Funcionarios de un hospital en el estado de Washington se disculparon después de no haberle informado a una mujer embarazada, a pesar que los resultados estaban disponibles, que probablemente estaba infectada con zika, un virus que puede causar devastadores defectos de nacimiento.
Andrea Pardo, de 33 años, de Issaquah, Washington, fue examinada para el virus en octubre, después de quedar embarazada mientras vivía en México. Los resultados estuvieron listos en diciembre, pero Pardo no fue notificada hasta abril, cuando ya tenía 37 semanas de embarazo, justo antes de dar a luz a su hija Noemí.
Hasta ahora, la beba luce sana. Pero no comunicarle en tiempo y forma, atraso que adjudican a un error en la clínica de la Universidad de Washington, donde Pardo recibe atención, la privó de la oportunidad de tomar una decisión informada sobre su embarazo, dijo.
“Nada habría cambiado para mí”, dijo. “Pero si lo hubiera descubierto alrededor de las 20 semanas, supongo que podría haber tomado algunas decisiones”.
El doctor Timothy Dellit, experto en enfermedades infecciosas de UW Medicine, dijo a Kaiser Health News que llamó a Pardo para explicarle el error.
“Me disculpé porque no se le entregaron los resultados en diciembre”, dijo. “Fue una manera desafortunada de manejar esas pruebas”.
El incidente se suma a las preguntas sobre el seguimiento cuidadoso de las pruebas de zika, y las consecuencias potenciales de los resultados a destiempo o inexactos, incluso cuando las recomendaciones sobre la vigilancia se han ampliado.
Luego que comenzara el brote de zika a principios de 2015 en Brasil, se han venido reportando ensayos defectuosos o pruebas retrasadas en los Estados Unidos, dijeron funcionarios de salud.
En febrero, cerca de 300 pruebas de zika realizadas a mujeres embarazadas en el laboratorio de salud pública de Washington, DC, tuvieron que repetirse después del descubrir que los técnicos no habían seguido un paso necesario, lo que generó que todos los resultados fueran negativos. Más tarde, una mujer embarazada resultó positiva para el virus, y otras 25 mujeres embarazadas tuvieron resultados no concluyentes, dijo LaShon Beamon, portavoz del Departamento de Ciencias Forenses del distrito.
A pesar de que “no es la norma”, dijo la doctora Kelly Wroblewski, directora de enfermedades infecciosas de la Asociación de Laboratorios de Salud Pública, la experta ha oído hablar de varios casos recientes de pacientes que no recibieron los resultados de la prueba apenas estuvieron listos.
“Los informes no están llegando a los médicos correctos”, dijo. “Dónde y cómo está ocurriendo, no lo sé”.
Funcionarios de salud, en los Estados Unidos y fuera del país, han llevado a cabo cientos de miles de pruebas a medida que el zika se ha ido expandiendo. Solo los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) han enviado 400.000 pruebas en Estados Unidos y sus territorios, y más de 700.000 a todo el mundo, dijo el portavoz Tom Skinner.
En mayo, funcionarios de los CDC ampliaron las recomendaciones para la prueba del zika para incluir no sólo a mujeres embarazadas que podrían haber estado expuestas al virus, sino también para mujeres con factores de riesgo que están pensando en quedar embarazadas.
El virus del zika, que puede transmitirse de una mujer embarazada a su feto, puede causar defectos de nacimiento potencialmente graves, incluyendo microcefalia, caracterizada por una cabeza mucho más pequeña que el promedio, problemas de visión y audición y retrasos en el desarrollo. Después de noticias de que el virus se estaba propagando en Latinoamérica, las solicitudes de abortos aumentaron, hallaron los investigadores.
Pardo dijo que probablemente no habría terminado su embarazo, aunque hubiera sabido antes que estaba infectada con el zika, pero habría querido tener información precisa.
Dellit dijo que el personal de la clínica sabía que Pardo había estado expuesta al virus y que la habían cuidado de manera adecuada. Agregó que los funcionarios han renovado los protocolos de prueba, verificando los resultados de los laboratorios externos y comunicándoselos a los pacientes, agregó.
Pardo viajó a Las Guacamayas, México, el pasado mes de junio para estar con su esposo, Héctor Pardo, de 28 años. Originalmente, el hombre llegó a los Estados Unidos sin papeles cuando era adolescente, y tuvo que irse del país mientras se resolvía su situación migratoria. Regresó al estado de Washington en diciembre y ahora trabaja para una compañía de muebles.
Andrea Pardo está con licencia por maternidad de su trabajo como consejera académica en el departamento de microbiología de la Universidad de Washington. La pareja también tiene una hija de 3 años.
Andrea quedó embarazada en agosto pasado. Al mismo tiempo, desarrolló lo que creía que era una erupción por el calor y otros síntomas de la enfermedad, pero un médico minimizó cualquier riesgo de infección por zika, contó.
Se trata de un virus sigiloso; 4 de cada 5 personas nunca saben que están infectadas, mientras que otras pueden mostrar síntomas leves, como fiebre, erupción cutánea, dolor en las articulaciones y músculos, y ojos rojos. Sin embargo, los efectos en fetos pueden ser devastadores, dicen los expertos.
Un análisis de sangre en México dio negativo para zika. Pardo regresó a los Estados Unidos cuando tenía 16 semanas de embarazo, y resultó positiva para el dengue, que, como el zika, es un flavivirus. Debido a que los dos virus pueden reaccionar de forma cruzada en las pruebas, los médicos no pudieron saber con certeza si también tenía una infección por zika.
Las muestras de Pardo fueron enviadas para pruebas adicionales, las cuales fueron procesadas rápidamente por el departamento de salud del estado y por un laboratorio aprobado por los CDC en Minnesota. Pero no le enviaron los resultados a Pardo.
La mujer se enteró de los resultados sólo cuando recibió una carta a finales de abril de científicos de la Universidad de Washington que estaban reclutando pacientes con zika para un ensayo clínico. Le dijeron que había dado positivo para zika.
“Pensé que era negativa”, dijo. “Estaba muy molesta. ¿Cómo se atrevieron a darme un diagnóstico que no era cierto?”
Pardo presionó a su médico para que le diera respuestas, y fue entonces cuando supo que habría estado infectada.
Llevó a su beba al Hospital de Niños de Seattle, donde expertos examinaron a Noemí para ver si presentaba microcefalia.
La doctora Hannah Tully, neuróloga pediátrica, confirmó que la beba parece sana, sin signos de una infección por zika.
Pero Pardo dijo que no podía dejar de pensar su prueba positiva. Ella está preocupada por la posibilidad de que su hija pudiera desarrollar problemas, una de las muchas incógnitas del azote del Zika.
“Fue impactante sólo porque no sabía cómo abogar por mi bebé”, dijo. “Afortunadamente, ella se está desarrollando normalmente, pero incluso sin microcefalia, los médicos realmente no saben”.