Una nueva generación de fármacos de los que se asegura que ayuda a los adultos con exceso de peso a perder más kilos que los actualmente disponibles en el mercado está despertando una gran expectación.
Algunos pacientes, según los especialistas en medicina de la obesidad, experimentan una disminución de la presión arterial, un mejor control de la diabetes, menos dolor en las articulaciones y un mejor sueño gracias a estos nuevos tratamientos.
Los nuevos medicamentos, que son fármacos para la diabetes readaptados, “muestran una pérdida de peso diferente a la de cualquier otro medicamento que hayamos tenido en el pasado”, afirma David Creel, psicólogo y dietista titulado del Instituto Bariátrico y Metabólico de la Clínica Cleveland.
Pese a ello, su entusiasmo y el de otros expertos es más bien moderado.
Esto se debe a que ningún fármaco es una solución mágica y es posible que muchos pacientes tengan que tomar los medicamentos por un largo plazo para mantener los buenos resultados. Además, los tratamientos más novedosos suelen ser muy costosos y a menudo no los cubre el seguro.
El coste anual de cinco cifras de estos nuevos medicamentos también suscita preocupación en cuanto a si los pacientes podrán acceder a ellos y por la repercusión en el gasto general en sanidad del país si se generaliza su consumo.
La evaluación de las ventajas y desventajas (sopesar el valor de que mejoran la salud y la posible reducción de complicaciones relacionadas con la obesidad en el futuro frente al coste inicial de los medicamentos) entrará cada vez más en juego cuando las aseguradoras, las empresas, los programas gubernamentales y otras entidades que pagan las facturas de la sanidad consideren qué tratamientos deben cubrirse.
“Si se paga demasiado por un medicamento, el seguro médico de todo el mundo sube. Entonces la gente abandona el seguro médico porque no puede pagarlo”, por lo que ofrecer el medicamento podría perjudicar más al sistema que no hacerlo, dijo el doctor David Rind, jefe médico del Instituto de Revisión Clínica y Económica, o ICER, una entidad sin ánimo de lucro que revisa la evidencia médica para evaluar los tratamientos por su eficacia y coste.
En la actualidad, muchas aseguradoras comerciales limitan la cobertura a solo algunos de los medicamentos disponibles en la actualidad, o exigen que los pacientes alcancen determinados umbrales de cobertura, a menudo vinculados a una controvertida medida denominada “índice de masa corporal”, una relación entre la altura y el peso. Medicare prohíbe específicamente la cobertura de medicamentos para la obesidad o para “la anorexia, la pérdida o el aumento de peso”, aunque paga la cirugía bariátrica. La cobertura en otros programas gubernamentales varía. La legislación que permitiría la cobertura de medicamentos en Medicare –la Ley para Tratar y Reducir la Obesidad– sigue estancada en el proceso legislativo a pesar de que se ha presentado en cada sesión del Congreso desde 2012.
Mientras las aseguradoras ven con preocupación el coste de los tratamientos, los fabricantes ven una potencial bonanza financiera. Los analistas de Morgan Stanley dijeron recientemente que “la obesidad es la nueva hipertensión” y predijeron que los ingresos de la industria por las ventas de medicamentos contra la obesidad en Estados Unidos podrían aumentar de los 1,600 millones de dólares actuales a 31,500 millones de dólares en 2030.
Es fácil entender cómo pudieron predecir esa sorprendente cifra basándose simplemente en la potencial demanda. En Estados Unidos, se considera obeso al 42% de los adultos, frente al 33% de la década anterior. Los problemas de salud a veces relacionados con el peso, como la diabetes y los problemas articulares, también van en aumento.
Según los expertos, hasta solo perder un 5% del peso corporal puede aportar beneficios para la salud. Algunos de los nuevos fármacos, que pueden ayudar a reducir el hambre, facilitan a algunos pacientes superar ese marcador.
Wegovy, que es una dosis más alta del medicamento autoinyectable para la diabetes Ozempic, ayudó a los pacientes a perder una media del 15% de su peso corporal en 68 semanas durante el ensayo clínico que condujo a su aprobación por la FDA el año pasado. Tras dejar de tomar el fármaco, muchos de los pacientes seguidos en una extensión del ensayo volvieron a ganar peso, lo que no es infrecuente con casi cualquier medicamento dietético. Wegovy ha escaseado durante gran parte del año debido a problemas de fabricación. Puede costar unos 1,300 dólares al mes.
Otro fármaco inyectable, aún en fase de ensayos clínicos finales, pero cuya aprobación por la FDA se ha acelerado, podría provocar una pérdida de peso aún mayor, del orden del 20%, según Eli Lilly, su fabricante. Ambos fármacos imitan una hormona llamada péptido similar al glucagón 1, que puede enviar señales al cerebro para que la gente se sienta más llena.
Sin embargo, la pérdida de peso media de ambos fármacos los sitúa a una distancia asombrosa de los resultados obtenidos tras las intervenciones quirúrgicas, por lo que ofrecen otra opción a pacientes y médicos.
Pero, ¿será la gama de productos farmacéuticos de prescripción antiguos y nuevos -con aún más en desarrollo- la respuesta al problema del sobrepeso en Estados Unidos?
Un enorme a lo mejor, opinan los expertos. Por un lado, los medicamentos y dispositivos no funcionan para todo el mundo y su eficacia varía.
Plenity es un buen ejemplo. Con un precio de 98 dólares al mes, la FDA lo considera un dispositivo y requiere una receta. Durante los ensayos clínicos, alrededor del 40% de las personas que lo probaron no consiguieron perder peso. Pero en el otro 60%, la pérdida media de peso fue del 6,4% del peso corporal en 24 semanas cuando se combinó con dieta y ejercicio.
Esta media la sitúa en la línea de otros medicamentos de prescripción para pérdida de peso más antiguos, que a menudo muestran una pérdida de peso del 5% al 10% cuando se toman durante un año.
Si bien es cierto que los fármacos para adelgazar -tanto los de anteriores como los de nueva generación- no funcionan para todo el mundo, hay suficiente variación entre los individuos como para que “incluso los fármacos más antiguos funcionen realmente bien para algunas personas”, dijo Rind en el ICER.
Pero es demasiado pronto -sobre todo en el caso de los fármacos más nuevos- para saber cuánto pueden durar los resultados y cuánto pesarán los pacientes dentro de cinco o diez años, dijo.
Aun así, los partidarios de estos medicamentos sostienen que las aseguradoras deberían cubrir los tratamientos para los problemas de peso igual que cubren los del cáncer o los de enfermedades crónicas, como la hipertensión. El pago de estos tratamientos podría ser bueno tanto para el paciente como para las aseguradoras, dicen. Con el tiempo, las aseguradoras podrían pagar menos por las personas que pierden peso y evitan sufrir otras complicaciones de salud, aunque este beneficio financiero para el sistema sanitario podría tardar años o incluso décadas en notarse.
Los beneficios económicos para los fabricantes de medicamentos son, de momento, dispares. Novo Nordisk, fabricante de Wegovy y Ozempic, registró un crecimiento de las ventas de medicamentos contra la obesidad del 110% en el primer semestre del año, impulsado por Wegovy, pero el precio de sus acciones se mantuvo estable e incluso bajó en septiembre. Sin embargo, Lilly, que obtuvo la aprobación de un nuevo medicamento para la diabetes, Mounjaro, que pronto podría obtener también luz verde para la pérdida de peso, vio que sus acciones en septiembre subían un 34% respecto al mes anterior.
Algunos empleadores y aseguradoras que pagan facturas médicas también se preguntan si a estos medicamentos se les ha puesto un precio justo.
El ICER ha analizado recientemente cuatro medicamentos para la pérdida de peso. Dos de ellos, Wegovy y Saxenda, son tratamientos de nueva generación, ambos fabricados por Novo a partir de un medicamento inyectable ya existente para la diabetes. Los otros dos -fentermina/topiramato, vendido por Vivus con el nombre de Qsymia, y bupropión/naltrexona, vendido como Contrave por Currax Pharmaceuticals- son tratamientos más antiguos basados en combinaciones de pastillas.
Los resultados fueron dispares, según un informe publicado en agosto, que se completará en breve después de evaluar e incorporar los comentarios del público.
Wegovy mostró una mayor pérdida de peso en comparación con otros tratamientos. Pero Qsymia también ayudó a los pacientes a perder una cantidad sustancial de peso, dijo Rind. Esa combinación de fármacos más antigua tiene un coste neto, después de los descuentos del fabricante, de unos 1,465 dólares anuales en el segundo año de uso, en comparación con Wegovy, que tuvo un coste neto de 13,618 dólares en ese segundo año, según el informe. A muchos pacientes se les pueden recetar medicamentos para perder peso durante años.
Con esas cifras, Wegovy no alcanzó el grado de rendimiento respecto a su coste que buscaba la entidad.
“Es un gran medicamento, pero es aproximadamente el doble de caro de lo que debería ser” si se comparan sus beneficios para la salud con su coste y su potencial para aumentar el gasto médico global y las primas de salud, dijo Rind.
Sin embargo, no se espera que se reduzcan en breve los costes, incluso pese a que nuevos medicamentos están a punto de llegar al mercado.
Lilly, por ejemplo, aún no ha revelado lo que costará Mounjaro si supera los ensayos clínicos para su uso como medicamento para la pérdida de peso. Pero un indicio es su precio de 974 dólares al mes como tratamiento de la diabetes, una cantidad similar a la del medicamento rival Ozempic, precursor de Wegovy.
Novo cobra más por Wegovy que por Ozempic, aunque la versión para adelgazar incluye más cantidad del principio activo. Es posible que Lilly siga el ejemplo y cobre más por la versión de Mounjaro para adelgazar.
El doctor W. Timothy Garvey, profesor del departamento de ciencias de la nutrición de la Universidad de Alabama-Birmingham, predice que la cobertura de los seguros mejorará con el tiempo.
“Ahora es innegable que se puede conseguir una pérdida de peso sustancial si se mantiene la medicación y se reducen las complicaciones de la obesidad”, afirma Garvey. “Será difícil que las aseguradoras y quienes pagan se nieguen”.
Algo que el nuevo enfoque en el tratamiento con medicación puede promover, dijo la mayoría de los expertos, es atenuar el sesgo y el estigma que desde hace mucho tiempo persigue a los pacientes con sobrepeso u obesidad.
“El grupo con el mayor nivel de prejuicios sobre el peso es el de los médicos”, dijo la doctora Fátima Stanford, especialista en medicina de la obesidad y directora de equidad de la división endocrina del Hospital General de Massachusetts. “Imagina cómo te sientes si tienes un médico que te dice que tu valor se basa en tu peso”.
Rind considera estas terapias nuevas y de mayor eficacia como otra forma de ayudar a disipar la idea de que los pacientes “no se esfuerzan lo suficiente.”
“A lo largo de los años se ha hecho cada vez más evidente que la obesidad es un problema médico, no un estilo de vida que se elige”, dijo Rind. “Llevamos mucho tiempo esperando medicamentos como estos”.