En 2016, los informes noticiosos comenzaron a advertir al público sobre una epidemia de opioides que afectaba a la nación.
Pero Madeline Vaughn, entonces coordinadora clínica de admisiones en la organización para el tratamiento de la adicción Council on Recovery,con sede en Houston, Texas, sintió que algo diferente estaba ocurriendo con los pacientes sin techo que estaba atendiendo.
Sus comportamientos, marcado por sospechas infundadas, malos recuerdos y la sensación de que alguien los seguía, indicaba que las personas que llegaban al centro se habían vuelto cada vez más adictas a una droga diferente: la metanfetamina.
Vaughn dijo que, cuando haces trabajo de base, “lo que ves puede sorprenderte, porque no está en los titulares”.
Desde entonces, cada vez está más claro que, incluso mientras continúa la epidemia de opioides, el consumo de metanfetamina, o metanfetamina de cristal, también está en aumento.
Según informaron los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la tasa de muertes por sobredosis relacionadas con este estimulante se triplicó con creces entre 2011 y 2016.
Pero a diferencia de la epidemia de opioides, para la cual existen medicamentos que ayudan a combatir la adicción, los proveedores de servicios médicos tienen pocas herramientas de este tipo para ayudar a las personas que consumen metanfetaminas a sobrevivir y recuperarse. Un medicamento como la naloxona, que puede revertir una sobredosis de opioides, no existe para la metanfetamina. Y no hay medicamentos aprobados por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) que puedan tratar la adicción a esta droga.
“Nos estamos dando cuenta que no tenemos todo lo que nos gustaría tener para abordar estos diferentes tipos de drogas”, dijo la doctora Margaret Jarvis, psiquiatra y miembro de la Sociedad American Society of Addiction Medicine.
La metanfetamina acelera el organismo, causando euforia, presión arterial elevada y un estado de híper energía que permite a los usuarios pasar días sin dormir ni comer. En algunos casos, el uso a largo plazo altera el cerebro y causa síntomas psicóticos que pueden tardar hasta un año en disiparse, después que la persona haya dejado de consumir.
La sobredosis puede desencadenar ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y convulsiones, lo que puede dificultar identificar la presencia del medicamento.
Los usuarios de metanfetamina también tienden a abusar de otras sustancias, lo que complica los esfuerzos de los que asisten a un paciente en caso de una sobredosis, dijo el doctor David Persse, director médico de emergencias para Houston. Con múltiples medicamentos en el sistema de un paciente, es posible que los síntomas de sobredosis no se ajusten perfectamente a la descripción de una única sustancia.
“Si tuviéramos cinco o seis drogas milagrosas”, dijo Persse, para usar inmediatamente en el momento de la sobredosis, “todavía sería difícil saber cuál necesitaría ese paciente”.
Se están realizando investigaciones para desarrollar un medicamento que ayude a las personas con adicción a la metanfetamina a superar su condición. La Red de Ensayos Clínicos del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas está probando una combinación de naltrexona, un medicamento que generalmente se usa para tratar los trastornos por consumo de alcohol y opioides, y un antidepresivo llamado bupropión.
Y un equipo de las Universidades de Kentucky y Arkansas creó una molécula llamada lobelina, que se muestra prometedora para bloquear los efectos de la metanfetamina en el cerebro.
Sin embargo, por ahora, los tratamientos existentes, como el Modelo Matrix, una técnica de asesoramiento de medicamentos y manejo de contingencias, que ofrece a los pacientes incentivos para mantenerse alejados de las drogas, son opciones clave para lo que parece ser un resurgimiento de la metanfetamina, dijo Jarvis.
Las drogas ilegales nunca desaparecen de la calle, agregó. Su popularidad aumenta y disminuye con la demanda. Y a medida que aumenta la demanda de uso de metanfetamina, las brechas en el tratamiento se hacen más evidentes.
Persse dijo que no ha visto un aumento en el número de llamadas relacionadas con sobredosis de metanfetamina en su área. Sin embargo, el número de muertos en Texas por la metanfetamina ahora supera al de la heroína.
Los recuentos de muertes provisionales para 2017 mostraron que la metanfetamina se cobró 813 vidas en ese estado. En comparación, 591 personas murieron a causa de la heroína.
La Administración de Control de Drogas (DEA) informó que el precio de la metanfetamina es el más bajo que la agencia ha visto en años. Está cada vez más disponible en el este de los Estados Unidos. Los proveedores primarios son los carteles mexicanos. Y, ahora, la metanfetamina en las calles es más del 90% pura.
“Los nuevos métodos [para producir metanfetamina] realmente han alterado la potencia”, dijo Jane Maxwell, profesora investigadora de la escuela de trabajo social de la Universidad de Texas en Austin. “Entonces, la metanfetamina que estamos viendo hoy es mucho más potente que hace 10 años”.
Para Vaughn, quien trabaja como terapeuta ambulatoria y coordinadora de tratamiento, estas variables son una parte regular de su desafío diario. Por lo tanto, hasta que la investigación le aporte algo nuevo, su estrategia actual es utilizar las herramientas disponibles para abordar la adicción a la metanfetamina de sus pacientes en etapas.
Comienza con tareas de escritura, luego con habilidades con las que se puede afrontar la adicción hasta que puedan ser capaces de desentrañar su trauma. “Rara vez la adicción es el único demonio con el que tienen que luchar estos pacientes”, dijo Vaughn.
“El consumo de drogas a menudo es un síntoma de lo que realmente está sucediendo con alguien”, finalizó.