PLANO, Texas – En febrero de 2017, una enfermera escolar en este suburbio de Dallas comenzó a hacer un recuento de mujeres asesinadas por hombres.
Sentada en su escritorio, junto a estantes de libros de cocina, novelas y textos sobre violencia contra las mujeres, Dawn Wilcox, de 55 años, buscó en Internet noticias de mujeres asesinadas por hombres en los Estados Unidos.
Durante docenas de horas cada semana, revisó artículos periodísticos y obituarios, con el fin de contar las historias de mujeres asesinadas por amantes, extraños, padres, hijos, hermanastros, inquilinos y vecinos.
“Estoy tratando de transmitir el mensaje que las mujeres son importantes, y que las vidas de estas mujeres son importantes, y que esto no es aceptable en el país más grande del mundo”, dijo Wilcox.
Su documento, un recurso de dominio público al que llamó Women Count USA, es un catálogo de vidas perdidas: nombres, fechas, edades, lugares donde vivieron, fotos de las víctimas y sus supuestos asesinos, y detalles que no pueden ser capturados por números.
Para Wilcox, estas mujeres son más que estadísticas.
Ella quiere que conozcas a Nicole Duckson, de 34 años, de Columbus, Ohio, cuyos amigos “la recordaron como una persona que oraba y como una madre amorosa”.
Y a la hija de 4 años de Duckson, Christina, quien murió apuñalada junto a su madre, “como a una niña educada y feliz”.
Wilcox también quiere que sepas la historia de Claire Elizabeth VanLandingham, de 27 años, dentista del Navy que recibió un disparo mortal de su ex novio. VanLandingham había aparecido en un video de Take Back the Night, la organización conocida por combatir la violencia en el noviazgo, la violencia sexual y la violencia doméstica en los campus universitarios a nivel nacional. Su madre dijo: “Su corazón era amable; su espíritu generoso; su alma sabia. Claire le ofrecía una sonrisa a todos los que la necesitaban”.
Esas son solo dos de las casi 2,500 mujeres que Wilcox ha estado incluyendo en su documento durante los últimos dos años.
“¿Dónde está la indignación? ¿Dónde están las marchas, los discursos? Sé dónde está el silencio. Está en todas partes y es ensordecedor”, reflexionó Wilcox.
La mujer contó que su cruzada fue impulsada en parte por el frenesí de los medios de comunicación por la muerte del gorila Harambe en el zoológico de Cincinnati, y el escándalo por el crimen de Cecil the Lion, asesinado por un dentista de Minnesota como un trofeo.
Como amante de los animales, Wilcox se horrorizó por esos asesinatos. Pero al ver la furia de las redes sociales y la multiplicación de las peticiones online, se preguntó: “¿Y qué hay de las mujeres?”
“Las mujeres son personas y merecen que sus vidas sean valoradas”, publicó en Facebook en 2016 después de la muerte de Harambe. “Se merecen que nuestras voces hablen en su nombre. Y cuando son maltratadas, asaltadas, asesinadas y borradas, merecen nuestra atención y nuestra indignación”.
Rastreando los datos
El FBI publica datos sobre delitos cada año, incluida la cantidad de mujeres asesinadas por hombres, pero la policía local no está obligada a presentar informes a la agencia federal, por lo que faltan algunas cifras estatales.
Por ejemplo, Florida no ha proporcionado sus datos al FBI desde 1996, según informes del Violence Policy Center, una organización sin fines de lucro que aboga por detener la violencia con armas de fuego. Los números de Alabama e Illinois tampoco han estado disponibles o son limitados en ciertos años.
Según muestran los datos del FBI, desde 1996, cada año fueron asesinadas por hombres entre 1,613 y 2,129. En 2017, el último año para el que hay datos disponibles, el FBI registró 1,733 mujeres. Una abrumadora mayoría de esas mujeres fueron asesinadas por un hombre que conocían.
“Si solo tomas en cuenta los números brutos, es sin duda un recuento insuficiente de homicidios por violencia doméstica”, dijo April Zeoli, profesora asociada de justicia penal en la Universidad Estatal de Michigan y experta en homicidios por violencia doméstica y leyes sobre armas. Pero, agregó, “es la imagen más precisa que tenemos”.
Sin embargo, Wilcox está haciendo algo que el FBI no hace: ponerles rostros a los casos. Registrar el número correcto de mujeres asesinadas no es el único objetivo de su esfuerzo. Su trabajo consiste en buscar sus historias, encontrar sus fotos, tratar de saber quiénes fueron, para que estas mujeres no sean olvidadas.
Marcadas por el abuso
Wilcox no es ajena a la violencia contra las mujeres.
Cuando tenía 21 años, comenzó a salir con un hombre que conoció en un bar en Dallas. Nunca olvidará la primera vez que la lastimó.
Una noche en una discoteca, el novio de Wilcox fue al baño. Wilcox contó que, cuando volvió a la mesa, le roció colonia en la cara, quemándole los ojos de tal manera que tuvo que buscar el baño a tientas para enjuagárselos. El novio le dijo que había sido un accidente. Pero Wilcox supo que había querido humillarla.
Wilcox contó que la violencia se intensificó, y que culminó una noche en la que le dejó una profunda cicatriz en el interior de su brazo y un recuerdo de abuso que se hace eco de las historias de las mujeres perdidas que está recopilando.
Hacía calor y la electricidad se había ido, dejándola sin aire acondicionado mientras leía un libro a la luz de las velas en su apartamento. El hombre comenzó a besarle la pierna, dijo, pero pronto sintió que sus dientes se clavaban mientras la mordía. Ella le dijo que se detuviera, pero él le agarró la garganta con las manos, la empujó sobre la cama y, después de decirle que quería probar su sangre, le mordió el brazo. Le arrancó la piel, recordó.
Wilcox fue a la sala de emergencias de un hospital y luego huyó a la casa de su madre. Finalmente terminó esa relación.
Posteriormente, el hombre fue declarado culpable de agresión sexual y secuestro después de haber violado a dos mujeres a las que forzó a subir a su auto, y a las que llevó a un área aislada y boscosa, para golpearlas y amenazarlas de muerte antes de violarlas. Las mujeres lograron escapar.
Wilcox se considera afortunada. “Pude haber terminado fácilmente como una de las mujeres de mi propia lista”.
Hoy, está casada con un hombre que dice que el trabajo de su esposa le ha abierto los ojos ante la omnipresencia de la violencia contra las mujeres.
“Ella me inspiró”, dijo Mike Nosenzo, quien se casó con Wilcox en 2018. “La cantidad de tiempo, la dedicación que le pone. No veo cómo podría sentirme de otra manera”.
A medida que su proyecto se acerca a la marca de dos años, Wilcox quiere profundizar más para encontrar más detalles sobre las vidas de estas mujeres antes de su muerte: ¿Cuántas de ellas tenían una orden de protección? ¿Y cuántos casos involucraron una historia previa de violencia doméstica?
Dijo que ella hace esto, no solo para recordar a estas mujeres, sino para hacer que las personas se preocupen por su destino, con la esperanza de crear conciencia para salvar a otros.
“Siento que todos nosotros les fallamos a estas mujeres”, dijo Wilcox. “Muchas de ellas hicieron todo lo que se supone que debes hacer para mantenerte a salvo. Le dijeron a la gente, fueron a la policía, tuvieron órdenes de protección, y eso no fue suficiente”.
Esta historia fue reportada por Schreyer durante su trabajo en The Fuller Project, una organización de periodismo sin fines de lucro que cubre temas que afectan a mujeres y a niñas.