A medida que los precios de los medicamentos han aumentado dramáticamente en la última década, decenas de millones de estadounidenses, en general respetuosos de la ley, han reaccionado cometiendo un acto ilegal: comprándolos fuera de los Estados Unidos.
Uno de ellos fue Debra Miller, de Collinston, Louisiana, quien viajó a México cuatro veces al año durante 10 años para comprar medicamentos para la diabetes y la presión arterial. Debra dejó de hacerlo en 2011, después que la patrulla fronteriza la detuviera regresando a los Estados Unidos con un suministro de tres meses que le había costado $40. La ex camionera recibió una severa advertencia, pero le permitieron quedarse con sus píldoras.
“No sé lo que hice mal”, dijo Miller, de 51 años, que ahora paga $120 al mes en Walmart por sus cinco medicamentos mientras espera inscribirse en el Medicaid.
No es un secreto que algunos estadounidenses compran regularmente medicamentos recetados en Internet o durante viajes al extranjero. Los resultados de una encuesta de la Kaiser Family Foundation (KFF) realizada en noviembre resaltan lo popular de esta tendencia. (Kaiser Health News es un programa editorialmente independiente de la fundación).
Ocho por ciento de los encuestados dijeron que ellos mismos, o alguien en su hogar, habían importado un medicamento en algún momento, una cifra que se traduce en unos 19 millones de adultos en los EE.UU., en base a las estimaciones actuales de población del Censo.
Incluso la proporción revelada en la encuesta puede ser baja, dijo Andrew Zullo, farmacéutico clínico y estudiante de doctorado en la Escuela de Salud Pública de la Universidad Brown, quien ha investigado el tema. “Las personas se sienten incómodas al hablar sobre el costo de su propia atención médica, y no quieren admitir que están luchando para pagar sus propios medicamentos”, dijo. Algunos también pueden ser reacios a revelar que han violado la ley.
Sin embargo, el 8% es mucho más alto que en las encuestas realizadas por el Gobierno, que sugieren que el número fue de alrededor del 2% en 2011. Aunque la encuesta del gobierno se centró sólo en las compras realizadas en los 12 meses anteriores. La encuesta de Kaiser consultó a una muestra representativa nacional de 1,202 adultos.
El Internet ha facilitado la compra de medicamentos recetados en el extranjero, frecuentemente de fuentes de mala reputación, según Jaime Ruiz, portavoz del U.S. Customs and Border Protection.
La Administración de drogas y Alimentos (FDA) advirtió que muchas farmacias virtuales no son lo que parecen. Una campaña internacional en 2014 encontró que muchos paquetes de medicamentos supuestamente de Australia, Canadá, Nueva Zelanda y el Reino Unido contenían drogas de otros países, incluyendo India, China y Laos.
Zullo reconoció que los medicamentos importados podrían ser de calidad inferior o vencidos. Algunos podrían ser falsificaciones. Pero muchos medicamentos comprados en otro país son los mismos que los que compran los pacientes en los Estados Unidos.
Muchos medicamentos recetados adquiridos fuera del país cuestan la mitad o menos de lo que valen aquí.
En general es ilegal para los estadounidenses importar drogas para uso personal, según el sitio web de la FDA. Pero la ley no se aplica rigurosamente, en parte, porque es difícil vigilar la entrada de medicamentos en maletas y pequeños paquetes. Pero en 2015 la agencia federal implementó una regla que les dio a los inspectores fronterizos del gobierno una mayor autoridad para destruir las drogas importadas para uso personal en su punto de entrada.
En la encuesta de KFF, la gente que había importado medicamentos varió desde estudiantes universitarios en sus 20s hasta jubilados en sus 80s. Compraron medicamentos para tratar afecciones crónicas tales como presión arterial alta y problemas de tiroides, así como problemas agudos tales como sinusitis y acné.
Amanda Mazumder, una diseñadora gráfica de 27 años de St. Paul, Minnesota, se sintió estresada por la confusa legalidad de la situación cuando intentó comprar pastillas anticonceptivas cinco años atrás, cuando era estudiante. “Esa fue la parte más difícil, tratando de ser una ciudadana honesta, pero también obtener una receta asequible”, dijo. Ella no podía pagar $150 al mes por su método de control de la natalidad, pero encontró una farmacia canadiense por internet que vendía un suministro de tres meses por $60.
Bobby Grant, de Los Angeles, ha confiado en las farmacias extranjeras durante siete años para obtener medicamentos para el asma grave de su pareja. Grant, de 38 años, viaja internacionalmente por su trabajo en producción de espectáculos en vivo. Cada vez que está en México o en Francia, compra 10 paquetes de inhaladores y 20 paquetes de solución para el nebulizador por una fracción de lo que costarían en los Estados Unidos.
El asma de su pareja requeriría inhaladores que cuestan $300 al mes si los comprara aquí. Grant estima que ahorra al menos $2,500 al año comprando los medicamentos en el extranjero.
“La amo hasta la muerte”, dijo. “Haré lo que pueda para quitarle el estrés”.
La cobertura de KHN del desarrollo, costos y precios de drogas recetadas es apoyada en parte por la Laura and John Arnold Foundation