La industria del tabaco sin humo, que comenzó con cigarrillos de alto voltaje parecidos a los tradicionales, ha evolucionado hacia poderosos dispositivos, capaces de generar enormes nubes de vapor y sustancias potencialmente tóxicas.
A medida que la tecnología continúa cambiando, investigadores están encontrando más evidencia de que la forma en que los dispositivos de vapeo y los líquidos electrónicos interactúan podría dañar a los consumidores. Expertos en tabaco advierten que los dispositivos de alta potencia pueden sobrecalentar los líquidos de vapeo produciendo productos químicos tóxicos, y el aerosol que se inhala puede estar contaminado con metales peligrosos del propio dispositivo.
Aunque investigadores dicen que todavía no tienen suficientes datos para saber si los dispositivos de vapeo son menos peligrosos que los cigarrillos, Stanton Glantz, profesor de medicina y director del Centro de Investigación y Educación sobre el Control del Tabaco en la Universidad de California-San Francisco, dijo que la evidencia científica lo convenció de que vapear está lejos de ser un sustituto inofensivo.
“Nadie sabe lo que hay en ninguno de estos productos”, dijo Glantz. “El consumidor no se está exponiendo a algo conocido”.
Muchos consumidores dan crédito a los cigarrillos electrónicos y a los productos para vapear por ayudarlos a dejar el hábito de fumar. Pero a medida que la tecnología ha cambiado, también lo han hecho los líquidos electrónicos. Científicos dicen que las fórmulas de hoy pueden suministrar la misma cantidad o más de nicotina que un cigarrillo en la misma cantidad de bocanadas.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) están analizando los líquidos y dispositivos para identificar qué está causando el brote de enfermedades relacionadas con vapear. Hasta el 15 de octubre, los CDC han identificado casi 1,500 lesiones pulmonares relacionadas con el vapeo. Y 33 personas han muerto, según la entidad federal.
Los investigadores sospechan que muchas de las lesiones están relacionadas con cartuchos de contrabando con THC, el ingrediente psicoactivo de la marihuana. La industria del vapeo y sus defensores utilizan este argumento para defender los productos creados y vendidos por empresas de renombre.
Sin embargo, los ingredientes y materiales que componen estos productos a menudo son un misterio, incluso cuando están hechos por fabricantes legítimos. Investigadores como Thomas Eissenberg, profesor de psicología de la salud y codirector del Centro para el Estudio de Productos de Tabaco de la Virginia Commonwealth University en Richmond, dijeron que los casos publicados de enfermedades relacionadas con el cigarrillo electrónico precedieron al último brote.
“Claramente, hay algo extraño en estos… casos que aparecen todos a la vez”, dijo Eissenberg. “Pero sospecho que hemos estado viendo numerosos casos de este tipo de enfermedades desde que se venden los cigarrillos electrónicos”.
Estos “cigarrillos” representaron la forma más temprana de productos electrónicos para fumar. Los dispositivos desechables se llenaban de líquido para inhalar y generalmente se parecían a los cigarrillos tradicionales. También contenían cantidades modestas de nicotina, aunque no se la podía aspirar con facilidad.
Luego, los bolígrafos de vapeo ingresaron al mercado. Eran recargables y tenían más potencia que los cigarrillos que calentaban el líquido. Tenían más nicotina.
La tercera generación de dispositivos, los “mods”, demostró ser un salto tecnológico y cultural para el vapeo, dijo Ana María Rule, profesora asistente que investiga los cigarrillos electrónicos en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore. Los consumidores pueden personalizar su dispositivo alterando la batería, los elementos calefactores y el líquido electrónico. El dispositivo inspiró la creación de grupos como “cazadores de nubes”, usuarios que compiten en eventos en todo el país para hacer la nube de aerosol más grande.
“Cambiaron por completo el alcance y toda la cultura del vapeo”, dijo Rule.
Este tipo de vapeo significa que los consumidores están inhalando grandes volúmenes de productos químicos en aerosol, y eso podría significar más productos químicos tóxicos, dicen investigadores.
Luego, Juul llegó al mercado en 2015. El dispositivo recargable se asemeja a una unidad flash, no se puede personalizar y generalmente tiene un voltaje más bajo que su predecesor mod.
Pero lo que le faltaba a Juul en innovación tecnológica, lo compensaba con sus líquidos. Cada cápsula contiene una concentración de nicotina igual a un paquete de cigarrillos, lo que preocupa a los funcionarios de salud pública e investigadores porque la nicotina es adictiva. La compañía cortó la nicotina con ácido benzoico para reducir la irritación, haciéndola más sabrosa. Finalmente se convirtió en un éxito sin precedentes, especialmente entre los jóvenes.
Sin embargo, la nicotina está lejos de ser la única sustancia nociva que un consumidor podría estar inhalando. Estudios han encontrado que el sobrecalentamiento de un líquido electrónico podría causar “degradación térmica”, un proceso donde los ingredientes comienzan a descomponerse. En algunos casos, esto puede crear químicos tóxicos como el formaldehído, un agente cancerígeno, dijo Eissenberg.
Este líquido sobrecalentado o quemado puede tener un sabor amargo, pero generalmente los consumidores no tienen forma de detectar que hay un problema.
“Es importante darse cuenta que no siempre sabe mal cuando se produce esa degradación térmica”, agregó Eissenberg.
El aerosol de los cigarrillos electrónicos también puede mezclarse con metales dañinos que causan problemas de salud pulmonar y neurológica. Un estudio en coautoría de Rule recolectó muestras de líquidos electrónicos de diferentes partes de 56 dispositivos de cigarrillos electrónicos de usuarios que los usaban todos los días. Los resultados mostraron que el líquido que se encontraba en el dispositivo que inhalaba el consumidor tenía niveles notablemente más altos de metal que el líquido en el dispensador recargable.
Los autores sugieren que el elemento calefactor del dispositivo podría estar introduciendo sustancias metálicas tóxicas como cromo, níquel y plomo en el líquido.
A pesar de los preocupantes hallazgos, los investigadores del tabaco dicen que todavía no hay un veredicto sobre cuál es más peligroso, si los cigarrillos electrónicos o los tradicionales. Simplemente no hay suficientes datos, dicen.
Sin embargo, la falta de evidencia no ha impedido que estados reaccionen a los casos de enfermedades relacionadas con el vapeo tomando medidas enérgicas contra la industria. Massachusetts ha prohibido temporalmente la venta de todos los productos de vapeo en el estado, pero la prohibición está siendo impugnada en los tribunales. La venta de cigarrillos electrónicos con sabor y productos de vapeo también se ha frenado de momento en algunos otros estados y jurisdicciones locales.
Algunos defensores del vapeo ven estas acciones estatales como promotoras de miedo. Gregory Conley, presidente de la asociación sin fines de lucro American Vaping Association, enfatizó que la gran mayoría de los pacientes enfermos informaron haber usado cartuchos de contrabando que contenían THC.
“Los Estados Unidos están en medio de un pánico moral en este momento, y una buena política de salud pública rara vez surge del pánico moral”, dijo Conley.
Conley reconoció que las regulaciones más estrictas podrían haber ayudado a mantener a Juul fuera del alcance de los adolescentes. Sin embargo, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), no reguló los cigarrillos electrónicos hasta 2016. Una orden judicial requiere que las compañías que tuvieron productos en el mercado a partir de agosto de 2016 presenten a la FDA, para mayo de 2020, solicitudes de aprobación.
A medida que la agencia implementa esas regulaciones, investigadores enfatizan que las compañías de cigarrillos electrónicos aún tienen un amplio margen para vender sus productos sin supervisión federal.
Los cigarrillos electrónicos y los productos de vapeo “no están regulados en términos de control de calidad, control de mercado, nada en este momento”, dijo Bonnie Halpern-Felsher, profesora de pediatría que investiga la prevención del consumo de tabaco en la Universidad de Stanford en California. “Está completamente abierto”.