Samuel Hanke es cardiólogo pediátrico en Cincinnati, pero cuando le preguntas por su título dice: “Lo más importante es que soy el padre de Charlie”.
Hanke recuerda la noche de hace 13 años en la que Charlie, que entonces tenía 3 semanas, estaba más inquieto de lo normal, así que lo tomó en brazos para calmarlo y que volviera a dormirse. Con Charlie aún en brazos, se sentó en el sofá, encendió la tele y se quedó dormido.
“Estábamos pecho con pecho, como se ve a menudo en las fotos”, dijo Hanke. Pero no se dio cuenta de que Charlie tenía las vías respiratorias obstruidas. Demasiado pequeño para girar la cabeza y demasiado apretado para llorar, Charlie murió en silencio. A la mañana siguiente, Hanke despertó a la peor de las pesadillas. Los años de estudios de medicina no bastaron para evitar que Hanke perdiera a Charlie por asfixia accidental.
El síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL), un término muy conocido que describe las muertes inexplicables, pero naturales, de lactantes debidas a una anomalía o vulnerabilidad médica desconocida, es la principal causa de muerte inesperada de lactantes en Estados Unidos. Durante mucho tiempo ha sido uno de los mayores temores de los padres primerizos.
Las tasas de SMSL han disminuido desde la década de 1990, pero otra causa de muerte infantil —la asfixia o estrangulamiento accidental— también ha sido un problema persistente. En la última década, la tasa nacional ha oscilado entre 20 y 25 muertes infantiles por cada 100,000 nacidos vivos, lo que supone alrededor de una quinta parte de todas las muertes infantiles inesperadas, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Según expertos, las asfixias y estrangulaciones accidentales no son necesariamente más frecuentes, sino que los equipos de revisión de muertes han mejorado en la identificación de las causas.
Y la tendencia se mantiene a pesar de décadas de campañas de información pública pidiéndoles a los padres que tomen medidas para mantener seguros a sus bebés mientras duermen.
A mediados de los 90, el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD) lanzó la campaña “Back to Sleep”, para enseñar a los padres a acostar a los bebés boca arriba para dormir.
“Los resultados de ‘Back to Sleep’ fueron tremendos”, afirmó Alison Jacobson, directora ejecutiva de First Candle, una organización sin fines de lucro de Connecticut dedicada a la educación sobre el sueño seguro. Según los CDC, las muertes inesperadas de lactantes se redujeron en un 40% respecto a los niveles de 1990, antes del lanzamiento de la campaña. “Pero luego se estancó”, añadió Jacobson.
Con el tiempo, el NICHD amplió este mensaje con otras formas de limitar los riesgos más allá de la posición en la que duerme el bebé, con la iniciativa “Safe to Sleep” (Seguro al Dormir).
Algunas advertencias claras: los bebés no deben dormir con mantas, peluches o protectores que “puedan provocar asfixia o estrangulamiento”, dijo Samantha St. John, coordinadora del programa del Sistema de Atención Médica Infantil Cook en Fort Worth, Texas. También deben dormir en cunas o moisés, no en camas con hermanos o en brazos de los padres.
Pero estos mensajes de salud pública —a los que contradicen las fotos y los videos que circulan en películas y redes sociales— no siempre encuentran eco. Por ejemplo, las fotos profesionales de bebés suelen mostrarlos durmiendo plácidamente rodeados de peluches y mantas. St. John agrega que a veces los padres tienen ideas preconcebidas de cómo deben decorarse los espacios para dormir de los bebés. “Cuando uno piensa en cunas, cuartos infantiles y cosas así, se imagina las fotos de las revistas”, explicó St. John. “Y son fotos preciosas, pero no mantienen seguro a tu bebé”.
St. John señaló que muchos padres saben que los bebés deben estar boca arriba para dormir, pero las advertencias sobre el estrangulamiento con mantas, o la asfixia por compartir la cama con ellos a veces se pasan por alto.
Por ejemplo, los padres primerizos, sobre todo los solteros, son más propensos a dormirse accidentalmente con sus bebés por agotamiento, dijo Emily Miller, neonatóloga del Hospital Infantil de Cincinnati.
La idea de que dormir con el bebé es peligroso también puede ser contraria al instinto de los padres primerizos. “Creemos que estar cerca de ellos, poder verlos, poder tocarlos y sentir que respiran es la mejor forma de protegerlos y mantenerlos a salvo”, afirmó Miller, que también es profesora en el Departamento de Pediatría de la Universidad de Cincinnati.
Organizaciones de todo el país trabajan para ayudar a los padres a comprender mejor los verdaderos riesgos. Hanke y su esposa canalizaron su dolor en Charlie’s Kids, una organización sin fines de lucro centrada en las prácticas de sueño seguras para los bebés. Los Hanke también escribieron un libro, “Sleep Baby, Safe and Snug”, del que se han vendido unos 5 millones de ejemplares. Los beneficios se destinan a continuar su labor educativa.
En Ohio, donde tiene su sede Charlie’s Kids, se produjeron en 2020 146 muertes súbitas e inesperadas de lactantes, una clasificación que incluye SMSL, asfixia y estrangulamiento accidentales, y otros casos cuya causa es indeterminada. Eso es aproximadamente una muerte por cada 1,000 nacidos vivos, según el Departamento de Salud del estado. El 36% de esas muertes se atribuyeron a asfixia o estrangulamiento accidentales. A nivel nacional, la tasa de estas muertes inexplicables ha bajado desde la década de 1990, pero, según los CDC, persisten importantes diferencias raciales y étnicas.
Los riesgos de asfixia accidental de un bebé son, en muchos aspectos, situacionales, y a menudo afectan a las personas que se encuentran en el extremo inferior de la escala de ingresos y tienden a vivir en espacios reducidos. Las personas que viven en un apartamento pequeño o en un motel suelen compartir espacio para dormir, explicó St John.
El condado de Tarrant tiene una de las tasas más altas de Texas de muertes infantiles —de tres a cuatro cada mes— atribuidas a la asfixia accidental.
Por ello, organizaciones como Alliance for Children del condado de Tarrant, que atiende a Fort Worth y partes de Dallas, han estado proporcionando gratis moisés y cunas a quienes los necesitan.
Los representantes del condado hablaron durante la reunión del Equipo de Revisión de Muertes Infantiles del estado, en mayo, y se centraron en la prevalencia de muertes infantiles relacionadas con la asfixia accidental. Durante la última década, los datos muestran que el condado ha promediado 1,05 muertes súbitas inesperadas de lactantes por cada 1,000 nacimientos, cifra superior a las medias estatal y nacional de 0,85 y 0,93, respectivamente.
Durante un período de 15 meses desde 2022, Cook Children’s Medical Center registró 30 bebés que nacieron allí y que murieron después de salir del hospital, debido a entornos inseguros para dormir.
A veces, las decisiones de los padres se basan en temores que provienen de sus entornos. “Los padres dirán: ‘Llevo a mi bebé a la cama porque tengo miedo de que entren disparos por la ventana, y así es como mantengo seguro a mi bebé’ o ‘Tengo miedo de que las ratas se metan en la cuna'”, dijo Jacobson, de First Candle.
Jacobson comprende estos temores, pero insiste en la necesidad real del sueño seguro.
La clave para educar a los padres es empezar cuando aún están esperando un bebé, porque reciben “demasiada información” en las primeras 24 o 48 horas tras el parto, explicó Sanjuanita Garza-Cox, especialista en neonatología y perinatalidad del Methodist Children’s Hospital de San Antonio. Garza-Cox también es miembro del Equipo de Revisión de Muertes Infantiles del condado de Bexar.
Y una vez nacida la criatura, el mensaje debe continuar. En Connecticut, por ejemplo, First Candle organiza conversaciones mensuales en vecindarios que reúnen a padres primerizos con doulas, asesores de lactancia y otros cuidadores para hablar del sueño seguro y la lactancia materna.
Y tanto el condado de Tarrant como el de Bexar han desplegado anuncios en buses y paradas de autobús para llegar a los padres en situación de riesgo y a otros cuidadores, como hijos, familiares y amigos. Los padres están muy ocupados, dijo Garza-Cox. “Y a veces, otros niños y niñas son los que cuidan al bebé”.