La doctora Lynn D’Andrea supo que algo andaba mal cuando tres adolescentes llegaron al Hospital de Niños de Wisconsin, uno tras otro, sin aliento, con lesiones pulmonares similares, misteriosas y peligrosas.
Como la única neumóloga de guardia esa semana de vacaciones del 4 de julio, D’Andrea observó con especial curiosidad esos casos alarmantes que siguieron a otro adolescente que tenía una afección no infecciosa con síntomas similares.
“Necesitamos pensar en otra cosa”, le dijo al doctor Michael Meyer, director médico de la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos, como recordó después.
Ese “pensar en otra cosa” llevó al descubrimiento de más de 800 casos de lesiones probablemente relacionadas con el vapeo en 46 estados, un territorio de los Estados Unidos, y Canadá. Al menos 12 personas han muerto. Si bien la causa exacta de la enfermedad sigue sin estar clara, el presidente Donald Trump está considerando prohibir los cigarrillos electrónicos con sabor, y Walmart los ha retirado de sus estantes por completo.
La epidemia ha provocado indignación por la falta de supervisión federal sobre el “vapeo”, pero también hay una historia de éxito de salud pública local que contar. Los médicos y funcionarios regionales en Wisconsin, Illinois y en otros lugares reconstruyeron esta misteriosa enfermedad para darse cuenta que era mucho más grande de lo que parecía. Es una historia de trabajo en equipo, comunicación y funcionarios de salud pública de larga experiencia, que aprovecharon sus contactos en una era de fondos limitados y una infraestructura de salud pública disminuida, y una gran rotación de personal.
De alguna manera, es sorprendente que Wisconsin se haya convertido en la zona cero para descubrir este vínculo. El estado calificaba entre los 10 últimos a nivel nacional en gasto por persona en salud pública hasta que se aprobó una inyección de dinero de $588 millones para los próximos dos años. Wisconsin también alberga las fábricas de los dispositivos Juul, y uno de sus senadores, el republicano Ron Johnson, atribuye su victoria a los defensores del vapeo.
Y, a pesar de todo, los funcionarios del estado descubrieron el brote, que no muestra señales de detenerse.
“No creo que nadie haya podido anticipar cuán grande se iba a volver este problema”, dijo D’Andrea en un correo electrónico.
Descubriendo el vínculo con el “vapeo”
Aunque se detectaron casos aislados de problemas respiratorios relacionados con el “vapeo” en otros lugares, tan temprano como en 2015 en West Virginia, una nueva ola de casos comenzó a registrarse en todo el país desde mediados de abril.
Pacientes sanos, muchos de ellos adolescentes, se comenzaron a quejar de falta de aliento, pérdida de peso inexplicable, fatiga y problemas gastrointestinales. Generalmente fueron diagnosticados con síndrome de dificultad respiratoria aguda, básicamente una lesión pulmonar de causa desconocida. Los casos desconcertaron a los proveedores de salud en todo el país.
En Carolina del Norte, los médicos se preguntaron cómo adolescentes sanos podrían estar tan enfermos de repente, tanto que necesitaban respiradores artificiales para algo que no era infeccioso, dijo Zack Moore, jefe de epidemiología del estado.
Pero en Wisconsin, los médicos del Children’s Hospital utilizaron extensas historias de los pacientes para reconstruir el eslabón perdido entre ese grupo de cuatro casos: el “vapeo”.
Esta no es una hazaña fácil cuando se trata de adolescentes que no quieren admitir que “vapean” frente a sus padres, especialmente aceite de THC, el químico psicoactivo de la marihuana. Pero para D’Andrea, veterana en ese campo con 25 años de experiencia en problemas respiratorios infantiles, y como directora del equipo pulmonar del hospital, que los pacientes se animaran a hablar fue en parte lo que hizo posible el descubrimiento.
“Los adolescentes formaron parte del ‘equipo’ que intentaba ayudarnos a resolver esto”, dijo.
Después de discutir los casos con Meyer y otros colegas, D’Andrea llamó al doctor Michael Gutzeit, el oficial médico en jefe del hospital, el 8 de julio. Esa llamada telefónica elevó la advertencia desde el Hospital de Niños al departamento de salud local, y luego al estatal. Eventualmente el problema llegó a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), en Atlanta, poniendo efectivamente esta crisis de salud en el radar nacional.
“Es increíble que hayan visto esto”, dijo el doctor Jeffrey Gotts, neumólogo de la Universidad de California-San Francisco. “Como clínicos de primera línea, hay muy pocas cosas que informamos a las autoridades de salud pública en la unidad de cuidados intensivos. No es inusual que las personas se presenten con insuficiencia respiratoria”.
Del nivel local al estatal
Debido a que los cuatro pacientes con estos síntomas en el Hospital Infantil de Wisconsin eran del condado de Waukesha, en las afueras de Milwaukee, los especialistas en infecciones del hospital llamaron al departamento de salud local.
Poco después, Ben Jones, oficial de salud pública de Waukesha, contactó al epidemiólogo de enfermedades respiratorias del estado, Thomas Haupt, a quien conocía desde hacía 15 años.
“No sabían cómo el “vapeo” estaría involucrado” con estos misteriosos casos, dijo Haupt, un veterano de 34 años del departamento de servicios de salud. “Me llamaron de inmediato”.
Haupt se alarmó. Colgó el teléfono y fue directo a la oficina de Jonathan Meiman, oficial médico jefe, interrumpiendo una reunión. Fue el 10 de julio.
“Necesitamos hablar de esto”, recordó haber dicho.
En ese momento, tanto el hospital como Haupt solo sabían que se trataba de un problema local, y que estaba empeorando. “Pasó de cuatro casos a ocho”, dijo Haupt. El equipo se dio cuenta retroactivamente que habían tratado a un paciente ingresado el 11 de junio con síntomas similares, y habían recibido tres más antes del 19 de julio.
Haupt se puso a trabajar notificando a otros funcionarios de salud pública a través de las fronteras estatales en caso que esta misteriosa enfermedad se extendiera más allá de Wisconsin, enviando un correo electrónico a dos grupos. Hace 12 años, había establecido el Midwest Influenza Coordinators Group, compuesto por funcionarios de 11 estados de la región para manejar mejor la temporada de gripe. También ayudó a dirigir el Council of State and Territorial Epidemiologists.
“La comunicación es siempre el mayor activo que tienes en lo que respecta a cualquier investigación de enfermedades”, dijo Haupt.
Ayudó que la mayoría de las personas en estos correos electrónicos hubieran estado en los mismos círculos de salud pública durante años. Varios respondieron que verificarían con sus centros de control de intoxicaciones y departamentos de salud pública.
Mientras tanto, el 25 de julio, el departamento de salud estatal y el Hospital de Niños coordinaron un anuncio de prensa y una alerta de los médicos. La comunicación y la confianza fueron fáciles: Meiman y Gutzeit habían trabajado juntos anteriormente en los esfuerzos de preparación contra el ébola.
La conferencia de prensa se transmitió en vivo en Facebook. Ese día, después de la sesión informativa, otro adolescente de Wisconsin llegó con síntomas similares al hospital.
El caso en Illinois
En cuestión de días, un médico en Illinois que había visto la cobertura llamó al departamento de salud estatal de Wisconsin preocupado porque un paciente en Illinois pudiera tener la misma afección. Fue entonces cuando Meiman llamó a su contraparte de Illinois, la doctora Jennifer Layden, para hacerle saber que su estado también podría tener la misteriosa enfermedad.
“Comenzamos a llamar a los departamentos de salud y hospitales para ver si otros tenían pacientes con esta descripción tan vaga”, dijo Layden. “En un par de días, solo por esas llamadas, tuvimos otros dos pacientes”.
En San Francisco, la doctora Elizabeth Gibb atendió a una paciente cuya madre había visto las noticias de Wisconsin y le preguntó si podría estar relacionada con su hija adolescente que estaba internada.
Para el 2 de agosto, Illinois había emitido una alerta a los médicos en busca de más casos. Wisconsin registraba al menos 11.
A medida que aparecieron más casos en todo el país, Wisconsin elaboró un cuestionario para que los estados lo enviaran a los médicos, para que todos pudieran tener una definición de caso similar y trabajar con datos similares, dijo Haupt. Al menos 20 personas en el departamento de salud del estado de Wisconsin se apresuraron a responder, en medio de su gran carga de trabajo diario.
El punto de inflexión
Tras la noticia de un caso al otro lado de la frontera en Illinois, y a un mes desde la primera llamada telefónica de D’Andrea a Gutzeit, el departamento de salud de Wisconsin decidió enviar una alerta Epi-X, el 8 de agosto. Se trata de una alerta para todos los departamentos de salud estatales en la red de Intercambio de información sobre epidemias administrada por los CDC.
Después del boletín que anunciaba que Wisconsin tenía al menos 25 casos sospechosos relacionados con el “vapeo”, llegaron llamadas desde Nueva Jersey hasta Carolina del Norte.
A partir de ese momento, fue una bola de nieve.
El 17 de agosto, los CDC anunciaron que había 94 casos posibles, lo que inició un frenesí mediático que culminó en la concientización nacional sobre los peligros de “vapear” y el pedido a gritos para que renunciara el titular de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA).
En cuestión de días, los CDC enviaron un equipo, dos personas a Illinois, dos a Wisconsin, que ayudaron a analizar los casos. Meiman y Layden continuaron trabajando juntos para definir aún más la condición y coordinar la información de otros estados.
Como el número de casos sigue aumentando dramáticamente, aún queda mucho por saber sobre la enfermedad. Muchos expertos no creen que este brote termine pronto. Aun así, Haupt dijo que está increíblemente orgulloso del trabajo que los funcionarios en Wisconsin, desde el Hospital de Niños hasta el departamento de salud estatal hicieron para detectar estos casos. Cree que su notificación puede haber ayudado a salvar vidas.
“Así es como se supone que debe funcionar la salud pública”, dijo. “Y, créame, no siempre funciona de esta manera”.
La corresponsal senior de California Healthline, Anna Maria Barry-Jester, colaboró con esta historia.