Hace pocos días, un hombre de Ohio fue sentenciado a 18 meses de prisión por escupir a la policía y a los médicos de Cleveland.
Según el reporte policial, Matthew Wenzler, de 27 años, estaba en una calle de Cleveland frente a un casino del centro de la ciudad en enero. Cuando la policía y los técnicos médicos de emergencia trataron de ponerlo en una camilla para llevarlo a un hospital, escupió saliva mezclada con sangre repetidas veces, alcanzando al ojo de un oficial.
En Ohio, es un delito que las personas que saben que tienen VIH, hepatitis viral o tuberculosis expongan intencionalmente a otra persona a su sangre, semen, orina, heces u otros fluidos corporales como la saliva con la intención de amenazar o lastimar a la persona.
Los defensores de las personas que viven con enfermedades como la hepatitis C y el VIH dicen que estas leyes se suman al estigma que los pacientes ya enfrentan, y estudios sugieren que las leyes no son eficaces para detener la propagación de la enfermedad.
“Esta persona ahora enfrenta un año y medio de cárcel por algo que no dañó a nadie y no representa un riesgo para nadie”, dijo Kate Boulton, abogada del Centro para la Ley y Política del VIH.
Según esta entidad, aproximadamente dos tercios de los estados tienen leyes que penalizan el exponer a otros deliberadamente al VIH, el virus que causa el SIDA. Muchas de estas leyes fueron aprobadas en los años 80 y 90, cuando había mucho miedo y estigma sobre el VIH, y la enfermedad se consideraba una sentencia de muerte.
En los últimos años, cerca de una docena de estados han agregado la hepatitis C a la lista de condiciones médicas por las cuales las personas pueden enfrentar un juicio criminal si exponen a otros, conscientemente, mediante ciertas actividades como el sexo sin decir que están infectados, compartir agujas o la donación de órganos.
Los funcionarios de salud pública dicen que estas disposiciones, que a veces se apegan a las leyes existentes sobre el VIH, probablemente sean ineficaces para frenar la transmisión de la enfermedad. Incluso pueden agravar el problema.
“Si debe informar a la gente que está infectado con el VIH o la hepatitis C antes de tener relaciones sexuales con ellos, ¿por qué alguien en su sano juicio se hará la prueba y comenzará el tratamiento?”, dijo la doctora Anne Spaulding, epidemióloga y profesora asociada en la escuela de salud pública de la Universidad de Emory. Spaulding ha trabajado como directora médica en correccionales, y ha publicado investigaciones sobre la hepatitis C entre presos.
Sin embargo, algunos legisladores todavía tienen interés en penalizar las acciones que consideran que propagan la enfermedad. El aumento de la conciencia de la epidemia de opiáceos, que está relacionado con la propagación de la hepatitis C a través del uso de jeringas infectadas, puede desempeñar un papel, según algunos expertos.
“Estamos viendo este aumento masivo en la adicción a los opioides”, dijo Boulton. “Mientras que la hepatitis quizás no estaba en el radar en el pasado, ahora sí lo está”.
Se estima que 3,5 millones de personas tienen hepatitis C, una infección viral que causa inflamación del hígado que puede provocar cicatrices, cáncer de hígado y la muerte. Por lo general, se transmite de persona a persona a través de la sangre. Hoy eso sucede a menudo al compartir agujas para inyectarse drogas y, más raramente, a través del sexo. Pero muchos casos más antiguos fueron causados por transfusiones de sangre antes que existiera la prueba del virus.
El virus no se transmite a través de la orina, las heces, el semen o la saliva, dijo Spaulding, y señaló que, aunque ha habido algunos casos de la enfermedad que se propaga a través de la sangre que golpea el ojo, es muy raro y requiere mucha sangre.
En el caso del semen, hay preocupaciones sobre la trasmisión de la hepatitis C. “No tenemos conocimiento de un estudio que haya ‘demostrado explícitamente’ la trasmisión a través del semen/contacto sexual”, dijeron los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en un correo electrónico. “Sin embargo, ha habido considerable evidencia epidemiológica de la trasmisión sexual del virus de la hepatitis C (HCV), primeramente entre hombres VIH positivos que tienen sexo con hombres. También ha habido evidencia de laboratorio de niveles virales de HCV en semen, lo suficientemente altos como para causar transmisión”.
En 2016, las cifras más recientes disponibles, casi 3,000 casos fueron reportados a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), un aumento del 22% con respecto al año anterior. Pero muchos casos no se denuncian, en parte porque las personas no se dan cuenta que son portadores del virus. Los CDC estiman que el número total de casos nuevos en 2016 fue de 41.200.
“La hepatitis C sigue siendo una enfermedad muy peligrosa”, dijo Stace Nelson, senadora estatal republicana de Dakota del Sur, quien patrocinó un proyecto de ley este año que habría convertido en un delito para las personas que han sido diagnosticadas con hepatitis C exponer a otros a la enfermedad. “Estas circunstancias donde alguien sabe que tiene hepatitis C y que intencionalmente o por negligencia infecta a otra persona… es una amenaza para la sociedad”.
Defensores han estado trabajando para reformar las leyes estatales que convierten en un delito exponer a las personas al VIH. En el proceso, concentran esfuerzos para despenalizar a la hepatitis C, incluido tratar de detener una ley en Michigan en los últimos años, dijo Sean Strub, quien en 1994 fundó la revista POZ, dedicada a temas relacionados con el VIH. También es director ejecutivo de Sero Project, un grupo de educación y defensa que, entre otras cosas, trabaja para poner fin a las sanciones penales por exponer a otros al VIH.
“Ahora tenemos este movimiento muy sólido y activo que combate la criminalización del VIH”, dijo Strub. “Pero realmente estamos combatiendo una gran variedad de condiciones”.
A veces, sin embargo, la reforma del VIH ha tenido consecuencias negativas para las personas que viven con hepatitis C.
Tomemos como ejemplo Iowa, que aprobó una ley en 1998 que decía que las personas que fueron declaradas culpables de exponer a otras personas al VIH enfrentaban hasta 25 años de prisión y tenían que registrarse como delincuentes sexuales, incluso si usaban un condón y no infectaban a nadie. La carga de la prueba recaía sobre el acusado para demostrar que habían revelado su estado de VIH a su pareja.
Los defensores presionaron exitosamente para reemplazar esa ley con una que reduce las penas y elimina el requisito de registro de delincuentes sexuales. Pero uno de sus objetivos también fue reducir el estigma al no distinguir el VIH.
Entonces agregaron la hepatitis, la enfermedad meningocócica y la tuberculosis a las condiciones médicas por las cuales las personas podrían ser procesadas si expusieran a otros.
Las personas que trabajaron para la ley de reemplazo dicen que desde el principio se dieron cuenta que no era una solución ideal.
Pero la derogación rotunda no era una opción política, dijo Tami Haught, organizadora comunitaria en Iowa que trabaja como coordinadora de capacitación y organización para el Proyecto Sero.
“Fue una decisión difícil que tuvo que tomarse”, dijo Haught, quien es VIH positiva. Señaló que, en algunos estados sin leyes de exposición a enfermedades específicas, los fiscales han encontrado una forma de acusar a las personas bajo otras leyes penales generales en cualquier caso.
En general, ella dijo que cree que era el camino correcto a seguir.