Un año después de que las autoridades sanitarias emitieran un número récord de alertas por altos niveles de ozono en el Front Range de Colorado, funcionarios federales y estatales tratan de controlar el gas que puede convertir las actividades al aire libre en un riesgo para la salud.
Pero las nuevas leyes de Colorado destinadas a mejorar la calidad del aire a lo largo de ese corredor urbano, al este de las Montañas Rocosas, no se espera que hagan mucho para reducir el ozono, según los expertos encargados de bajar los niveles. “No son las balas mágicas que necesitamos para cumplir la normativa, pero serán útiles para reducir las emisiones”, dijo Michael Silverstein, director ejecutivo del Consejo Regional de Calidad del Aire, la principal organización responsable de este tema para nueve condados del Front Range.
En la última sesión legislativa, los legisladores de Colorado aprobaron tres proyectos de ley destinados a mejorar la calidad del aire. Uno de ellos sustituye los autobuses diésel, altamente contaminantes, por autobuses eléctricos. Otro proporciona financiación para que los residentes puedan acceder al transporte público de forma gratuita, durante un mes, en la temporada de ozono alto. Y el tercer proyecto de ley crea un sistema para alertar al público de las emisiones tóxicas emitidas por la industria.
La propuesta de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de reclasificar a nueve condados de Front Range, incluido Denver, pasándolos de infractores “graves” de las normas federales sobre el ozono a infractores “severos”, supondría un cambio más significativo, según Silverstein. (Las clasificaciones de “incumplimiento” de la EPA comienzan con “grave” y luego pasan a “severo” y “extremo”).
Pero otros expertos en salud afirman que ni las medidas federales ni las estatales serán suficientes para proteger la salud pública.
“Llega un momento en que solo se ponen curitas, y eso es lo que esto parece”, señaló James Crooks, investigador de la contaminación del aire en el National Jewish Health, un hospital de Denver especializado en trastornos respiratorios. “Es mejor tener las curitas que no tenerlas, pero no va a resolver el problema”.
El ozono se crea cuando las sustancias químicas que se emiten a la atmósfera a través de los tubos de escape de los vehículos, la explotación de petróleo y gas y los incendios forestales se calientan con el sol. La contaminación por ozono, que supera los límites federales, es un problema persistente en los valles de las Montañas del Oeste, especialmente en Phoenix, Albuquerque (Nuevo México), Salt Lake City y Denver.
El Front Range sufre uno de los peores problemas de ozono del país. El año pasado, las autoridades sanitarias de los condados al este de las Montañas Rocosas emitieron “alertas de acción por ozono” en 65 días, entre el 31 de mayo y el 31 de agosto, la temporada alta de ozono. Es el número más alto desde que se empezó a llevar un registro en 2011.
La EPA determinó que durante el período de tres años, que va de 2018 a 2020, los niveles promedio de ozono durante ocho horas en el Front Range fueron de 81 partes por mil millones (ppb). El límite federal establecido en 2008 era de 75 ppb, pero el actual, fijado en 2015, es de 70 ppb. Según la propuesta de cambiar a nueve condados de Front Range de infractor “grave” a “severo”, la región tendría que cumplir esa norma para 2026.
Se espera que la EPA tome una decisión final sobre la propuesta este otoño.
“El ozono troposférico, a nivel de suelo, sigue siendo uno de los problemas de salud pública más graves a los que nos enfrentamos, ya que afecta a un gran número de habitantes de Colorado y a sus familias”, expresó el administrador regional de la EPA, KC Becker, en un comunicado de prensa, en abril, en el que se anunciaba el cambio propuesto.
Crooks dijo que 70 ppb es un objetivo difícil de alcanzar y que no es lo suficientemente bajo para proteger la salud pública. De hecho, ningún nivel de ozono es seguro, indicó. “Puede que nos las arreglemos para llegar a 75”, añadió Crooks. “Pero 70 va a ser realmente difícil de conseguir sin la descarbonización”, lo que significa sustituir los vehículos de gasolina y diésel por vehículos eléctricos.
Uno de los retos para reducir el ozono es tratar de controlar la emisión de precursores del ozono procedentes de innumerables fuentes. Hay miles de pozos de petróleo y gas a lo largo de Front Range, algunos en barrios suburbanos, y sus emisiones, junto con las de los vehículos, son las principales fuentes de ozono.
Lo que complica el asunto es que entre la mitad y dos tercios del ozono que afecta a Front Range procede de fuera del estado, en algunos casos de lugares tan lejanos como Asia. Los niveles de ozono de segundo plano —ozono natural o creado por el hombre que se origina fuera de la región— pueden ser de hasta 60 ppb.
Otro problema es el humo de los incendios forestales que cubre el estado cada verano. Y el aumento de las temperaturas, resultado del cambio climático, está provocando una mayor producción de ozono.
El ozono a nivel del suelo o troposférico (en la capa de la atmósfera más próxima a la superficie terrestre) es la misma sustancia química que el ozono que se encuentra en la parte alta de la atmósfera, pero allí arriba proporciona un escudo crucial que protege a la Tierra de los dañinos rayos ultravioleta.
A nivel del suelo, este gas inodoro puede provocar dificultad para respirar y escozor en los ojos y puede desencadenar ataques de asma. Además, predispone a la inflamación pulmonar y al daño coronario. Según un estudio, más de un millón de muertes prematuras en todo el mundo fueron causadas por los altos niveles de ozono en 2010. Un estudio reciente encontró que el ozono y otros contaminantes también pueden aumentar el riesgo de hospitalización y muerte de las personas infectadas con covid-19.
La contaminación del aire afecta más a los niños, a los adultos mayores y a las personas que trabajan fuera de casa, y sus efectos recaen de forma desproporcionada en las zonas desfavorecidas, cuyos residentes carecen a menudo de recursos para trasladarse a vecindarios más limpios.
Los altos niveles de ozono también causan graves daños y la muerte de la vegetación.
Según algunos expertos, el cambio de estatus de infractor “grave” a “severo” en Front Range podría tener algún impacto. Una de las consecuencias sería que las refinerías tendrían que producir una mezcla especial de gasolina para los vehículos de los nueve condados de Front Range, que sería menos volátil y aportaría menos gases precursores de ozono a la atmósfera. Esto podría aumentar el precio de la gasolina entre un 5% y un 10%.
“Vamos a pasar de tener una de las gasolinas con más emisiones a la gasolina con menos emisiones” del país, explicó Silverstein. “No se evaporará cuando se derrame en el suelo y se quemará con menos contaminantes. Veremos los beneficios de las emisiones de ozono en cuanto llegue a las gasolineras”. Puede que eso no ocurra hasta el año que viene o hasta 2024.
Otra consecuencia es que cientos de empresas, que no están reguladas por la normativa actual, pasarían a estar bajo el escrutinio de los reguladores y se verían obligadas a dar cuenta de sus emisiones.
El Centro para la Diversidad Biológica y otros grupos de defensa del medio ambiente demandaron a la EPA en un intento de forzar la inclusión en la lista de infractor “severo” para el Front Range y otras regiones del país. La demanda se presentó antes de la propuesta de reclasificación de la EPA.
Robert Ukeiley, abogado del Centro para la Diversidad Biológica, cree que el cambio de estatus marcará la diferencia.
“Al pasar de ‘grave’ a ‘severo’, se reduce el umbral de contaminación de lo que se considera una fuente principal”, señaló. “El Estado debería expedir permisos de fuente principal, y eso empezará a reducir la contaminación”.