fondos estatales.
Se estima que en Illinois viven 3,986 adultos mayores indocumentados, según un estudio del Centro Médico de la Universidad de Rush y el grupo de demógrafos de Chicago Rob Paral & Associates; y se espera que el número aumente a 55,144 para 2030. El informe también encontró que el 16% de los inmigrantes de Illinois de 55 años o más viven en la situación de pobreza, en comparación con el 11% de la población nacida en el país.
Dado que la administración saliente de Trump ha promovido duras medidas migratorias, sectores del activismo pro inmigrante temen que haya miedo a inscribirse en el nuevo programa porque podría afectar la capacidad de obtener la residencia o la ciudadanía en el fututo, y trabajan para asegurarles que no lo hará.
“Illinois cuenta con un legado de ser un estado que acepta al recién llegado y de proteger la privacidad de los inmigrantes”, señaló Andrea Kovach, abogada que trabaja en equidad en la salud en el Shriver Center for Poverty Law en Chicago.
Se espera que la normativa cubra inicialmente de 4,200 a 4,600 inmigrantes mayores, a un costo aproximado de entre $46 millones a $50 millones al año, según John Hoffman, vocero del Departamento de Salud y Servicios Familiares de Illinois.
Algunos representantes estatales republicanos criticaron la expansión de la cobertura, diciendo que era imprudente hacerlo en un momento en que las finanzas de Illinois sufren por la pandemia. En una declaración condenando el presupuesto estatal de este año, el Partido Republicano de Illinois lo denominó “atención de la salud gratuito para los inmigrantes ilegales”.
Pero los defensores de la nueva política sostienen que muchos inmigrantes sin papeles pagan impuestos sin ser elegibles para programas como Medicare y Medicaid, y que gastar por adelantado en cuidados preventivos ahorra dinero, a largo plazo, al reducir el número de personas que esperan para buscar tratamiento hasta que es una emergencia.
Para Delia Ramírez, representante estatal de Illinois, ampliar la cobertura de salud a todos los adultos mayores de bajos ingresos es personal. A la demócrata de Chicago la inspira su tío, un inmigrante de 64 años que no tiene seguro.
Dijo que intentó que la legislación cubriera a las personas de 55 años o más, ya que la gran mayoría de los indocumentados no son personas mayores (señaló que muchos de los inmigrantes mayores —2,7 millones, según estimaciones del gobierno— obtuvieron el estatus legal con la ley de amnistía federal de 1986).
Un mayor número de inmigrantes más jóvenes también pueden estar sin seguro. En los Centros de Salud Esperanza, uno de los mayores proveedores de atención médica para inmigrantes de Chicago, el 31% de los pacientes de 65 años o más carece de cobertura, en comparación con el 47% de los de 60 a 64 años, según Jeffey McInnes, que supervisa el acceso de los pacientes a las clínicas.
Ramírez dijo que su tío la llamó después de ver las noticias sobre la nueva legislación en la televisión en español. Contó que su tío ha vivido en el país por cuatro décadas y ha trabajado para que sus cuatro hijos fueran a la universidad. También padece asma, diabetes e hipertensión, lo que lo hace de alto riesgo para COVID-19.
“Yo le dije: ‘Tío, todavía no. Pero cuando cumplas 65 años, finalmente tendrás atención médica, si es que aún no hemos conseguido legalizarte”, recordó Ramírez, emocionada, durante una reciente entrevista telefónica.
“Así que es un recordatorio para mí de que, en primer lugar, fue una gran victoria para nosotros y ha significado la vida o una segunda oportunidad de vida para muchas personas”, dijo. “Pero también significa que todavía tenemos un largo camino por recorrer para hacer de la atención de salud un verdadero derecho humano en el estado, y en la nación”.