La culebrilla intentó matarme. Como un ejército invasor insidioso, el virus que causa más comúnmente varicela en los niños atacó el lado derecho de mi cabeza, dejándome sordo de mi oído derecho para siempre. También casi destruyó mi voz, y causó que mi párpado derecho y el labio inferior estuvieran caídos por un tiempo.
Apareció de la nada. Un día estaba en Ocean City, Maryland, disfrutando las vacaciones de primavera con mi familia. Al día siguiente, golpeaba la puerta de mi médico en agonía después de sentir como si alguien estuviera acuchillándome dentro de mi cabeza como un carnicero. Ese dolor era en realidad una inflamación aguda de las terminaciones nerviosas en mi tímpano.
Ahora, cinco años después, luego de haber ganado mi miserable batalla contra el virus, tengo algunos consejos para mis compañeros de mediana edad: colóquense la vacuna contra el herpes zóster (que es distinto al herpes genital). Especialmente si han alcanzado la meta de los 50.
Esta vacuna solía ser para personas de 60 años en adelante. Pero la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) aprobó el mes pasado una nueva y más efectiva vacuna dirigida a la gente de 50 años y más, recomendada por un panel asesor de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Pronto estará disponible en su farmacia.
La vacuna antigua, Zostavax (del laboratorio Merck), fabricada con el virus del herpes zóster vivo, se ha recomendado para mayores de 60 años desde su aprobación hace más de una década. Con una sola dosis, reduce el riesgo de desarrollar culebrilla en un 51%, dicen los CDC.
La nueva vacuna, Shingrix (de GlaxoSmithKline), que no contiene un virus vivo, está dirigida a personas de 50 años o más, y en ensayos clínicos registró una tasa de efectividad del 98% durante un año y del 85% durante dos años, según la compañía. Se administra en dos dosis.
El herpes zóster golpeará a uno de cada 3 estadounidenses a lo largo de la vida, la mayoría entre los 60 y 70 años. La tasa de personas de 60 años con herpes zóster es el doble que las de 50 años, informan el CDC.
Las vacunas son la mejor armadura contra la enfermedad, que ha aumentado de manera gradual pero constante entre los estadounidenses, principalmente porque estamos viviendo más tiempo. La nueva vacuna es costosa: alrededor de $280 frente a aproximadamente $220 por la vacuna anterior. Las aseguradoras generalmente cubren el costo, pero hasta ahora, tienen reembolsos en su mayoría limitados para personas de 60 años en adelante. Es probable que cambie con la nueva vacuna dirigida a personas más jóvenes.
Las personas deben vacunarse sin importar si recuerdan o no haber tenido varicela porque más del 99% de los estadounidenses de 40 años o más han tenido varicela, incluso si no tienen memoria del episodio, explican los CDC.
Para la mayoría de las personas, la primera etapa de la culebrilla comienza como una erupción ligeramente dolorosa con pequeñas ampollas claras alrededor del tórax o del abdomen. Este es el momento en el que la detección temprana y la acción rápida –ir al médico y tomar medicamentos antivirales y corticosteroides orales- pueden ahorrar días de dolor e incomodidad. Cualquier erupción cutánea sospechosa en la cara debe tratarse lo antes posible debido al riesgo de que la culebrilla ataque el ojo o el oído, dijo la doctora Priya Sampathkumar, experta en enfermedades infecciosas y profesora asociada de medicina en la Clínica Mayo.
La complicación más común de la culebrilla es la neuralgia postherpética (NPH), un dolor severo en las áreas en donde aparece la erupción de la culebrilla. Aproximadamente una de cada 5 personas con herpes zóster tendrá NPH, estiman los CDC. El riesgo también aumenta con la edad.
Tenía 59 años cuando el herpes zóster me golpeó. Sentía clavos en mi cabeza. Mi cuerpo estaba demasiado débil, no parecía yo. Y a mi cerebro le costó mucho procesarlo.
Pero no fui el único sorprendido. Mi médico no vio la erupción reveladora que típicamente viene con el herpes porque no era visible. Soy un nadador y, en ese momento, esa pequeña erupción se escondió detrás de la cerilla del oído. El doctor intentó, pero no pudo, quitar la cera, por lo que no logró observar todo el oído. No sospechó que se trataba de culebrilla, y me dijo que tomara ibuprofeno tres veces al día y acetaminofeno, según fuera necesario, y que descansara. No logró diagnosticar mi forma no convencional de culebrilla en el oído medio que afecta solo a 2 de cada 1.000 pacientes con el virus.
El herpes zóster es causado por el virus del herpes zoster (como ya dijimos, no tiene relación con el herpes genital). Después de un ataque de varicela, el virus permanece inactivo en el cuerpo durante décadas y reaparece cuando el sistema inmune es menos fuerte más adelante en la vida. El estrés también puede jugar un papel en el inicio, aunque eso no está clínicamente probado, dice Sampathkumar.
El herpes zóster sigue afectándome, cinco años después del brote inicial. Por un lado, estoy agotado, tanto física como mentalmente, a las 10 de la noche. Peor aún, vivo con un pitido agudo y sin parar en mi oído derecho, una afección conocida como tinnitus, que aprendí a ignorar.
También aprendí cómo colocarme de manera estratégica en una sala, auto o mesa para poder escuchar bien. Aprendí el delicado arte de apuntar mi oreja izquierda hacia quien está hablando, como un policía apuntando con su pistola de radar a los conductores veloces.
Además del ataque de la culebrilla, hay otras cosas que las personas de 50 años o más pueden hacer para evitar un brote. Sampathkumar sugiere prestar mucha atención a tres aspectos fundamentales: sueño amplio, ejercicio regular y buena nutrición.
Eso ha funcionado para mí, por ahora. Los médicos dicen que la culebrilla puede regresar, aunque es poco probable.
A los 64 años, estoy haciendo todo lo que está a mi alcance para asegurarme que el primer encuentro con el herpes zóster también haya sido el último.
La cobertura de KHN de los problemas del final de la vida y las enfermedades graves es apoyada en parte por la Gordon and Betty Moore Foundation y la cobertura de KHN de temas de envejecimiento y atención a largo plazo es apoyada por The SCAN Foundation.