DENVER. — Pauline Jeffery había dejado que las cosas se derrumbaran desde que murió su marido. Su dormitorio era un desastre. Su baño estaba desorganizado. A menudo se tropezaba con las alfombras de la sala y el comedor.
“Estaba deprimida y no hacía nada más que sentir pena por mí misma”, dijo la residente de Denver de 85 años.
Pero la inercia de Jeffery se desvaneció cuando se unió a un programa para personas mayores vulnerables de bajos ingresos: Community Aging in Place — Advancing Better Living for Elders (CAPABLE). Durante varios meses del año pasado, un terapeuta ocupacional visitó a Jeffery y discutió los problemas que quería abordar. Le pusieron una alfombra nueva. La comenzó a visitar una enfermera, y de repente empezó a sentirse cuidada.
En poco tiempo, Jeffery organizó su habitación, limpió su baño y comenzó a sentirse más optimista. “Hay muchas personas como yo que solo necesitan un empujón y alguien que las haga sentir que valen la pena”, dijo. “Lo que hicieron por mí me motivó”.
Una nueva investigación muestra que CAPABLE brinda una ayuda considerable a las personas mayores más frágiles que tienen problemas con las “actividades de la vida diaria”: bañarse, vestirse, salir de la cama, usar el baño o moverse fácilmente alrededor de la casa. En cinco meses, los participantes en el programa experimentaron un 30% menos de dificultades con estas actividades, según un ensayo clínico aleatorio, el estándar de oro de la investigación, publicado en enero en JAMA Internal Medicine.
“Si alguien encontrara un medicamento que redujera la discapacidad en adultos mayores en un 30%, lo escucharíamos constantemente en la televisión”, dijo John Haaga, director de la División de Investigación de Comportamiento Social del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, que financió la investigación.
Los hallazgos positivos son especialmente notables dada la población estudiada: 300 adultos mayores pobres, o al borde de la pobreza, casi el 90% de mujeres, más del 80% de raza negra, con una edad promedio de 75 años y múltiples afecciones médicas crónicas como enfermedades del corazón, artritis, y enfermedad pulmonar obstructiva (EPOC). Aproximadamente 1 de cada 3 adultos mayores en los Estados Unidos necesita ayuda con una o más actividades diarias, pero las tasas de discapacidad y los costos relacionados con la atención médica son más altos en esta población con problemas.
La mitad de los adultos mayores en el ensayo recibió la intervención CAPABLE, que incluye seis visitas de un terapeuta ocupacional, cuatro visitas de una enfermera registrada y servicios de reparación y modificación en el hogar por un valor de hasta $1,300. El grupo de control recibió 10 visitas de igual duración de un asistente de investigación y se les alentó a usar Internet, escuchar música, jugar juegos de mesa o recordar el pasado, entre otras actividades.
Ambos grupos experimentaron mejoras a los cinco meses, pero los adultos mayores que participaron en CAPABLE obtuvieron beneficios sustancialmente mayores. El 82% estuvo de acuerdo en que el programa hizo su vida más fácil y su hogar más seguro. Casi el 80% dijo que les permitió vivir en casa y aumentó su confianza al enfrentar los desafíos diarios.
Sarah Szanton, quien desarrolló CAPABLE y dirige el Centro para el Cuidado Innovador del Envejecimiento en la Escuela de Enfermería Johns Hopkins, atribuye los resultados positivos a varios elementos del programa. En lugar de decirle a un adulto mayor lo que está haciendo mal, un desafortunado pilar de la práctica médica, el personal de CAPABLE les pregunta qué les gustaría hacer que por alguna razón no pueden hacer ahora.
Las personas mayores a menudo dicen que quieren cocinar sus propias comidas, hacer sus camas, usar las escaleras, salir de la casa más fácilmente, caminar sin dolor o ir a la iglesia.
El enfoque se centra entonces en encontrar soluciones prácticas. Para alguien que quiere cocinar, pero cuyas piernas están débiles, eso podría significar cortar los vegetales sentado, antes de pararse para hervirlos. Es posible que sea necesario levantar una cama y colocar una barra de agarre entre el colchón y el somier para que la persona pueda levantarse con mayor facilidad. O bien, es posible que una enfermera necesite revisar los medicamentos y recomendar cambios potenciales al médico de atención primaria.
“¿Por qué funciona? Porque nos guiamos por lo que la gente quiere, y para mejorar, se debe querer mejorar: el prorama tiene que ser importante para usted”, dijo Amanda Goodenow, gerenta de programas de CAPABLE en la Asociación de Enfermeras de Colorado, la agencia que ayudó a Jeffery. En Colorado, CAPABLE recibe financiación de una fundación local y de Habitat for Humanity, que apoya el programa en seis mercados.
Hattie Ashby, de 90 años, quien ha vivido en la misma casa de dos pisos en Aurora, una ciudad cercana a Denver, durante 43 años, le dijo a Goodenow el verano pasado que quería subir y bajar las escaleras con mayor facilidad y caminar fuera de la casa. Ashby tiene presión arterial alta y EPOC.
“Me dieron un andador e hicieron arreglos para que yo pusiera mi tanque de oxígeno en el andador para poder ir al centro comercial”, dijo Ashby, recordando la ayuda del personal de CAPABLE. “Arreglaron la pared en mi baño y pusieron algo para que pudiera sostenerme al entrar y salir de la bañera. Y colocaron una baranda en la pared de la escalera para que pudiera agarrarme al subir y bajar”.
“Es un servicio extraordinario que se aliente a una persona mayor, que se la ayude, que se la apoye de esa manera”, dijo Ashby.
También resulta ser una inversión rentable. La investigación liderada por Szanton ha demostrado que por cada dólar gastado en CAPABLE, casi $10 en ahorros combinados se acumulan para Medicare y Medicaid, en gran parte debido a las hospitalizaciones y los adultos mayores que son trasladados a hogares. (Muchos participantes de CAPABLE son elegibles para ambos programas del gobierno debido a sus bajos ingresos). El costo promedio del programa por persona es de $2,825, muy por debajo del costo promedio mensual de $7,441 de una habitación semiprivada en un hogar de vida asistida, en 2018.
Con una nueva subvención de casi $3 millones de la Rita & Alex Hillman Foundation, Szanton está centrando su atención en la expansión de CAPABLE en todo el país. Actualmente, el programa está disponible en 26 áreas, en 12 estados, y los programas de Medicaid en Massachusetts y Michigan han adoptado una versión de CAPABLE para algunos miembros. Un desafío importante es asegurar el financiamiento, ya que las aseguradoras públicas y privadas generalmente no pagan por este tipo de servicios. Hasta ahora, los fondos de la fundación y las subvenciones han sido una fuente importante de apoyo.
Szanton espera persuadir a los planes Medicare Advantage, que cubren a cerca de 19 millones de beneficiarios de Medicare y ahora pueden ofrecer una variedad de beneficios no médicos a los miembros, para que adopten CAPABLE. Además, Johns Hopkins y Stanford Medicine han presentado una propuesta para que el Medicare tradicional ofrezca el programa como un paquete de servicios. Las organizaciones de atención responsable, los grupos de hospitales y los médicos que asumen riesgos financieros para la salud de sus pacientes también están interesados, dados los beneficios potenciales y los ahorros en costos.
Otra prioridad será ver cómo extender el impacto de CAPABLE a largo plazo. Dado que los beneficios disminuyeron durante un período de 12 meses en el ensayo clínico que se acaba de publicar, es probable que se necesiten elementos adicionales del programa (llamadas telefónicas, visitas adicionales y evaluaciones de seguimiento), dijo el doctor Kenneth Covinsky, profesor de geriatría de la Universidad de California-San Francisco y coautor de un editorial sobre CAPABLE que acompañó el estudio.
Covinsky es optimista sobre las perspectivas de CAPABLE. “Como médicos, cuando vemos pacientes mayores con afecciones que no podemos revertir, debemos entender que todavía tenemos cosas por hacer”, dijo Covinsky. “Referir a los pacientes a un programa como CAPABLE es algo que podría hacer una gran diferencia”.