By JoNel Aleccia and Melissa Bailey Photos by Heidi de Marco
Con una bala en el estómago, la voz quebrada por el dolor, Dee Hill le suplicó al oficial del 911 que la ayudara.
“Mi esposo me disparó por accidente”, gimió Hill, de 75 años, de The Dalles, Oregon, en la llamada del 16 de mayo de 2015. “En el estómago, y él no puede hablar, por favor…”
A poco más de un metro, Darrell Hill, un ex jefe de policía local y dos veces sheriff del condado, estaba sentado en su silla de ruedas con una pistola Glock descargada sobre la mesa, sin saber que casi había matado a la que ha sido su esposa por casi 57 años.
El ex oficial de 76 años había sido diagnosticado dos años antes con una forma de demencia que avanza rápidamente, una enfermedad que le quitó la razón y la memoria en un abrir y cerrar de ojos.
“No entendió lo que hizo”, dijo Dee, que necesitó 30 unidades de sangre, tres cirugías y siete semanas en el hospital para sobrevivir a esa herida.
Mientras Estados Unidos enfrenta una epidemia de violencia con armas de fuego que mata a 96 personas cada día, se ha encendido un debate enérgico sobre cómo evitar que personas con enfermedades mentales adquieran armas. Pero un problema poco conocido es qué hacer con el vasto arsenal de armas de fuego en los hogares de estadounidenses que envejecen con facultades mentales deterioradas o en debacle.
Darrell Hill, quien falleció en 2016, se encontraba entre el estimado de 9% de estadounidenses mayores de 65 años diagnosticados con demencia, un grupo de enfermedades terminales marcadas por el deterioro mental y los cambios de personalidad. Muchos, como los Hills, son propietarios de armas y partidarios de los derechos de la Segunda Enmienda. El 45% de las personas de 65 años y más tienen pistolas en su hogar, según una encuesta del Centro de Investigación Pew de 2017.
Pero nadie monitorea la intersección potencialmente mortal de esos dos grupos.
Una investigación de cuatro meses de Kaiser Health News (KHN) ha descubierto decenas de casos en el país, de personas con demencia que usaron armas de fuego para matar o lesionar a otras personas.
Desde informes de noticias, registros judiciales, datos de hospitales y certificados de defunción, KHN encontró 15 homicidios y más de 60 suicidios desde 2012, aunque es probable que haya muchos más.
Los que dispararon el gatillo a menudo lo hicieron durante episodios de confusión, paranoia, alucinaciones o agresión, todos síntomas de la demencia. Mataron a las personas más cercanas a ellos: su cuidador, esposa, hijo o hija. Dispararon a los que se topaban con ellos: un cartero, un oficial de policía, un conductor de trenes. Al menos cuatro hombres con demencia que portaban armas fueron abatidos por la policía. En los casos en que se presentaron cargos, a muchos agresores se los consideró incompetentes para ser juzgados.
Muchos se suicidaron. Entre los hombres, la tasa de suicidios es más alta entre los mayores de 65 años; y las armas de fuego son el método más común, según el Instituto Nacional de Salud Mental.
Estas estadísticas no cuentan los incidentes en los que una persona con demencia agita un arma contra un vecino desprevenido o un cuidador en el hogar.
Voluntarios de Alzheimer’s San Diego, un grupo sin fines de lucro, se alarmaron cuando visitaron a personas con demencia para darles un respiro a sus cuidadores, y descubrieron que del 25% al 30% de esos hogares tenían armas, dijo Jessica Empeño, vicepresidenta del grupo.
“Tomamos la decisión, como organización, de no enviar voluntarios a las casas con armas”, dijo.
Al mismo tiempo, un análisis de los datos de las encuestas gubernamentales en el estado de Washington encontró que alrededor del 5% de los encuestados de 65 años o más reportaron las dos cosas: tener deterioro cognitivo y un arma en el hogar. La evaluación de un epidemiólogo de los datos de KHN sugiere que alrededor de 54,000 de los más de un millón de residentes del estado de 65 años o más dicen que han empeorado la memoria y la confusión, y el acceso a las armas.
Alrededor del 1,4% de los encuestados mayores de 65 años, alrededor de 15,000 personas, informaron deterioro cognitivo, y tener sus armas sin seguro y cargadas, según datos de la encuesta del Sistema de Vigilancia del Factor de Riesgo Conductual del estado de 2016. Washington es el único estado que rastrea esas tendencias duales, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
En una nación políticamente polarizada, donde el control de armas es un tema que divide aguas, incluso plantear preocupaciones sobre la seguridad de los propietarios de armas con deterioro cognitivo y sus familias es controversial. Los familiares pueden quitarle las llaves del auto mucho más fácil que un arma de fuego, esta última protegida por la Segunda Enmienda. Solo cinco estados tienen leyes que permiten a las familias solicitar a un tribunal el decomiso temporal de armas de personas con conductas peligrosas.
Pero en un país donde 10,000 personas al día cumplen 65 años, el potencial de daño está creciendo, dijo la doctora Emmy Betz, directora asociada de investigación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Colorado e investigadora sobre acceso a armas y violencia. Incluso a medida que las tasas de demencia bajan, el número de personas mayores está explotando, y se espera que el número de casos de demencia aumente también.
Para 2050, la cantidad de personas con demencia en el país, que viven en hogares con armas de fuego, podría alcanzar entre aproximadamente 8 millones y 12 millones, según un estudio realizado en mayo por Betz y sus colegas.
“No se puede pretender que no va a aparecer”, dijo Betz. “Va a ser un problema”.
Las encuestas realizadas por Kaiser Family Foundation para esta historia sugieren que pocos estadounidenses están preocupados por los peligros potenciales de los adultos mayores y las armas de fuego. Casi la mitad de las personas consultadas en una encuesta representativa a nivel nacional en junio dijeron que tenían parientes mayores de 65 años con armas de fuego. De ellos, más del 80% dijo que “no estaban en absoluto preocupados” por un accidente relacionado con armas de fuego. (Kaiser Health News es un programa editorialmente independiente de la fundación).
Dee Hill ignoró las demandas de su marido y vendió el auto de Darrell cuando se volvió demasiado peligroso para él conducir. Pero las armas eran otro asunto.
“Estaba casi obsesionado con ver sus armas”, dijo Dee. Le preocupaba que estuvieran sucias, que no se las cuidara. A pesar que las había guardado en una bóveda en el garaje, ella cedió después que Darrell le había pedido, repetidas veces, que revisara las armas que había llevado todos los días de su carrera de casi cincuenta años en el cumplimiento de la ley.
Una investigación clasificó el incidente como un asalto y lo remitió al fiscal de distrito del condado de Wasco, Eric Nisley, quien concluyó que era un “acto consciente” recoger el arma, pero que Darrell no tenía la intención de dañar a su esposa.
“Lo evalué como si un niño de 5 o 6 años recogiera el arma y disparara a alguien”, dijo Nisley.
Dee se indignó ante la sugerencia de que considerar presentar cargos.
“No quería que nadie pensara que fue intencional. Nadie lo hubiera creído de todos modos “, dijo.
Los defensores de la posesión de armas dicen que las armas no tienen la culpa.
La Asociación Nacional del Rifle (NRA) declinó hacer comentarios sobre esta historia.
El doctor Arthur Przebinda, quien representa al grupo de Doctors for Responsible Gun Ownership, dijo que los investigadores que plantean el tema quieren reducir los derechos de armas garantizados por la Constitución. Y están “buscando formas de desarmar al mayor número posible de personas”.
Centrarse en el potencial de las personas con demencia para disparar a los demás es una “táctica sangrienta agitadora, y que se usa para estimular las emociones y ayudar a avanzar una agenda política”, dijo.
“No discuto el caso de que suceda. Sé que puede suceder “, dijo Przebinda. “Mi pregunta es cuán frecuente es, porque los datos son lo que debería impulsar nuestra discusión de políticas, no el miedo. Eso es mala ciencia”.
Dos décadas de presión política respaldada por la NRA que anuló la investigación de salud pública sobre los efectos de la violencia armada explican en parte la falta de datos, dijeron expertos. Pero eso no significa que no haya ningún problema, dijo el doctor Garen Wintemute, director del Programa de Investigación sobre Prevención de la Violencia en la Universidad de California-Davis.
“[Los críticos] están discutiendo como si lo que tenemos fuera evidencia de ausencia”, dijo. “Tenemos algo bastante diferente, que es la ausencia de evidencia”.
Incluso algunas familias que lidian con el problema desconfían de las llamadas para limitar el acceso a las armas de fuego.
“Espero que su intención no sea ‘criticarnos’ por nuestras creencias y acciones con armas”, dijo Vergie “Verg” Scroughams, de 63 años, de Rexburg, Idaho, quien le mostró a los periodistas de KHN cómo ocultó un arma cargada a su marido, quien desarrolló demencia después de un accidente cerebrovascular en 2009.
Verg comenzó a preocuparse después que Delmar Scroughams, de 83 años, se mostrara enojado y errático a principios de este año, despertando en la noche y amenazando con golpearla. Algo fuera de lo normal para el ex contratista que construyó casas de vacaciones de millones de dólares en Idaho para familias de políticos y celebridades.
“En 45 años de matrimonio, nunca hemos tenido una gran pelea”, dijo. “Nos respetamos y no discutimos. Ese no es mi Delmar “.
Seis meses atrás, Verg tomó la Ruger calibre .38 cargada de un cajón cerca del sillón reclinable de la sala de Delmar, quitó las balas y la metió debajo de los calcetines en una caja en un estante alto de su armario. “Él nunca mirará allí”, dijo.
Ella no quiere que Delmar tenga acceso a esa arma, ni a su colección de seis escopetas encerradas en el armario del dormitorio. Pero Verg, un agente de bienes raíces que muestra casas en lugares remotos, no quiere renunciar a las armas que tiene para su comodidad y protección. Ella tiene su propia pistola en la consola de su auto.
“Vivimos en Idaho. Las armas han sido una gran parte de nuestras vidas”, dijo Verg, quien tuvo su primer rifle a los 12 años y recuerda los viajes de cacería con sus dos hijos entre sus mejores recuerdos. “No me puedo imaginar viviendo sin armas”.
Pistolas bajo las almohadas
La ley federal prohíbe que las personas que no son mentalmente competentes tomen sus propias decisiones, incluidas las que tienen demencia avanzada, compren o posean armas de fuego. Pero un simple diagnóstico de demencia no descalifica a alguien como dueño de un arma, dijo Lindsay Nichols, directora de política federal del Centro Legal de Giffords para Prevenir la Violencia con Armas. Si el dueño de un arma fuera reacio a renunciar a su arsenal, su familia normalmente tendría que llevarlo a la corte para evaluar su competencia.
Desde el tiroteo en la escuela en Parkland, Florida, en febrero, más estados están tomando medidas para facilitar que las familias, incluidas las personas con un ser querido con demencia, retiren las armas del hogar.
Once estados han aprobado leyes “bandera roja” para armas, que permiten que las fuerzas del orden u otros funcionarios estatales, y en ocasiones familiares, soliciten una orden judicial para confiscar temporalmente armas de personas que representan una amenaza para ellos mismos o para otros. Los proyectos de ley de bandera roja han proliferado en todo el país desde el tiroteo en Parkland; seis se aprobaron este año y seis más están pendientes.
En Connecticut, que en 1999 promulgó la primera ley de bandera roja de la nación, la policía utilizó la medida para confiscar armas de cinco personas que, según los informes, tenían demencia en 2017, según una revisión de registros de KHN.
El verano pasado, un hombre de 84 años con demencia alarmó a sus vecinos en una comunidad de adultos mayores en Simsbury, Connecticut, al decir que tenía un arma y planeaba dispararle a un oso. El hombre más tarde informó que su revólver Colt calibre .38 había desaparecido. La policía lo encontró, cargado, en la consola de su auto. La policía recibió una orden judicial para incautar esa arma y un rifle que tenía en su armario.
En diciembre, la policía confiscó 26 armas de fuego de la casa de Manchester, Connecticut, en donde vivía un hombre de 77 años con demencia que amenazaba con matar a su esposa. Ella le dijo a la policía que él era un peligro para él mismo, y que sus amenazas eran “un comportamiento de base normal”.
En 2008, la policía de Manchester también confiscó nueve armas de fuego a un hombre de 70 años con demencia que apuntó con un arma a su hija cuando fue a ver cómo estaba porque no la reconoció. El hombre había estado durmiendo con pistolas cargadas debajo de las almohadas y escondiendo pistolas en los cajones, y su hija estaba preocupada por la seguridad de los cuidadores.
En Ohio, en una clínica de atención de la memoria, el 17% de los pacientes diagnosticados con demencia informaron tener un arma de fuego en sus hogares, según un estudio de la Clínica Cleveland de 2015.
Pero muchas familias son reacias a perder el sentido de seguridad, independencia e identidad que su ser querido, a menudo el patriarca familiar, coloca en las armas de fuego.
Los diagnósticos tardíos de demencia son demasiado comunes, según la doctora Melissa Henston, psicóloga geriátrica de Denver que realiza exámenes cognitivos que pueden confirmar el deterioro. Agregó que muchos de los pacientes que ve tienen demencia moderada o incluso grave antes de ser diagnosticados.
“Hay una negación y una falsa creencia que muchos problemas cognitivos son normales para la edad”, dijo. “Estas conversaciones que deben tener lugar nunca se llevan a cabo hasta que es demasiado tarde”.
Para la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, hay tratamientos limitados y ninguna cura. Alrededor de un tercio de las personas que las padecen se vuelven combativos durante el curso de su enfermedad, según la Asociación de Alzheimer. Y más del 20% de los que desarrollan demencia se vuelven violentos con sus cuidadores, mostró un estudio de 2014.
Defensores han advertido durante mucho tiempo a los pacientes y sus familias sobre el riesgo potencial de las armas de fuego, dijo Beth Kallmyer, vicepresidenta de atención y apoyo de la Asociación de Alzheimer.
“La realidad es que no hay manera de saber quién está en riesgo de agitarse o incluso de ser violento”, dijo.
La eliminación de armas de fuego del hogar es la mejor manera de prevenir la violencia, aconsejan la Asociación de Alzheimer y otros expertos. Pero la doctora Diana Kerwin, directora del programa Texas Alzheimer’s and Memory Disorders en Texas Health, dijo que esa no es la respuesta para todas las familias.
“No digo las pistolas son malas, no puedes tener pistolas en casa”, dijo.
En cambio, Kerwin aboga por el almacenamiento de armas de forma segura, con cerrojo, descargadas, con la munición separada de las armas. Las armas de fuego también se pueden desactivar o, en algunos casos, reemplazar con un señuelo, aunque eso aumenta el riesgo de que se las confunda con un arma real en caso de emergencia.
Las familias caminan a través de una línea delgada, equilibrando la independencia con la seguridad.
Renunciar a las armas
Idealmente, las familias deberían analizar el acceso a las armas de fuego poco después de un diagnóstico de demencia y considerar establecer una “fecha de retiro de armas”, similar a una directiva anticipada para armas de fuego, aconsejan Betz y sus colegas. Es parecido a las discusiones sobre quitar las llaves del auto cuando conducir es peligroso, dijo.
“Una de las cosas complicadas es que, para conducir, hay algunas evaluaciones que puedes hacer”, dijo Betz. “No son perfectas, pero son útiles. No hay nada para armas de fuego”.
Los médicos que por rutina preguntan a pacientes con demencia sobre el manejo también deberían preguntar por las armas, dijo Wintemute. “Solo alrededor de un tercio lo hace con cualquier frecuencia”.
Los críticos de las restricciones de armas como Przebinda argumentan que la diferencia esencial entre conducir y disparar es que uno es un privilegio y el otro es un derecho constitucional protegido.
“No son lo mismo”, dijo. “No tienes derecho a transporte. Tienes derecho a la autodefensa, a proteger tu hogar y a tu familia que es algo intrínseco del ser humano”.
En cambio, la decisión debería dejarse en manos de las familias, dijo Przebinda. “Las personas que poseen armas saben qué medidas están disponibles”.
Pero incluso eso puede no ser suficiente. Dee Hill, de Oregon, dijo que fue “claramente un accidente” que su esposo, el alguacil retirado, le disparara y la hiriera de gravedad. Al día de hoy, ella no se arrepiente de mostrarle sus armas.
Para Verg y Delmar Scroughams, de Idaho, el dilema de mantener armas en la casa continúa. En un momento de lucidez, en mayo, Delmar reconoció que las armas que ha tenido toda su vida podrían ser peligrosas.
“Tengo una enfermedad de la que no sé el nombre y, eventualmente, podría pasar cualquier cosa”, dijo.
Esos momentos de conciencia se están volviendo raros, admitió Verg. Pronto, Delmar ya no podrá reconocerla. A medida que su condición empeora, dijo, depende de ella asegurar que nadie sufra daños.
“Me sentiría extremadamente responsable”, dijo. “Sería mi culpa”.
Esta historia es parte de una alianza entre Kaiser Health News y PBS NewsHour.
La cobertura de KHN de estos temas está respaldada por Gordon y Betty Moore Foundation, John A. Hartford Foundation y The SCAN Foundation.