Kathleen Hambleton solía gastar $100 a la semana en Marlboro Reds.
La enfermera de 43 años, de Saxtons River, Vermont, pagó un alto precio por su adicción al tabaco: múltiples cirugías de garganta. Su economía también se resintió.
Después que las pastillas, los parches y la hipnosis no lograran ayudarla a dejar de fumar, Hambleton probó el vapeo. Ahora cree que está más sana y gasta menos de $40 al mes en esos productos.
Pero Vermont aprobó recientemente un impuesto al consumo sobre los productos de vapeo y los cigarrillos electrónicos del 92%. Para Hambleton, la repentina y fuerte subida de precios es prohibitiva.
“Cuando aplicaron el impuesto del 92%, me resultó imposible pagar por los productos”, dijo. “Nadie puede”.
Históricamente, los impuestos han sido una herramienta eficaz para reducir el número de fumadores.
La Organización Mundial de la Salud estima que un aumento del 10% en los precios hace que las tasas de tabaquismo disminuyan un 4% en los países de ingresos altos. Algunos estados se plantean volver a utilizar esta estrategia, ésta vez para disuadir a los consumidores, especialmente a los adolescentes y a los adultos jóvenes, de usar cigarrillos electrónicos y productos de vapeo.
Veinte estados y el Distrito de Columbia han aprobado estos impuestos, según la organización Campaign for Tobacco-Free Kids. Pero tanto funcionarios estatales como investigadores se preguntan si los impuestos serán tan efectivos para combatir el vapeo, como lo fueron contra el tabaquismo.
Estudios preliminares sugieren que el aumento de precios para los vapeadores tendría el mismo impacto que en los fumadores.
“Son muy semejantes, por eso los estamos gravando como a los cigarrillos”, dijo Richard Auxier, investigador del Urban-Brookings Tax Policy Center. “Pero el vapeo es algo nuevo, y hay que considerar que los resultados podrían ser un poco diferentes”.
El interés en los impuestos llega en un momento en que los estados se enfrentan el aumento del consumo entre los adolescentes. Casi el 28% de los estudiantes de secundaria reportaron haber usado e-cigarrillos en 2019, según los últimos datos del National Youth Tobacco Survey. Es decir: más de 5 millones de jóvenes reportaron haber usado cigarrillos electrónicos ese año.
Al mismo tiempo, funcionarios de salud pública investigan un brote de lesiones pulmonares graves asociadas con algunos productos de vapeo.
Molly Moilanen, vicepresidenta de comunicaciones de ClearWay Minnesota, una organización de investigación sin fines de lucro, dijo que aumentar el costo de los productos del tabaco añade músculo a las estrategias de reducción.
“Sabemos por la prevención del tabaco que el precio es el rey cuando se trata de animar a la gente a dejar de fumar, y cuando se trata de evitar que los jóvenes comiencen a fumar”, expresó Moilanen.
A nivel federal, se han presentado en el Congreso varios proyectos de ley que establecerían un impuesto nacional sobre los e-cigarrillos y el vapeo. Ninguno se ha convertido en ley.
Una de las principales organizaciones de defensa de la industria del vapeo apoya la medida fiscal. Tony Abboud, director ejecutivo del grupo de cabildeo Vapor Technology Association, señaló que un impuesto federal podría ayudar a disuadir a los jóvenes de comprar estos productos y dar a la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) más recursos “para hacer cumplir mejor las leyes” que los regulan.
Los estados imponen impuestos sobre los productos de vapeo de diversas maneras. Lo más común es que los minoristas paguen el impuesto como un porcentaje del precio del producto o un precio fijo por cada mililitro de nicotina en el líquido de vapeo.
Los datos disponibles son prometedores. Un estudio de 2014 hizo un seguimiento de las ventas de cigarrillos electrónicos en 52 de los principales mercados de los Estados Unidos utilizando los datos de los escáneres de las tiendas y descubrió que un aumento del 10% en los precios reducía las ventas de cigarrillos desechables en un 12% y en un 19% las de cigarrillos reutilizables. Un análisis de 2018 encontró que el aumento del precio estaba directamente relacionado con la disminución en la frecuencia con la que vapeaban los estudiantes de escuela media y secundaria.
Sin embargo, Frank Chaloupka, economista y profesor de la Universidad de Illinois en Chicago y coautor de estos estudios, reconoció que los datos no reflejan algunos aspectos importantes del mercado del e-cigarrillo, como las ventas en línea o en las tiendas de vapeo locales. Muchos vapeadores compran sus productos a estos minoristas.
Los estudios tampoco reflejaron el impacto de Juul. Este popular dispositivo llegó al mercado en 2015, después de la conclusión del estudio, y esa marca representa más de la mitad de la cuota de mercado.
La implementación de los impuestos también puede ser complicada. Muchos productos de e-cigarrillos no pasan por la cadena de distribución habitual, por lo que el cálculo de los impuestos al consumo no abarca todas las ventas, apuntó Chaloupka.
Por otro lado, agregó, un impuesto por mililitro podría crear un mercado en el que los productos con poco líquido pero altos niveles de nicotina adictiva podrían costar menos que los artículos con un mayor volumen, pero menores cantidades de nicotina.
“O sea, si estás tratando de reducir el uso de productos como Juul que son populares entre los menores”, dijo Chaloupka, “así no lo vas a conseguir”.
Los productos elegibles para el impuesto también varían según el estado. Algunas áreas gravan sólo la nicotina, mientras que otras intentan gravar todos los líquidos y dispositivos electrónicos. Pennsylvania revisó su normativa, después de una decisión de la corte en 2018, que decía que los componentes empaquetados por separado como calentadores y baterías no podían ser gravados bajo la ley estatal del tabaco.
Una lista mínima de productos gravables podría socavar los esfuerzos del estado contra el vapeo, según Chaloupka. Sin embargo, incluir demasiados dispositivos y líquidos electrónicos podría dificultar la aplicación de un impuesto, sugirió. Y por mucho que los estados creen una lista amplia de productos, los dispositivos en el mercado cambian constantemente.
“Es muy, muy difícil definir los dispositivos y componentes para que los impuestos sean fáciles de implementar”, añadió Chaloupka.
El impuesto de Vermont se calcula sobre los dispositivos de vapeo, los componentes específicos de la vaporización y todos los e-líquidos, independientemente de si contienen nicotina. Aunque los precios pueden variar según los puntos de venta y el área, el impuesto eleva el precio de venta sugerido de un dispositivo Juul de aproximadamente $35 a un poco más de $67 en el sureste de Vermont, según la Campaign for Tobacco-Free Kids. Un paquete de cápsulas de mentol Juul sube de aproximadamente $16 a $30.70, estimó la organización.
El impuesto llevó a Gaetano Putignano, dueño de la tienda preferida de Hambleton, a cerrar dos tiendas y abrir su negocio en New Hampshire, que en 2020 comenzará a recaudar un impuesto al consumo del 8% sobre los e-líquidos que contienen nicotina, y un impuesto de 30 centavos por mililitro sobre la nicotina en dispositivos de vapeo cerrados como Juul.
Putignano, de 49 años, que forma parte de la junta municipal de Rockingham, Vertmont, dijo que apoya los límites de edad para los productos de vapeo y la restricción de las ventas de estos productos a ciertos establecimientos. Sin embargo, agregó, los altos impuestos de Vermont en última instancia alejan a las empresas locales y no reducen el uso entre los jóvenes.
“Dicen que lo hacen para proteger a los menores”, comentó Putignano. “Pero ya es ilegal para ellos”.
Recolectar datos sobre si los impuestos reducen el uso del cigarrillo electrónico y el vapeo no ha sido fácil, ya que algunos estados no reportan esos impuestos por separado de los ingresos generales del tabaco, dijo Laura Oliven, gerente de control de tabaco en el Departamento de Salud de Minnesota.
“La verdad es que realmente desconocemos el impacto” del impuesto, señaló Oliven, ya que los funcionarios estatales aún no han evaluado su efecto. Sin embargo, sin el impuesto, ella piensa que las tasas de uso de cigarrillos electrónicos entre los jóvenes habrían sido mucho más altas.
Incluso con la información correcta sobre los impuestos, Wendy Max, profesora de economía de la salud de la Universidad de California-San Francisco, dijo que los datos a menudo van a la zaga de la realidad.
“En cuanto a los cigarrillos electrónicos, sólo en los últimos dos años se han comenzado a incluir preguntas sobre este tema en las encuestas”, dijo Max. “Y si se hace una pregunta, pueden pasar dos o tres años antes de que tengamos los datos que nos permitan responderla”.
Pero el tiempo es esencial. Hasta el 20 de noviembre, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) han identificado casi 2,300 casos de enfermedades relacionadas con el vapeo. Cuarenta y siete personas han muerto, y al menos un paciente se sometió a un doble trasplante de pulmón.
Más del 80% de los pacientes encuestados reportaron usar productos que contienen THC, el ingrediente psicoactivo de la marihuana. Los CDC han identificado el acetato de vitamina E, un aditivo potencialmente peligroso para los productos de vaporización, en 29 muestras de pacientes.