Aunque los avances en la medicina están salvando a más niños diagnosticados con cáncer, una nueva investigación sugiere que problemas de salud persistentes en la edad adulta están aumentando con cada generación de supervivientes.
En un estudio publicado el lunes 7 de noviembre en Annals of Internal Medicine, adultos con cánceres infantiles en los años 90 reportaron peores resultados de salud que aquéllos tratados en los años 70 u 80.
Las mejoras en los tratamientos han llevado a reducir el riesgo de muertes relacionadas con el cáncer más tarde en la vida y a la disminución de la exposición a la radiación y la quimioterapia, lo que puede conducir a problemas de salud. Sin embargo, las tasas de auto-descripción general de mala salud, ansiedad y dolor alcanzaron un pico entre el grupo de sobrevivientes que fueron diagnosticados más recientemente. Y las diferencias fueron mayores en los pacientes afectados por los cánceres infantiles más comunes.
Los hallazgos sorprendieron a los investigadores, dijo Kirsten Ness, autora líder del estudio y miembro facultativo en el St. Jude Children’s Research Hospital. Ellos asumieron que la efectividad de las terapias de salud modernas en la cura del cáncer pediátrico significaría menos efectos secundarios. Pero los datos más recientes revelan la necesidad de tratamiento más allá de la remisión.
“Nuestro trabajo no está terminado”, dijo Ness. “Ahora que la cura es posible para más del 80 por ciento de los niños con cáncer, nuestro foco tiene que ser darles una cura duradera con la menor cantidad de toxicidad para que estos adultos… puedan alcanzar lo que quieran lograr.”
Según el estudio, casi el 14 por ciento de los pacientes diagnosticados con cáncer infantil en la década de los 90 informó de salud general deficiente, en comparación con sólo el 11 por ciento de los diagnosticados en la década de los 70. La prevalencia de dolor asociado al cáncer también fue mayor entre el grupo más reciente. Y (este grupo) también lideró en las tasas de angustia psicológica. Casi el 18 por ciento de la generación más joven informó de mala salud mental, mientras que el 15 por ciento dijo que sufría de ansiedad relacionada con el cáncer.
Los investigadores encuestaron a 14.566 adultos que sobrevivieron más de cinco años después de su diagnóstico de cáncer y que son parte del Childhood Cancer Survivor Study, de alcance nacional.
Los participantes respondieron a preguntas sobre indicadores de salud claves como dolor crónico y deterioro funcional, y sobre hábitos de riesgo como el tabaquismo y el consumo de alcohol. Varios miles de hermanos también fueron incluidos en el estudio como una comparación.
Las tasas de supervivencia de cinco años han aumentado del 50 por ciento de los niños y adolescentes en 1975 al 80 por ciento en el 2010, según el Instituto Nacional del Cáncer. Esto se debe en parte a que las enfermedades crónicas causadas por los tratamientos están disminuyendo entre estos pacientes.
El estudio mostró que un tercio de los participantes diagnosticados con cáncer infantil en la década de los 70 sufrió graves condiciones de salud crónicas después de sus tratamientos, como insuficiencia cardíaca congestiva, infertilidad y parálisis. Ese porcentaje cayó a 26 por ciento entre los pacientes con cáncer en la década de los 80. Cayó de nuevo entre la generación de niños con cáncer en la década de los 90; 21 por ciento de ellos viven con una condición crónica.
La enfermedad crónica y otros efectos secundarios se están volviendo más raros debido a las terapias mejor adaptadas para algunos pacientes, según el estudio. Los pacientes con osteosarcoma, un cáncer de huesos, ahora reciben reemplazos de titanio en lugar de sufrir la amputación, explicó Ness. Y los pacientes con leucemia ya no reciben radiación craneal como un curso de tratamiento de rutina, reduciendo el daño en el cerebro en desarrollo.
Ness dijo que gran parte de la innovación en el tratamiento del cáncer no involucra nuevos fármacos, sino encontrar nuevas formas de administrar tratamientos que sanan con el menor daño posible.
“La meta siempre es la cura duradera con la menor toxicidad”, dijo.
Los investigadores señalan varias razones por las cuales los pacientes de los años 90 sufren más. Hoy en día, los avances tecnológicos permiten a los médicos salvar a los niños que habrían muerto hace varias décadas, y esos pacientes pueden tener peores resultados en su salud.
Además, los niños tienen un mejor acceso a exámenes tempranos y un mejor manejo de la enfermedad. Eso ha reducido las muertes, pero no los temores entre los pacientes, y probablemente tampoco les ha ayudado a sentirse mejor sobre su salud. La constante atención médica podría afectar negativamente la percepción de los pacientes sobre su salud en general.
Además, aquéllos que fueron tratados por cáncer más recientemente pueden haber tenido más acceso a información sobre su enfermedad y a los efectos que el cáncer o el tratamiento tendrá sobre ellos a medida que envejecen. Esto podría conducir a informes más adversos de los pacientes.
Entre todos los pacientes, las disparidades generacionales más extensas en resultados de salud fueron entre los sobrevivientes de leucemia linfoblástica aguda, hallaron los investigadores. La enfermedad, el cáncer más común en los niños, causa que la médula ósea produzca glóbulos blancos inmaduros. También tiene una de las tasas más altas de cura, cerca del 90 por ciento, de acuerdo con el St. Jude’s Children’s Research Hospital.
La tasa de salud mala general de estos sobrevivientes saltó más de 4 puntos porcentuales desde los años 70 hasta los grupos de los años 90. Entre los mismos grupos, la ansiedad aumentó en 5 puntos porcentuales, y el porcentaje de reporte de dolor prácticamente se duplicó.
Sin embargo, el altamente efectivo tratamiento actual para la leucemia linfoblástica aguda hace que la innovación sea más difícil, dijo Nita Seibel, jefa de terapia pediátrica de tumores sólidos en el Instituto Nacional del Cáncer, quien no participó en el estudio. La investigacion se centra en la adaptacion del tratamiento a cada paciente y no en cambios amplios del curso de tratamiento.
Además, las terapias emergentes están causando nuevos efectos secundarios adversos que requerirán vigilancia médica, dijo Siebel. Las inmunoterapias usadas para tratar cánceres raros como el neuroblastoma, un cáncer de las células nerviosas en bebés y niños pequeños, están causando reacciones autoinmunes, dijo. Los tratamientos con anticuerpos monoclonales también están causando condiciones agudas. Debido a que estos tratamientos son nuevos, los pacientes probablemente necesitarán ver a un médico con más frecuencia durante el resto de sus vidas.
“Aunque un niño o adolescente tiene cáncer y se haya curado”, dijo Seibel, “las cosas no se detienen ahí”.