Está temporada de gripe es particularmente dura. Pero, aunque la epidemia aún no ha afectado a la Universidad de Maryland en College Park, el virus llegará a los dormitorios, cafeterías y salas de estudio. Y cuando lo haga, el doctor Don Milton, profesor de salud ambiental, estará listo para aprender de él.
En un ventoso día de enero, Milton estaba con los asistentes de investigación de pregrado Louie Gold y Amara Fox tratando que los estudiantes se inscribieran en su nuevo estudio sobre cómo se propagan la gripe y otros virus. Entregaban vales para la tienda de la escuela, chocolate caliente gratis y letreros hechos a mano.
Milton esperaba que docenas de estudiantes se inscribieran. Para que cuando alguno de ellos se enfermara, fuera enviado a la clínica de la Escuela de Salud Pública, justo al cruzar de la calle.
Ese mismo día, llegó una estudiante enferma, pero no calificó.
“Tenía algunos de los síntomas correctos: tos, un poco de secreción nasal, pero no tenía mucha fiebre”, explicó la doctora Barbara Albert, quien la examinó para el estudio. En otras palabras, están buscando al tipo de engripados de los que todos quieren alejarse.
¡Gesundheit!
Si un estudiante está lo suficientemente enfermo, lo envían a una sala con una máquina que parece salida de una película protagonizada por un científico loco, conocida como la “Máquina Gesundheit”.
Durante media hora, el estudiante se sienta ante la máquina. Mientras respira, la máquina recoge cualquier virus presente en las gotitas que se exhalan al respirar.
Luego, los investigadores utilizarán los contactos de los estudiantes para tratar de descubrir cómo se propagan las infecciones de persona a persona.
“Compañeros de cuarto, de estudio, novias y novios”, dijo Milton. “Vamos a tomarles hisopados de saliva todos los días durante una semana para ver si se infectan”.
Si se infectaron, los investigadores tratarán de descifrar si se contagiaron del sujeto original o de otra persona.
“Vamos a secuenciar el código genético del agente viral en profundidad, para ver si fue exactamente el mismo”, explicó Milton. El experto sabe que confirmar que tu compañero de cuarto o tu novio te contagió la gripe puede tensionar las relaciones. Pero bueno, todo sea por la ciencia.
Entornos más seguros
El hecho es que no sabemos mucho sobre el proceso de propagación de los gérmenes, explicó Milton. Por eso, agregó, estamos tratando de entenderlos desde todos los ángulos posibles.
“Estamos midiendo el ambiente en las habitaciones, los contactos, los biomarcadores de sangre, las partículas que se vierten en el aire”, dijo.
“Todos los datos no son solo para nuestra información, sino para poder diseñar espacios en los que las infecciones no se puedan propagar con demasiada facilidad y protegernos de manera más efectiva”, apuntó.
Así es como Milton y su equipo pueden estar cerca de personas enfermas todo el tiempo sin infectarse. Todos se vacunaron contra la gripe, por supuesto, pero Milton fue más allá.
“En la planta baja, por donde ingresan los pacientes, tenemos rayos UV para desinfectar el aire en esas habitaciones”, dijo. Funcionó bien durante su último estudio sobre la gripe. “Ni una sola persona en mi equipo de investigación contrajo la gripe ese año. Aunque vimos a 156 personas, algunas de las cuales perdían hasta 10 millones de copias de virus cada media hora, ninguno se enfermó”.
Milton espera que medidas medioambientales como éstas puedan usarse para combatir virus que son incluso peores que la gripe.
“¿Qué hay de las pandemias y de las nuevas infecciones? ¿Cómo podemos defendernos? “, se preguntó. “Es posible protegerse, incluso si están en el aire. Solo necesitamos entender cómo funciona la diseminación”.
La información que obtienen de este estudio podría, por ejemplo, conducir a mejores sistemas de ventilación que dificultarían la propagación de la gripe y de virus aún más peligrosos.
Esta historia es parte de una alianza que incluye a WAMU, NPR y Kaiser Health News.