Un embarazo no planificado, y complicado, puso a Carlazjion Constant, de Smyrna, Tennessee, al borde del abismo financiero.
Durante el embarazo de alto riesgo, su seguro de salud con deducible alto no pagó prácticamente nada por las críticas visitas adicionales al obstetra.
Justo cuando esas facturas por un total de $5,000 vencieron el año pasado, una compañía de bienes raíces comenzó a confiscar su salario, por un contrato de alquiler roto durante sus años de universidad, una década atrás.
“Tengo un hijo. No puedo vivir esto”, dijo Constant, quien trabaja como asistente médica en un consultorio pediátrico. “Se tiene que poder hacer algo. Tiene que haber una salida”.
Fue cuando se topó con Upsolve, una organización sin fines de lucro con sede en Brooklyn, que ayuda a los consumidores a beneficiarse de las leyes de bancarrota.
Generalmente, son las facturas médicas las que empujan a las personas a la bancarrota personal, a pesar de que rara vez figuran como la deuda más grande de una familia. Pero tienden a ser inesperadas. Casi uno de cada 5 hogares en los Estados Unidos está en apuros por cuentas médicas atrasadas, según la Oficina del Censo, con concentraciones más altas en el sur, donde muchos estados no han ampliado Medicaid para cubrir a los trabajadores pobres.
Sin embargo, cuando Constant, de 31 años, comenzó a averiguar sobre el capítulo 7 de la bancarrota, se enteró de que los abogados podrían cobrarle al menos $1,500.
“Para salir de la deuda, voy a volver a endeudarme”, dijo.
La bancarrota es el último recurso, pero resetear la historia financiera también está fuera del alcance de muchos porque el acto de declararse en bancarrota es relativamente costoso.
La mayoría de las personas usan una de las dos opciones bajo las leyes federales de bancarrota para salir de deudas. La bancarrota del Capítulo 7 está destinada a aquéllos que no tienen muchos bienes que proteger. Básicamente, cancela la mayoría de las deudas, aunque rara vez los préstamos estudiantiles, mientras que la otra opción comúnmente utilizada, el Capítulo 13, suele establecer planes de pago.
Buscando una solución más barata en internet, Constant dio con el sitio de Upsolve, donde los usuarios pueden descargar una aplicación gratuita que los ayuda iniciar el proceso de declararse en bancarrota sin el gasto de contratar a un abogado. Los usuarios aún deben pagar una tarifa de presentación judicial de $335, aunque la aplicación los ayuda a solicitar que se los exima.
“Esas tarifas legales son como los impuestos electorales modernos”, dijo el cofundador y director ejecutivo Rohan Pavuluri. “Si no puedes pagar la tarifa, no puedes acceder a este derecho que se supone que debe estar garantizado”.
Pavuluri llama a la aplicación el “TurboTax de la bancarrota”. Al responder preguntas en un lenguaje sencillo a través de la aplicación, los usuarios agregan sus datos financieros a casi dos docenas de formularios necesarios para declararse en bancarrota ante los tribunales federales.
Para ofrecer el servicio de forma gratuita, la organización sin fines de lucro recibe fondos del gobierno y dinero de fundaciones benéficas y algunos nombres importantes de Silicon Valley, como el ex director ejecutivo de Google, Eric Schmidt.
La organización dice que, desde la fundación de Upsolve en 2018, dice la organización sin fines de lucro, ha mitigado más de $440 millones de deuda.
Pavuluri agregó que, más allá de simplificar el proceso, tiene la misión de desestigmatizar la bancarrota. Dijo que se ve como un fracaso moral a pesar de que se usa con frecuencia estratégicamente en el mundo corporativo para “comenzar de nuevo”.
“Queremos empoderar a los estadounidenses comunes para que obtengan las mismas herramientas que tienen las personas más ricas y las corporaciones más ricas de los Estados Unidos”, dijo.
Pero hay preocupaciones, y no solo de los abogados de bancarrota, de hacer que la bancarrota sea tan fácil que se pasen por alto sus implicaciones. La orientación que brindan los abogados tiene un valor real, dijo Cynthia Podis, abogada de bancarrotas de Tennessee.
“Las deudas médicas que se tienen en este momento podrían ser solo la punta del iceberg”, dijo, dando el ejemplo de un cliente que siente la presión de $20,000 en facturas médicas vencidas por una ronda inicial de quimioterapia. “Pero sabes que durante los próximos cuatro o cinco años, vas a tener un tratamiento contra el cáncer por un valor de $150,000. Es posible que no quieras presentar un Capítulo 7 en este momento”.
El Capítulo 7 se puede usar solo una vez cada ocho años. Entonces, si la deuda continúa acumulándose, esa no será una opción por un tiempo.
La bancarrota también devasta el crédito durante años, lo que dificulta calificar para un préstamo para comprar un auto, o para rentar una vivienda.
Erin Akery, que brinda asesoramiento financiero gratuito con United Way of Greater Nashville, dijo que la bancarrota no es adecuada para todos. Y el costo, aunque a veces es prohibitivo, obliga a quienes cargan con deudas a considerar las compensaciones del Capítulo 7.
“Es posible que eso no sea tan bueno para las personas que buscan una solución rápida y fácil”, dijo. “Si las personas no tienen que pasar por ese análisis de costo-beneficio, entonces muchas más personas podrían declararse en bancarrota cuando en realidad no deberían”.
Pero se espera que las repercusiones de la deuda financiera aumenten después de la pandemia de covid-19, con un impacto desproporcionado para los afroamericanos. Los datos de Upsolve muestran que casi la mitad de sus usuarios afroamericanos citan la pandemia como el motivo principal de la presentación. En comparación, menos del 40% de los usuarios blancos señalan al covid como el factor principal.
Y la deuda médica representa cada vez más una parte mayor de la deuda personal. Upsolve encontró que el usuario promedio tenía alrededor de $7,000 en deuda médica antes de la pandemia; un año después de la pandemia, la cifra se había más que duplicado.
Incluso asesores financieros como Akery, que consideran el Capítulo 7 como la “opción extrema”, dicen que puede ser una herramienta útil.
“Ese estigma impide que muchas personas inicien el proceso, del cual podrían beneficiarse y salir con un futuro financiero más saludable”, dijo. “Pero por otro lado, hay personas que se declaran en bancarrota cada ocho años”.
Seis meses después de que Constant presentara su Capítulo 7, dijo que no se arrepiente. Su única queja después de pasar por alto a un abogado fue que fue ella misma la que tuvo que informar a todos sus acreedores. Pero la aplicación ayudó a generar el papeleo automáticamente y le envió instrucciones.
“Siento que tuve un nuevo comienzo”, dijo, y agregó que quiere “hacer que valga la pena”.
Esta historia es parte de una asociación que incluye a Nashville Public Radio y KHN.