Jennifer Millar mantiene bolsas de basura y desinfectante de manos cerca de su tienda, y regularmente echa agua mezclada con peróxido de hidrógeno en la acera cercana. Mantenerse limpia, ella misma y el área de concreto al que llama hogar, es una prioridad.
Pero este campamento de personas sin hogar en una rampa de la autopista de Hollywood, en California, a menudo está lleno de agujas y basura, y empapado en orina. Las ratas se escapan ocasionalmente y Millar teme las consecuencias.
“Me preocupan todas esas enfermedades”, aseguró Millar, de 43 años, quien dijo que ha estado sin hogar la mayor parte de su vida.
Enfermedades infecciosas, algunas que devastaron a las poblaciones en la Edad Media, están resurgiendo en California y en todo el país, y están afectando especialmente a las personas sin techo.
Los Ángeles registró recientemente un brote de tifus, una enfermedad que se contagia por pulgas infectadas que portan ratas y otros animales, en las calles del centro. Las autoridades cerraron brevemente parte del Ayuntamiento después de informar que roedores habían invadido el edificio.
En el estado de Washington hubo infecciones con la bacteria Shigella, que se transmite a través de las heces y causa una enfermedad diarreica llamada shigelosis y con Bartonella quintana, que se propaga a través de los piojos del cuerpo y causa la fiebre de las trincheras.
La hepatitis A también se propagó principalmente a través de las heces, infectando a más de 1,000 personas en el sur de California en los últimos dos años. La enfermedad también ha estallado en Nuevo México, Ohio y Kentucky, principalmente entre personas sin hogar o usuarios de drogas.
Funcionarios y oficiales de salud pública están utilizando términos como “desastre” y “crisis de salud pública” para describir los brotes, y advierten que estas enfermedades pueden diseminarse fácilmente más allá de la población sin hogar.
“Nuestra crisis de personas sin techo se está convirtiendo cada vez más en una crisis de salud pública”, dijo el gobernador de California Gavin Newsom en su discurso sobre la situación del estado en febrero, citando brotes de hepatitis A en el condado de San Diego, sífilis en el condado de Sonoma y tifus en el condado de Los Ángeles.
“Tifus”, dijo. “Una enfermedad medieval. En California. En 2019”.
Estas enfermedades se han disparado a medida que la población sin hogar de todo el país creció en los últimos dos años: aproximadamente 553,000 personas se quedaron sin hogar a fines de 2018, y casi una cuarta parte de las personas sin hogar vive en California.
Las enfermedades se propagan rápida y ampliamente entre las personas que viven a la intemperie o en refugios, alimentadas por aceras contaminadas con heces humanas, condiciones de hacinamiento, sistemas inmunológicos debilitados y acceso limitado a la atención médica.
“La situación de higiene es simplemente horrible” para las personas que viven en las calles, dijo el doctor Glenn López, médico del St. John’s Well Child & Family Center, que atiende a pacientes sin hogar en el condado de Los Ángeles. “Se convierte en un entorno del Tercer Mundo, las heces humanas contaminan las áreas donde comen y duermen”.
Esas enfermedades infecciosas no se limitan a las poblaciones sin hogar, advirtió López. “Incluso alguien que cree que está protegido contra estas infecciones no lo está”.
Al menos un empleado de la ciudad de Los Ángeles dijo que contrajo tifus en el Ayuntamiento el otoño pasado. Y funcionarios del condado de San Diego advirtieron en 2017 que personas que habían comido en un famoso restaurante estuvieron en riesgo de contraer hepatitis A.
Hubo 167 casos de tifus desde el 1 de enero de 2018 hasta el 1 de febrero de este año, comparado con 125 en 2013 y 13 en 2008, según el Departamento de Salud Pública de California.
El tifus es una infección bacteriana que puede causar fiebre alta, dolor de estómago y escalofríos, pero se puede tratar con antibióticos. Los brotes son más comunes en áreas superpobladas y llenas de basura que atraen ratas.
El reciente brote de tifus comenzó el otoño pasado, cuando los funcionarios de salud informaron sobre grupos de enfermedades transmitidas por pulgas en el centro de Los Ángeles y Compton. También se registraron en Pasadena, donde es probable que los problemas se deban a que las personas alimentan a gatos callejeros con pulgas.
En febrero, el condado anunció otro brote en el centro de Los Ángeles que infectó a nueve personas, seis de las cuales estaban sin hogar. Después que los trabajadores de la ciudad dijeron que vieron excrementos de roedores en el ayuntamiento, el presidente del Concejo Municipal de Los Ángeles, Herb Wesson, cerró brevemente su oficina para romper las alfombras, y también pidió una investigación y más limpieza.
La hepatitis A es causada por un virus que generalmente se transmite cuando las personas entran en contacto con las heces de las personas infectadas. La mayoría de las personas se recuperan solas, pero la enfermedad puede ser muy grave para aquellos con afecciones hepáticas subyacentes. Hubo 948 casos de hepatitis A en 2017, y 178 en 2018 y 2019, dijo el departamento de salud pública del estado. Veintiún personas han muerto como resultado del brote de 2017-18.
Las infecciones en todo el país no son una sorpresa, dada la falta de vivienda y de atención de salud para las personas sin hogar, y la escasez de baños y lugares para lavarse las manos, dijo el doctor Jeffrey Duchin, oficial de salud de Seattle y del condado de King, Washington.
“Es un desastre de salud pública”, dijo.
Duchin dijo que en su área ha visto shigelosis, fiebre de las trincheras e infecciones de la piel entre las poblaciones sin hogar.
En la ciudad de Nueva York, donde las personas sin hogar viven más en albergues que en las calles, no ha habido los mismos brotes de hepatitis A y tifus, dijo la doctora Kelly Doran, médica de emergencia y profesora asistente en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York. Pero Doran dijo que se producen diferentes infecciones en los refugios, incluida la tuberculosis, una enfermedad que se transmite por el aire y por lo general infecta los pulmones.
Las enfermedades a veces reciben el apodo de “medievales” porque las personas en esa época vivían en condiciones miserables sin agua limpia o tratamiento de aguas residuales, explicó el doctor Jeffrey Klausner, profesor de medicina y salud pública en UCLA.
Las personas que viven en las calles o en albergues son vulnerables a estos brotes porque su sistema inmunológico debilitado se ve agravado por el estrés, la desnutrición y la falta de sueño. Muchos también tienen enfermedades mentales y adicciones, por lo que les puede resultar más difícil mantenerse saludables o recibir atención médica.
Una tarde reciente de febrero, Negeen Farmand, asistente médica de la Clínica Comunitaria Saban, caminó por los campamentos de personas sin hogar en Hollywood con una mochila con suministros médicos. Se detuvo para hablar con un hombre que barría las aceras. Dijo que ve “todo y cualquier cosa” en las cunetas y espera que no se enferme.
Se presentó con algunos otros y les preguntó si tenían algún problema de salud que fuera necesario revisar. Cuando vio a Millar, Farmand le tomó la presión, le preguntó sobre su asma y la instó a que fuera a ver a un médico para que le tratara la hepatitis C, una infección viral que se transmite a través de la sangre contaminada y que puede provocar un daño grave en el hígado.
“Lograr que estas personas ingresen a una clínica es algo muy importante”, dijo. “Muchos de ellos desconfían del sistema de salud”.
Otro día, Karen Mitchell, de 53 años, esperó a que la clínica de salud móvil del St. John’s Well Child & Family Center la tratara por una tos persistente. También necesitaba una prueba de tuberculosis, según lo exige el refugio donde vivía en Bellflower, California.
Mitchell, quien dijo que desarrolló alcoholismo después de una carrera en ventas de productos farmacéuticos, dijo que contrajo neumonía de gérmenes de otros residentes del refugio. “Todo el mundo está siempre enfermo, no importa qué precauciones tomen”.
Durante el brote de hepatitis A, los funcionarios de salud pública administraron vacunas ampliamente, limpiaron las calles con cloro y agua e instalaron estaciones de lavado de manos y baños portátiles cerca de altas concentraciones de personas sin hogar.
Pero los funcionarios de salud y los defensores de las personas sin techo dijeron que se necesita hacer más, incluyendo ayudar a las personas a acceder a la atención médica y a viviendas asequibles.
“Realmente es inconcebible”, dijo Bobby Watts, CEO de National Health Care for the Homeless Council, una organización de defensa. “Todas estas enfermedades son prevenibles”.