California y Nueva York están a punto de ir un paso más allá que la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) en la restricción de la venta de píldoras dietéticas sin receta a menores de edad, mientras pediatras y defensores de la salud pública tratan de protegerlos de las trampas para perder de peso de forma extrema que circulan por internet.
Un proyecto de ley presentado al gobernador Gavin Newsom prohibiría a los menores de 18 años en California la compra de suplementos para adelgazar sin receta, ya sea en línea o en tiendas. Otro proyecto similar aprobado por los legisladores de Nueva York está en la mesa de la gobernadora Kathy Hochul. Ninguno de los dos demócratas han indicado qué harán.
Si ambas medidas se convierten en ley, sus defensores esperan que den impulso a la restricción de la venta de píldoras dietéticas a niños y adolescentes en más estados. Massachusetts, Nueva Jersey y Missouri han presentado proyectos de ley similares y sus defensores planean seguir presionando el próximo año.
Casi 30 millones de personas en Estados Unidos padecerán un trastorno alimentario a lo largo de su vida; el 95% de ellas tiene entre 12 y 25 años, según el Johns Hopkins All Children’s Hospital. Agrega que los trastornos alimentarios conforman el mayor riesgo de mortalidad de todos los trastornos mentales. Y ahora es más fácil que nunca que los menores consigan las pastillas que se venden en internet o en las estanterías de las farmacias.
Todos los suplementos dietéticos, incluidos los destinados a la pérdida de peso, representaron casi el 35% de los productos de salud que se venden sin receta dentro de una industria que generó $63,000 millones en 2021, según Vision Research Reports, una empresa de investigación de mercado.
Los suplementos dietéticos, que abarcan una amplia gama de vitaminas, hierbas y minerales, están clasificados por la FDA como alimentos y no se someten a pruebas científicas y de seguridad como se hace con los medicamentos que se venden con y sin receta.
Los defensores de la salud pública quieren mantener los productos para adelgazar —con anuncios que pueden prometer “¡Baja 2 libras a la semana!” y nombres de pastillas como Slim Sense— alejados de los jóvenes, sobre todo de las chicas, ya que investigaciones han relacionado algunos productos con los trastornos alimentarios.
Un estudio publicado en el American Journal of Public Health, en el que se realizó un seguimiento a más de 10,000 mujeres de entre 14 y 36 años durante 15 años, halló que “las que usaban píldoras para adelgazar tenían una probabilidad ajustada cinco veces mayor de recibir un diagnóstico de trastorno alimentario por parte de un proveedor de atención médica en un plazo de 1 a 3 años que las que no las utilizaban”.
Se ha descubierto que muchas píldoras están contaminadas con ingredientes prohibidos y peligrosos que pueden causar cáncer, ataques cardíacos, derrames cerebrales y otros males. Por ejemplo, la FDA aconsejó al público que evitara Slim Sense de Dr. Reade porque contiene lorcaserina, que puede causar trastornos psiquiátricos y alteraciones de la atención y de la memoria. La entidad ordenó su retiro y no se pudo contactar con la empresa para que ofreciera declaraciones.
“Los fabricantes sin escrúpulos están dispuestos a correr riesgos con la salud de los consumidores, y están mezclando sus productos con ingredientes farmacéuticos ilegales, esteroides, estimulantes excesivos e incluso estimulantes experimentales”, dijo Bryn Austin, director fundador de Strategic Training Initiative for the Prevention of Eating Disorders, o STRIPED, que apoya las restricciones. “Los consumidores no tienen ni idea de que esto es lo que hay en este tipo de productos”.
STRIPED es una iniciativa de salud pública con sede en la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard y el Hospital Infantil de Boston.
La Natural Products Association, un grupo comercial que representa a la industria, refuta que las píldoras dietéticas causen trastornos alimentarios y citan la ausencia de quejas de los consumidores a la FDA sobre efectos adversos de los productos de sus miembros. “Según los datos de la FDA, no existe ninguna relación entre ambas cosas”, dijo Kyle Turk, director de asuntos gubernamentales de la asociación.
La asociación sostiene que sus miembros adhieren a procesos de fabricación seguros, pruebas aleatorias de los productos y directrices de comercialización adecuadas. A los representantes también les preocupa que si los menores no pueden comprar suplementos sin receta, puedan comprarlos a “delincuentes” en el mercado negro y socavar la integridad de la industria. Según los proyectos de ley, los menores que compren productos para adelgazar deberán presentar una identificación junto con una receta médica.
No todos los grupos empresariales se oponen a la prohibición. La American Herbal Products Association, un grupo comercial que representa a fabricantes y minoristas de suplementos dietéticos, dejó de oponerse al proyecto de ley de California una vez que se modificó para eliminar las categorías de ingredientes que se encuentran en suplementos no dietéticos y vitaminas, según Robert Marriott, director de asuntos regulatorios de esa entidad.
Los defensores de los niños han encontrado tendencias preocupantes entre los jóvenes que imaginan su tipo de cuerpo ideal según lo que ven en las redes sociales. De acuerdo a un estudio encargado por Fairplay, una organización sin fines de lucro que trata de poner fin a las prácticas de marketing perjudiciales dirigidas a los niños, descubrió que niños de tan solo 9 años seguían tres o más cuentas de desórdenes alimentarios en Instagram, mientras que la edad media era de 19 años. Los autores lo llamaron una “burbuja a favor de los trastornos alimentarios”.
Meta, propietaria de Instagram y Facebook, dijo que el informe carece de matices, como reconocer la necesidad humana de compartir los momentos difíciles de la vida. La compañía sostiene que la censura generalizada no es la respuesta.
“Los expertos y las organizaciones de seguridad nos han dicho que es importante encontrar un equilibrio y permitir que la gente comparta sus historias personales al tiempo que se elimina cualquier contenido que fomente o promueva los trastornos alimentarios”, dijo Liza Crenshaw, una vocera de Meta, en un correo electrónico.
El doctor Jason Nagata, pediatra que atiende a niños y adultos jóvenes con trastornos alimentarios que ponen en peligro su vida, cree que el fácil acceso a las pastillas para adelgazar contribuye a las condiciones de sus pacientes en el Hospital Infantil UCSF Benioff de San Francisco. Ese fue el caso de una de sus pacientes, una niña demacrada de 11 años.
“Básicamente había entrado en un estado de inanición porque no recibía suficiente nutrición”, dijo Nagata, que aportó un testimonio de apoyo al proyecto de ley de California. “Estaba tomando estas píldoras y teniendo otro tipo de comportamientos extremos para perder peso”.
Nagata dijo que el número de pacientes con trastornos alimentarios que atiende se ha triplicado desde que comenzó la pandemia. Están desesperados por conseguir pastillas para adelgazar, algunas con resultados modestos. “Hemos tenido pacientes que han sido tan dependientes de estos productos que son hospitalizados y siguen pidiendo estos productos por Amazon”, dijo.
Los defensores de la salud pública recurrieron a las legislaturas estatales en respuesta a la limitada autoridad del gobierno federal para regular las píldoras dietéticas. En virtud de una ley federal de 1994 conocida como Ley de Educación y Salud sobre Suplementos Dietéticos, la FDA “no puede intervenir hasta que haya un problema claro de daño a los consumidores”, dijo Austin.
Al no poder hacer frente a la fuerte presión de la industria de los suplementos en el Capitolio, defensores de la salud pública han optado por centrarse en los estados. Sin embargo, existe una presión para que la FDA mejore la supervisión de lo que se incluye en las píldoras dietéticas.
El senador federal Dick Durbin, de Illinois, presentó en abril un proyecto de ley que exigiría a los fabricantes de suplementos dietéticos registrar sus productos, junto con los ingredientes, ante el organismo regulador.
Sus defensores afirman que el cambio es necesario porque se sabe que los fabricantes incluyen ingredientes peligrosos. C. Michael White, de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Connecticut, encontró que el 35% de los productos sanitarios contaminados procedía de suplementos para la pérdida de peso, en una revisión de una base de datos sobre fraudes sanitarios.
Algunos ingredientes han sido prohibidos, como la sibutramina, un estimulante. “Era un suplemento para adelgazar muy utilizado que acabó siendo retirado del mercado estadounidense por su elevado riesgo de provocar cosas como ataques cardíacos, derrames cerebrales y arritmias”, dijo White.
Otro ingrediente era la fenolftaleína, que se utilizaba en los laxantes hasta que se identificó como presunto carcinógeno y se prohibió en 1999. “Pensar que ese producto siga en el mercado estadounidense es simplemente inconcebible”, dijo.
Esta historia fue producida por KHN, que publica California Healthline, un servicio editorialmente independiente de la California Health Care Foundation.