En un número creciente de estados, los pacientes que reciben opioides para el dolor grave pueden salir del consultorio de sus médicos con una segunda receta: para naloxona, un medicamento que puede salvar sus vidas si sufren una sobredosis de estos potentes analgésicos.
Las nuevas leyes y regulaciones estatales en California, Virginia, Arizona, Ohio, Washington, Vermont y Rhode Island requieren que los médicos receten, o al menos ofrezcan, recetas de naloxona cuando recetan opioides para pacientes considerados en alto riesgo de sobredosis. Los pacientes pueden considerarse de alto riesgo si necesitan una dosis alta de opioides, toman otros medicamentos o tienen apnea del sueño o antecedentes de adicción.
Estos mandatos de “recetas simultáneas” están surgiendo como la última táctica en una guerra contra una epidemia de recetas y opioides ilegales que ha cobrado cientos de miles de vidas en las últimas dos décadas.
La Administración de Drogas y Alimentos (FDA) está considerando si recomendar o no que se recete naloxona a nivel nacional (recientemente, un subcomité de la FDA votó a favor), y otros funcionarios federales de salud ya lo recomiendan para ciertos pacientes. Y las compañías que fabrican la droga apoyan estas acciones. No es difícil ver por qué: un análisis de la FDA estimó que se necesitarían más de 48 millones de dosis adicionales de naloxona si la agencia recomendara oficialmente la prescripción a nivel nacional.
La mayoría de los estados han limitado el volumen de opioides que los médicos pueden recetar a la vez y han ampliado considerablemente el acceso a la naloxona. Por ejemplo, en California, los farmacéuticos pueden dar naloxona directamente a los consumidores que toman opioides ilegales o recetados, o si conocen a alguien que lo está haciendo.
En los estados con reglas de recetas simultáneas, los pacientes no están obligados a retirar sus recetas de naloxona, y los pacientes con cáncer o que se encuentran en hogares de adultos mayores o centros de cuidados paliativos generalmente están exentos.
Kristy Shepard, de Haymarket, Virginia, se sorprendió al encontrar una receta de naloxona esperándola recientemente cuando fue a la farmacia para recoger sus medicamentos opioides. Su primer instinto fue no retirarla. Lo hizo solo después que la enfermera en el consultorio de su médico la presionara. Dijo que la doctora nunca le había hablado sobre la nueva ley de co-recetado de Virginia.
“Es tan tonto. No sentí que la necesitaba. A menos que tenga intención de hacerme daño, no es probable que tenga una sobredosis”, dijo Shepard, de 41 años, enfermera registrada y administradora de un hospital, quien ya no puede trabajar y ha solicitado beneficios por discapacidad.
Pero puede no ser tan difícil sufrir una sobredosis de opioides, como algunas personas piensan.
“Puedes tomar medicamentos para el dolor de manera responsable, y puedes correr el riesgo de una sobredosis accidental, incluso cuando estás haciendo todo bien”, dijo el doctor Nathan Schlicher, médico de emergencias en el estado de Washington y miembro de un grupo de trabajo sobre opioides creado por el hospital estatal y asociaciones médicas.
Dos millones de estadounidenses son adictos a los analgésicos recetados, según la FDA. Y casi 218,000 personas en el país murieron por sobredosis de 1999 a 2017, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Durante el mismo período, las muertes por opioides recetados se multiplicaron por cinco, según muestran los datos de los CDC.
En California, los médicos escribieron casi 22 millones de recetas de opioides en 2017 y 1,169 personas murieron ese año por una sobredosis de opioides recetados. Los opioides que se recetan con más frecuencia incluyen: Vicodin, OxyContin, Percocet, morfina, codeína y fentanilo.
Para contrarrestar esta tendencia, “los estados están luchando, apelando a cualquier norma que puedan encontrar”, dijo Kitty Purington, director senior de programas de la National Academy for State Health Policy.
Incluso antes de los mandatos estatales, los especialistas en dolor consideraban una buena práctica recetar naloxona junto con analgésicos opioides para algunos pacientes, en particular aquellos con antecedentes de adicciones.
Los grupos de cabildeo de médicos generalmente se resisten a las reglas del gobierno con respecto a su práctica, pero las asociaciones médicas en algunos estados apoyaron, o al menos se mantuvieron neutrales, sobre los mandatos para recetar naloxona.
Las compañías que fabrican la droga han gastado cientos de miles de dólares presionando colectivamente por sus intereses a nivel estatal.
Kaléo, que fabrica el autoinyector de naloxona, Evzio, gastó $77,200 en 2017-2018 presionando a los legisladores de California para expandir el acceso a la naloxona, incluida la ley estatal de prescripción, que requiere que los médicos ofrezcan recetas de naloxona a pacientes de alto riesgo que consumen opioides.
En diciembre, Kaléo introdujo una versión genérica de menor costo del dispositivo después que una investigación del Senado descubriera que la compañía había elevado el precio de su versión de marca 600% de 2014 a 2017, hasta $4,100 por dos inyectores.
Adapt Pharma, que fabrica el aerosol nasal de naloxona, Narcan, gastó $48,000 para presionar a los legisladores de California sobre la legislación de recetas conjuntas.
Una de las ventajas de las reglas de recetas conjuntas es que fomentan importantes charlas entre médicos y pacientes sobre los riesgos de los opioides, dijo el doctor Farshad Ahadian, director médico del Centro de Salud para la Medicina del Dolor de la UC San Diego.
“La mayoría de los proveedores probablemente sienten que es mejor que los médicos se autorregulen en lugar de practicar la medicina desde la sede de la legislatura”, dijo Ahadian. “La verdad es que ha habido mucho daño por los opioides, mucha adicción. Es innegable que tenemos que ceder a eso y reconocer que la seguridad pública es fundamental”.
Pero algunos médicos, por no mencionar a los pacientes, tienen reservas sobre los nuevos requisitos. Algunos médicos dicen que será casi imposible para los estados hacer cumplir los mandatos. A otros les preocupa que la prescripción de naloxona a los pacientes que viven solos sea inútil, ya que normalmente debe ser administrada por otra persona, idealmente una persona que ha sido entrenada para hacerlo.
Los pacientes temen que las recetas de naloxona puedan estigmatizarlos injustamente como adictos a las drogas y hacer que las aseguradoras de vida les nieguen cobertura.
Shepard, la enfermera con discapacidad de Virginia, quien tiene cuatro hijos, dijo que le preocupa que su receta de naloxona pueda afectar sus posibilidades de obtener un seguro de vida adicional, una pregunta urgente, dijo, ya que padece lupus y está empeorando.
Y una enfermera del área de Boston que trabajaba en un programa de tratamiento de adicciones fue rechazada por dos aseguradoras de vida simplemente porque tenía naloxona para sus pacientes.
La decisión de recetar naloxona “es algo que debe decidirse entre un médico y un paciente, porque cada situación es única”, dijo Katie O’Leary, de 31 años y gerenta de una productora de cine, quien vive en Los Ángeles y fue diagnosticada con síndrome de dolor regional complejo hace unos cinco años.
“Muchos pacientes ya deben saltar tantas vallas para obtener sus medicamentos”, dijo O’Leary. “Y si vives solo y no tienes familiares o amigos que te atiendan, la naloxona podría no ayudar”.
La adicción a los opioides y las sobredosis son un problema complejo, y la naloxona es solo una parte de la solución, dijo el doctor Ben Bobrow, profesor de medicina de emergencia en la Facultad de Medicina de la Universidad de Arizona.
“En el pasado, el dolor era el quinto signo vital; pensamos que estábamos haciendo un mal trabajo si estábamos tratando mal el dolor”, dijo Bobrow. “Inadvertidamente, estábamos dañando a la gente. Terminamos atrapando a todas estas personas. Ahora es nuestro trabajo ayudarlos a encontrar otras formas de tratar su dolor”.
La reportera digital de California Healthline Harriet Blair Rowan contribuyó con este informe.
Esta historia fue producida por Kaiser Health News, que publica California Healthline, un servicio de la California Health Care Foundation.